martes, julio 03, 2012

CENIZAS

 

2012-07-03 13.01.06   

JAMES JOYCE-ULISES  156

Tengo que reponer ese libro en la
biblioteca de la calle Capel, o escribirán a
Kearney, mi fiador. Reencarnación: esa es la
palabra.
—Algunas personas creen—dijo él—que
seguimos viviendo después de muertos en otro
cuerpo que el que hemos tenido antes. Llaman a
eso reencarnación. Que todos hemos vivido
sobre la tierra hace miles de años, o en algún
otro planeta. Dicen que lo hemos olvidado.
Algunos pretenden recordar sus vidas pasadas.
La crema perezosa devanó cuajadas
espirales a través de su té. Mejor que le haga

acordar la palabra: metempsicosis. Un ejemplo
sería mejor. ¿Un ejemplo?.
El Baño de la Ninfa sobre la cama,
regalado con el número de Pascua de Photo Bits:
espléndida obra maestra en colores artísticos. El
té antes de poner la leche. Algo de ella con sus
cabellos caídos, finísimos. Tres chelines y seis
pagué por el marco. Ella dijo que quedaría bien
encima de la cama. Ninfas desnudas: Grecia: y
por ejemplo todas las personas que vivieron
entonces.
Volvió las páginas.

—Metempsicosis —dijo él— es como lo
llamaban los antiguos griegos. Ellos creían que
uno podía convertirse en un animal o un árbol,
por ejemplo. Lo que ellos llamaban ninfas, por
ejemplo.
Su cuchara dejó de revolver el azúcar.
Miró delante de él, aspirando con las enarcadas
ventanas de su nariz.

—Hay olor a quemado —dijo ella—.
¿Dejaste algo sobre el fuego?
—¡El riñón! —exclamó él.

 

 

ANATOLE FRANCE-EL FIGON DE LA REINA PATOJA  156

Sé que los cabalistas piensan
generalmente que los silfos, las salamandras, los elfos, los gnomos y los
gnomidos nacen con un alma perecedera, como su cuerpo, y que adquieren
la inmortalidad mediante su comercio con los magos (1). Mi cabalista
enseñaba, por el contrario, que la vida eterna no está reservada a criatura
alguna, sea terrestre, sea aérea. Yo he seguido estas inspiraciones, sin
permitirme juzgarlas.
(1) Esta opinión está sostenida especialmente en un libro del abate
Montfau-con de Villars, El conde de Gabalís o pláticas sobre las ciencias
secretas y misteriosas, según los principios de los antiguos magos o sabios
cabalistas. Existen muchas ediciones. Yo me contentaré con señalar la de
Amsterdam (Jaques Le Jeune, 1700, en octavo, con grabados). Contiene
una segunda parte, que no aparece en la edición original.
Tenía por costumbre decir que los elfos hacían víctimas a los que
revelaban sus misterios, atribuyendo a la venganza de estos espíritus la
muerte del señor abate Coignard, asesinado en la carretera de Lyon. Pero yo
sé bien que esa desgracia, verdaderamente sensible, tuvo una causa más
natural. Hablaré con entera libertad de los genios del aire y del fuego. Es
preciso arriesgarse a los peligros de la vida, y el de los elfos resulta
extremadamente pequeño.

 

VLADIMIR NABOKOV-OBRAS COMPLETAS   156

Pero mientras caminaba penosamente hasta el hotel, desandando su camino a lo
largo del bulevar en cuyos bancos no distinguía sino figuras borrosas en la oscuridad
azul, Chorb comprendió de repente que no conseguiría dormir solo en aquella
habitación con su bombilla desnuda y sus grietas sonoras. Llegó a la plaza y siguió
pesadamente su camino a lo largo de la avenida principal —y en ese momento supo
lo que tenía que hacer. Su búsqueda, sin embargo, se prolongó un buen rato: ésta
era una ciudad casta y tranquila, y el callejón secreto donde se compraba el amor
era desconocido para Chorb. Tuvo que pasar una hora deambulando errante por las
calles, una hora en la que sus oídos llegaron a chirriar y sus pies a quemarse, hasta
que por fin llegó hasta aquella callejuela —en la que de inmediato abordó a la
primera mujer que le saludó.
—Toda la noche —dijo Chorb sin apenas despegar los dientes.
La chica ladeó la cabeza, balanceó el bolso y replicó:
—Veinticinco

 

ROBERT GRAVES LA DIOSA BLANCA  156

Una escultura asiria que publicó Félix Lajard en Sur le Culte de Mithra (1847)
muestra el año como un árbol de trece ramas. Tiene cinco cintas alrededor del tronco,
con seis ramas parecidas a cetros en cada lado y una en la copa. Aquí se ha relacionado
evidentemente al año agrícola del Mediterráneo oriental, que comienza en el otoño, con
el año solar que comienza en el solsticio hiemal. Pues hay una bolita, que representa un
nuevo año solar, suspendida sobre las tres últimas ramas; y de las dos cabras rampantes
que actúan como sostenes del árbol, la de la derecha, que vuelve la cabeza de modo que
su único cuerno forma una luna creciente, apoya una pata delantera en la más alta de las
tres últimas ramas; en tanto que la otra cabra, que vuelve la cabeza en la dirección
opuesta de modo que su cuerno forma una luna menguante, reclama las tres primeras
ramas. Tiene una ubre llena, apropiada para la estación, porque los primeros chivitos
nacen alrededor del solsticio hiemal. Una luna nueva parecida a una nave se desliza
sobre el árbol, y un grupo de siete estrellas, la séptima mucho más brillante que las
otras, se halla junto a la cabra, lo que prueba que es Amaltea; la madre del cornudo
Dioniso. El chivo es un equivalente asirio de Azazel, la víctima propiciatoria que
sacrificaban los hebreos al comienzo del año agrícola. Las cinco cintas del árbol, una de
las cuales está en la base del tronco, y otra en la copa, son las cinco estaciones del año;
en un árbol del año babilónico, publicado en el mismo libro, están simbolizadas por
cinco frondas.
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