lunes, septiembre 24, 2012

CUANDO NO QUEDEN ARBOLES

 

  

 

CUENTOS COMPLETOS

Jorge Luis Borges    270   *3=810-583=227

Lucas mi hermano, que después lo lancearon, me perjuraba que eran todas mentiras, pero cuando una cosa es verdad basta que alguien la diga una sola vez para que uno sepa que es cierto. El gobierno les reparte vicios y yerba para tenerlos quietos, pero ellos tienen brujos muy precavidos que les dan su consejo. A una orden del cacique no les cuesta nada atropellar entre los fortines, que están desparramados. De puro cavilar, yo casi tenía ganas que se vinieran y sabía mirar para el rumbo que el sol se pone. No sé llevar la cuenta del tiempo, pero hubo escarchas y veranos y yerras y la muerte del hijo del capataz antes de la invasión. Fue como si los trajera el pampero. Yo vi una flor de cardo en una zanja y soñé con los indios. A la madrugada ocurrió. Los animales lo supieron antes que los cristianos, como en los temblores de tierra. La hacienda estaba desasosegada y por el aire iban y venían las aves. Corrimos a mirar por el lado que yo siempre miraba.

— ¿Quién les trajo el aviso?—preguntó alguno.

James Joyce
Ulises             437  *2=874-583=291

No me vio quizá. La luz en los ojos.
El aleteo del aliento se desbocaba en suspiros fugaces. Aprisa. Estatuas filas: tranquilo ya. A salvo en un
minuto. No. No me vio. Pasadas las dos. Justo en la puerta.
¡El corazón!

Los ojos palpitando miraron resueltamente las curvas cremosas de piedra. De Sir Thomas Deane y su arquitectura
griega. Busca algo que.
La precipitada mano se introdujo aprisa en un bolsillo, sacó, leyó Agendath Netaim desdoblado. ¿Dónde
lo he?
Ocupado mirando.
Metió de nuevo aprisa Agendath.
Por la tarde dijo ella.
Estoy buscando eso. Sí, eso. Prueba en todos los bolsillos. Pañue. Freeman. ¿Dónde lo he? Ah, sí. Pantalones.
Patata. Monedero. ¿Dónde?
Aligera. Anda tranquilo. Un momento más. El corazón. La mano buscando el dónde lo puse encontró en
el bolsillo de atrás jabón loción pasarme por tibio papel pegado. Ah el jabón ya veo, sí. La puerta.
¡A salvo!

 

Lolita
Vladimir Nabokov  184  *4=736-583=153

Mi buzón, a la entrada del vestíbulo, pertenecía al tipo que permite
entrever su contenido a través de una tapa de cristal. Varias veces una
embaucadora luz arlequinada que caía a través del vidrio sobre una caligrafía
ajena la había convertido en la letra de Lolita, produciéndome casi un síncope
mientras me apoyaba en una urna adyacente, a punto de convertirse así en la
mía propia. Cada vez que ocurría eso, cada vez que sus garabatos encantadores,
intrincados, pueriles, se transformaban de manera horrible en la letra insulsa de
uno de mis escasos corresponsales, solía recordarme, con angustiado regocijo,
algunas ocasiones de mi pasado confiado y prelastimoso en que una ventana
brillante como alhaja, en la acera opuesta, exhibía ante mis ojos avizores, ante
el periscopio siempre alerta de mi vicio vergonzoso, a una nínfula semidesnuda,
en el acto de peinarse el pelo de Alicia-en-el-País-de-las-Maravillas. En ese
fantasma ígneo había una perfección que hacía perfecto también mi anhelo
desenfrenado, precisamente porque la visión estaba más allá de mi alcance, sin
posibilidad de llegar hasta ella para enturbiarla con la conciencia de una
prohibición violada. En verdad, es muy posible que la atracción misma que ejerce
sobre mí la inmadurez reside no tanto en la limpidez de la belleza infantil,
inmaculada, prohibida, cuanto en la seguridad de una situación en que
perfecciones infinitas cierran el abismo entre lo poco concedido y lo mucho
prometido... la rosa gris inasequible. Mes fenêtres! Pendiente sobre un
crepúsculo abigarrado y el pozo de la noche, rechinando los dientes, yo
apretujaba todos los demonios de mis deseos contra las rejas de un balcón
palpitante. Ya estaban a punto de arrojarse, ya se lanzaban... después de lo cual
la imagen iluminada se movía. Eva volvía a ser una costilla y sólo quedaba en la
ventana un hombre obeso, parcialmente vestido, leyendo su diario.

Sura 25. Al-Furqán (El Criterio de la Verdad) 583

(45) ¿ES QUE no ves a tu Sustentador [a través de Sus obras]? --cómo hace que se alargue la
sombra [hacia el atardecer] cuando, de haberlo querido, podría en verdad hacer que se quedara
quieta: pero hemos hecho del sol su guía; (46) y luego, [después de haber hecho que se
alargue,] la retraemos hacia Nos38 con un acortamiento paulatino.
(47) Y Él es quien hace la noche [como] vestidura para vosotros, y [vuestro] sueño
descanso, y hace que cada [nuevo] día sea una resurrección.

KIOTO – YASUNARI KAWABATA   583

Hideo contempló los cedros que crecían en ambas márgenes.
—Esas primorosas hileras de troncos hacen pensar en una labor de
artesanía. Es tal como me lo figuraba. Y esos manojos de agujas de las
ramas altas parecen flores.

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