VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 563
su marido se le acerca y le dice en una voz que ningún aplauso humano puede
ahogar: «¡Masha mañana van a talar el árbol!».
Aquel detalle acerca del árbol fue el único placer dramático que Golubkov se
permitió durante su carrera gris. Pero perdonaremos su arrebato si recordamos que
éste era el último general que se interponía en su camino y que el acontecimiento
del día siguiente le brindaría automáticamente su elección. En los últimos tiempos
sus amigos habían hecho chanzas (el humor ruso es un pajarillo que se contenta con
una migaja de pan) acerca de la peleílla divertida que mantenían aquellos dos
chicos grandes, ella pidiéndole petulantemente que talara el inmenso álamo viejo,que oscurecía la ventana de su estudio en su casa de verano en las afueras de la
ciudad, y él argumentando que el robusto y viejo amigo era el admirador más verde
(y al decirlo se partía de risa) y por lo tanto debían conmutarle la pena.
Graves, Robert El Vellocino de Oro 563-363=200
Había manadas de búfalos que se revolcaban en los campos mojados, con un pajarito posado sobre
cada una de sus cabezas, que picoteaba los parásitos.
-También veneran a estos pájaros de los búfalos -dijo Argo, hijo de Frixo.
Hacia el mediodía las riberas del río empezaron a ser más firmes, y la corriente más fuerte; pero un
fuerte viento del sudoeste los impulsó y no tuvieron necesidad de remar. Aparecieron más poblados,
cada uno con su muelle y una hilera de canoas, hechas de troncos huecos, amarradas a la orilla.
Volvieron a ver caballos y vacas y campos de lino azul en flor y campos de mijo, casi a punto para
la hoz; y mujeres que lavaban junto a la orilla y chiquillos desnudos que jugaban a las tabas, tan
absortos en su juego que no levantaban la vista cuando pasaba el navío. Las mujeres se pintaban el
borde de los párpados como las egipcias. Aquí y allá había apestosos cementerios de árbol: sauces
de los que pendían envolturas informes, algunas de ellas con buitres y grifos que las iban
desgarrando. Los argonautas, al pasar, se tapaban la nariz con hojas de olor acre.
La vida y la muerte me
están desgastando MO YAN 563
Se produjo una explosión apagada que provocó una cortina de humo e hizo que un hedor a
sangre volara por los aires.
Después de que pasaran unos segundos, que parecieron una eternidad, la sorprendida
multitud rápidamente se congregó y separó los dos cuerpos mutilados. Jinlong había fallecido de
forma instantánea, pero Hong Taiyue todavía respiraba y nadie sabía qué hacer con aquel hombre
que había quedado mortalmente herido. Se limitaron a quedarse en el sitio, mirándole con la boca
abierta. Su rostro estaba amarillento.
—Esta es —tartamudeó con una voz tenue y apenas perceptible mientras la sangre brotaba
de su boca— la última batalla..., la unidad para el futuro...,la Internacional..., tiene que...
La sangre salía a borbotones de su boca, formaba un surtidor de un metro de altura y salpicaba el
suelo que se extendía a su aire dedor. Sus ojos se iluminaron, como plumas de pollo ardiendo, una
vez, dos veces, y luego se oscurecieron, extinguiendo el fuego para siempre
Mientras la muerte se acerca
La caridad y la discordia se desvanece.
Un perro muere, pero la. rueda de la vida sigue su curso
JAMES JOYCE
ULISES 563
No se podía oír lo que
tocaba la banda. Por lo que ya hemos recibido
quiera el Señor tenernos en cuenta. Milly era
una chiquilla entonces. Maruja tenía ese vestido
griselefante con alamares. Estilo sastre con
botones forrados. A ella no le gustaba porque me torcí el tobillo el primer día que lo llevó al picnic
del coro en el Pan de Azúcar. Como si eso. El
sombrero alto del viejo Goodwin arruinado con
algo pegajoso. Picnic de las moscas también.
Nunca se puso encima un vestido como ése. Le
quedaba como un guante, hombro y caderas.
Recién empezaba a rellenarlo bien. Ese día
tuvimos pastel de conejo. La gente se daba
vuelta para mirarla
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