REY JESÚS
DE
ROBERT GRAVES
-Veremos la tierra prometida a la distancia, como la vio Moisés desde Pisga. -Pero antes
bogaron a remo a lo largo de la costa del delta por un mar ya descolorido por el fango
del Nilo, porque habían comenzado las inundaciones, y contaron las siete bocas
principales del río: primero la Canópica, y luego, en orden, la Bolbitinica, la Sebenitica,
la Pineptímica, la Mendésica, la Tanítica y la Pelusiaca. Esa noche anclaron en Pelusia,
llamada antes Avaris, puerta de Egipto desde donde habían iniciado los israelitas
conducidos por Moisés la huida a la tierra prometida. El día siguiente se cargaron a
bordo balas de lino, y luego costearon la delgada barra de arena que separaba el mar del
lago de los Juncos. Allí se habían detenido los egipcios que perseguían a Moisés,
refrenados por un súbito viento del noreste. que confundía las huellas. Muchos
perecieron en las arenas movedizas que todavía perduraban.
Continuaron a remo a lo largo de una costa baja que los bancos de arena tornaban
peligrosa; el monte Seir, la gran montaña de Edom, aparecía en el sudeste entre las
blancas dunas. Y luego distinguieron, directamente al frente, la larga cadena azul de las
sierras de Judea. Esa noche anclaron ante Rinocolura, en la boca del torrente de Egipto,
frontera entre este país y Canaán, aunque el torrente sólo fluye en invierno y primavera.
Jesús pidió permiso para nadar hasta la costa y poner el pie por vez primera en la tierra
de sus antepasados; porque en el capitulo quince del Libro de Josué se dice que ese río
es el limite del sur del territorio de Judá. El patrón del barco no se opuso, y Jesús nadó
hasta la costa y oró en tierra firme; luego cortó una ramita de romero, regresó a bordo y
la entregó a su madre.
MENSAJES INDIOS MIGUEL ANGEL ASTURIAS
Música entre dientes y miedo dormido.
La tocan varones de piedra de rayo vestidos de blanco.
Desde el sol alargan sus brazos de fuego.
Prolongan sus dedos varillas tostadas que al golpear sus yemas
de cabello de hule, en la faz sonora del teclado apenas sostenido en hilos
de cuatro colores, van tiñendo el aire de verde, de rojo, azul y amarillo...
Temblor coloreado de atmósfera y tierra
en que danzan montes, ceibas, caseríos
y quedan las huellas de pies, en los cactos,
huellas de las tunas en el baile verde,
huellas vegetales del gran cataclismo
que dejó las cosas vestidas de espejo,
como se vistieron cuando se creó el mundo,
como se vistieron cuando se creó el son.
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