REY JESÚS
DE
ROBERT GRAVES
-Pero tú, señor, eres judío; y según tu ley yo soy impuro, puesto que soy un comedor de
ratas y lagartos.
-Toda vida es preciosa.
-Señor, estoy profundamente hundido en mi deuda contigo.
-Aquí está mi mano; ve en paz.
-Me avergüenza que me consideréis tan falto de generosidad que, cuando salváis mi
vida, nada doy a cambio.
-Danos lo que alivie tu corazón; pero, amigo, tus posesiones no son grandes.
-Debo dar una palabra.
-De buena gana aceptaremos una palabra, si es una buena palabra.
-Es una palabra de poder sobre las serpientes venenosas, Porque soy un psyllio de la
gran Sirte.
-¿El nombre de un demonio de Libia? Entonces calla: quizá no lo usemos.
-No, señor. Es una palabra clave que usamos con las serpientes: por ella se reconocen
unas a otras y se abstienen de atacar. Su significado es amor. Usándola, tendréis el
poder de manejar a todas las serpientes sin temor.
-La palabra amor, dicha con amor, es hermosa en cualquier lengua.
El gadeliano exclamó:-¿Puede un hombre que no sea un psyllio o un indio negro hablar con amor a una
serpiente venenosa? La serpiente no se dejaría engañar, y el hombre moriría.
-Hagamos la prueba -dijo el psyllio.
Salió con ellos al desierto, más o menos una milla, y luego se agachó y empezó a cantar
de una extraña manera. De pronto las serpientes negras y los áspides empezaron a
acercarse a él, rozando la arena. Se inclinó, las recogió una tras otra y dijo a Jesús, que
estaba a su lado, sin miedo:
-Mira, ¿no es hermosa ésta, y no lo es aquélla? Sus agudos colmillos blancos, sus ojos
brillantes, el diseño de sus escamas, su flexibilidad... Señor, ahora diré la palabra del
amor: repítela conmigo. -Dijo suavemente la palabra, y las serpientes se enroscaron
pacíficamente en los pliegues de sus vestiduras.
Jesús repitió la palabra, extendió la mano hacia un áspid, lo tomó y acaricio.
-Deja que se enrosque en tu cuello, señor.Jesús lo hizo así.
El psyllio dijo al áspid:
-Vete, y di a tus amigos. que han encontrado un nuevo aliado, un hebreo.
El áspid se deslizó al desierto y, a partir de ese momento, Jesús tuvo dominio sobre las
serpientes; poco antes de ser crucificado comunicó a sus discípulos la palabra del
psyllio.
Pero el gadeliano se abstuvo de seguir el ejemplo de Jesús. Dijo:
-No necesito esa palabra. No hay serpientes en mi país, porque mi antepasado Gadelos
las expulsó con su vara.
Cuando Jesús y el gadeliano se separaron, intercambiaron símbolos de afecto. El
gadeliano partió al África, y Jesús regresó a Nazaret, a la carpintería y a meditar en todo
lo que había aprendido. Se habían puesto de acuerdo en una cosa: si alguno de los dos
era expulsado de su propia tierra, se refugiaría en la del otro.
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