jueves, junio 19, 2014

SECRETARIO.


SUTRA DE LA LUZ DORADA  pág. 75

18. CAPÍTULO SOBRE LA TIGRESA

La reina, tumbada sobre su cama, vio un sueño mostrando la
separación de un ser amado. Fue de este modo. Su pecho estaba siendo cortado y
sus  dientes  arrancados.  Las  tres  jóvenes  palomas  que  sujetaba  estaban
atemorizadas y una fue cogida por un halcón.  Entonces cuando su corazón fue
aterrorizado por el temblor de tierra, la reina se despertó de repente y se perdió en el
pensamiento:
 Recuerdo que en anteriores nacimientos hubo un rey llamado Mahãratha. Y
este tenía un hijo muy generoso llamado el excelente Mahãsattva. Y entonces este
tenía  dos  hermanos  llamados Mahãdeva  y Mahãpranãda.  Y  los  hermanos  fueron
juntos a  un bosque  salvaje.   Vieron a  una  tigresa  vencida por  el  hambre.  La
compasión surgió en ese excelente ser:  ”Porque ahora me sacrificaré a mí mismo,
pues  esta  tigresa,  oprimida  por  el  hambre  y  la  sed,  devorará  a  sus  propios
cachorros”. Y Mahãsattva, hijo de Mahãratha, se deslizó por la ladera de la montaña,
cuando  vio  a  la  tigresa  hambrienta,  para  salvar  a  las  crías  de  la  tigresa,  por
compasión.  La  tierra  con  sus  montañas  se  agitó.  Volaron  diversas  bandadas  de
pájaros. Una manada de ciervos se atemorizó. Este mundo fue llenado de oscuridad.
Sus  dos  hermanos,  Mahãpranãda  y  Mahãdeva,  habiendo  buscado  en  ese  gran,
excelente  bosque,  no  encontraron  a  Mahãsattva.   Con  extrema  y  profunda
pena y dolor en sus corazones, vagaron, inconscientes, por el bosque. Buscaron a
su hermano, sus rostros (cubiertos) de lágrimas. Vagaron por el medio del bosque.
Ambos  príncipes,  Mahãpranãda  y  Mahãdeva,  fueron  donde  descansaba  la  débil
tigresa. Viendo a  la  tigresa y a sus cachorros,  los  labios de  la  tigresa cubiertos de
sangre,  y  viendo  algunos  cabellos  y  huesos  esparcidos  por  el  suelo,  ya  que  unas
pocas gotas de su sangre habían caído al suelo, los dos príncipes contemplaron el
suelo rociado de sangre. Se desmayaron y con sus mentes afectadas, cayeron allí al
suelo, sus extremidades cubiertas de barro y polvo, despojados de su sentido de la
memoria,  con  pensamientos  confusos.  Y  sus  asistentes,  lamentándose  con  voz
lastimera, oprimidos por una profunda pena,  los  rociaron de agua  y  sollozaban de
pie con los brazos alzados.  Y tan pronto como cayó, su madre y portadora, la
reina  principal,  junto  a  quinientas  mujeres,  entró  en  palacio  y  se  sentó
cómodamente. Producida por ambos pezones de su pecho, de  repente  fluyó  leche
pues  todo  su  cuerpo  estaba  atormentado  como  si  fuera  pinchado  por  agujas.
 
La condición humana
de
André Malraux              75

Una explosión intensa resonó sobre la acera; a pesar del
humo, una mancha de sangre de un metro
apareció sobre el muro. El humo se apartó:
el muro estaba lleno de sangre
y de carne. El segundo insurrecto por
falta de apoyo y deslizándose con todo
su peso a lo largo del tejado, había
arrancado al primero. Ambos habían
caído sobre sus propias granadas.
 

Graves, Robert El Vellocino de Oro    75

Pero Jasón tampoco oyó estas palabras; estaba ocupado despojando a uno de los bueyes de su
blanca piel. Los nobles que lo contemplaban despreciaban su habilidad, pues desollar era una tarea
que los hombres de cuna distinguida dejaban para sus servidores. Con un corte aquí, y uno allá y
otro corte más allá, Jasón extrajo la piel completa sin que una gota de sangre manchara el blanco
pelo. Mientras Jasón estaba atareado en esto, el Fantasma del pastor se acercó lentamente con
mirada asesina. Linceo metió apresuradamente la mano en el zurrón, sacó tres alubias, las introdujo
en su boca y las escupió luego al pastor.
-¡Vete! ¡Vete! ¡Vete! -murmuró.
El Fantasma se desvaneció con un grito mudo de dolor y rabia.
 
ROBERT GRAVE LA DIOSA BLANCA   75

El enigma: «He estado tres periodos en el castillo de Arianrhod».
Arianrhod («Rueda de plata») aparece en la Tríada  como la «hija rodeada de
plata de Dón» y es uno de los personajes principales del Romance de Math el hijo de
Mathonwy. Nadie que conozca las abundantes variantes de la misma leyenda en todas
las colecciones de mitos europeos puede poner en duda su identidad. Es la madre del
habitual Dylan, Niño-Pez Divino, quien, después de matar al común Reyezuelo (como
el Año Nuevo Petirrojo hace el día de San Esteban) se convierte en Llew Llaw Gyffes
(«el León de la mano firme»), el habitual, bello y perfecto, héroe solar, con los
habituales mellizos celestiales a su lado. Arianrhod adopta entonces la forma de
Blodeuwedd, la habitual diosa del Amor; mata traidoramente (como de costumbre) a
Llew Llaw -la leyenda es por lo menos tan antigua como la epopeya babilónica de
Gilgamesh- y luego se transforma, primero en la habitual Lechuza de la Sabiduría, y
después en la habitual Vieja-Cerda-que-devora-a-su-lechigada; así alimenta a la carne
muerta de Llew. Pero Llew, cuya alma ha tomado la forma habitual del águila, es, como
de costumbre, devuelto a la vida.
 

De la altura al giro: impresionantes rascacielos diseñados en espiral
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