TEXTOS DE LAS PIRAMIDES 159
GRAVES, ROBERT LA DIOSA BLANCA 159
En este momento las puntas de mis dedos comenzaron a picarme y cuando hice
que sostuvieran una pluma, reconstruyeron el encantamiento original del siguiente
modo:
Poderes de los árboles, puntas de los dedos,
primer grupo de cinco de los cuatro,
descubrid todo lo que vuestro poeta pide
tamborileando en su frente.
Espiga de abedul, pulgar palpitante,
con el poder de la adivinación,
abedul, tráele noticias de amor;
el corazón late fuertemente.
Vara de fresno, dedo índice,
con el poder de la adivinación
descífrale un enigma;
entrégale la clave.
Fresno, dedo del medio,
con el poder de la adivinación
hábil en el pronóstico, tonto de otro modo,
distribúyelo entre los vientos.
Aliso, dedo médico,
con el poder de la adivinación
diagnostica todas las enfermedades
de una mente dudosa.
Vara de sauce, dedo de la oreja,
con el poder de la adivinación
obliga a hacer confesiones a la boca
de un cadáver consumido.
Puntas de los dedos, cinco tártagos,
árboles, que adivinan la verdad,
descubrid todo lo que vuestro poeta pide
tamborileando en su frente.
JAMES JOYCE
ULISES 159
Una nube comenzó a cubrir el sol
enteramente, lentamente, enteramente. Gris.
Lejos.
No, así no. Una tierra árida, desnudo
desierto. Lago volcánico, el mar muerto: sin
peces ni plantas acuáticas, hundido en la tierra.
Ningún viento movería esas olas, gris metal,
aguas cargadas de vapores ponzoñosos. La
lluvía de azufre le llamaban; las ciudades del
llano: Sodoma, Gomorra, Edom. Todos nombres
muertos. Un mar muerto en una tierra muerta,
gris y vieja. Vieja ahora. Dio a luz la raza más
antigua, la primera raza. Una bruja encorvada
cruzó de lo de Casidy agarrando una botella por
el cuello con la mano crispada. La gente más antigua. Vagaron lejos por toda la tierra, de
cautiverio en cautiverio, multiplicándose,
muriendo, naciendo en todas partes. Yace allí
ahora. Ahora no puede engendrar más. Muerto:
de una vieja: la hundida concha gris del mundo.
Desolación.
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