sábado, abril 25, 2015

HERMANO TORO.




EL PAPA DE LOS CARACOLES   HENRI VINCENOT  276


Glenn Cooper La llave del destino 126

—Gracias. A pesar de que estamos casados, ya no puede ser mi mujer. Estoy muerto en mi interior, la dicha ha desaparecido para siempre. No obstante, voy a
dedicarles el resto de mi vida a ella y a Dios. Viviré como un humilde monje. Ella
vivirá como una humilde monja. Seremos como hermano y hermana en Cristo.
Aunque yo viviré con el perpetuo sufrimiento de mi destino, gracias a nuestro
amor por Dios podemos amarnos mutuamente.
Bernardo le dio una palmada en la rodilla.
—Vamos, hermano. Hace un buen día. Caminemos un poco más.
Siguieron el curso del río, que fluía por debajo de ellos. El verano había sido
testigo de fuertes lluvias y la escorrentía de las orillas teñía las turbulentas aguas
de un marrón fangoso, pero en la cornisa donde se encontraban la tierra estaba
seca y firme. Las sandalias entrechocaban con los talones a cada paso que daban.
Se aproximaron al punto más lejano al que habían llegado jamás en los acantilados,
pero el tiempo era perfecto y ambos tenían suficiente energía para continuar. No
sintieron la necesidad de hablar; habría sido una vergüenza competir con los
sonidos del viento al acariciar las hojas de los árboles. En lo alto de los acantilados
se sentían unos privilegiados por estar en el reino del águila, en el reino de Dios.
—¡Mirad! Descansemos aquí —dijo Bernardo al cabo de un rato.
En una cornisa ancha con una vista maravillosa del valle había un enebro
viejo y retorcido que parecía nacer de las rocas. Sus ramas sinuosas ofrecían una
zona de sombra fresca. Se sentaron, apoyaron la espalda en el áspero tronco y
siguieron disfrutando del silencio.

YO,OTRO  IMRE KERTESZ  124
Luna llena en Tel Aviv.Tras los rascacielos del Marriot,del Hilton,del Sheraton,la espuma del oleaje,proveniente de un simple rompeolas hecho con rocas,se arrima sedosa a mis pies,como los gatos de Tel Aviv.

Michel Houellebecq
Las partículas elementales  108

En 1987 hicieron su aparición en el Espacio los primeros talleres de inspiración
semirreligiosa. Por supuesto, el cristianismo estaba excluido; aunque —para seres
que, en el fondo, eran débiles de espíritu— una mística exótica lo bastante
imprecisa podía casar con el culto al cuerpo que seguían pregonando contra toda
lógica. Los talleres de masaje sensitivo o de liberación de la orgona continuaron,
desde luego; pero surgió un interés cada vez más vivo por la astrología, el tarot
egipcio, la meditación sobre los chakras, las energías sutiles. Hubo «encuentros con
el Ángel»; la gente aprendió a sentir la vibración de los cristales. En 1991 el
chamanismo siberiano hizo una entrada espectacular: la prolongada estancia
iniciática en una sweat lodge alimentada por las brasas sagradas provocó la muerte
de uno de los participantes a causa de una parada cardíaca. El tantra —que reunía
el frotamiento sexual, una espiritualidad difusa y un profundo egoísmo— tuvo un
éxito especialmente notable. En unos años, el Espacio —como tantos otros lugares
en Francia o en Europa occidental— se convirtió en un centro New Age
relativamente concurrido, a la vez que conservaba un carácter hedonista y libertario
«años setenta» que aseguraba su originalidad en el mercado.


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