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SUTRA DE LA LUZ DORADA 84 PÁGS. 0 84*3=252-214=38
Entonces Sarasvat, la gran diosa, cubrió un hombro con sus toga, puso su rodilla
derecha en el suelo, hizo el gesto de reverencia en la dirección del Señor y habló de
este modo al Señor:
“Yo, querido Señor, la gran diosa Sarasvat, contribuiré a la elocuencia por bien
de adornar la palabra del monje que predica la Ley. Y conferiré sobre él un
dhãran.
Yo arreglaré la substancia de su palabra de manera que sea bien hablada.
Y daré gran iluminación de conocimiento al monje que predica la Ley. Cualesquiera
palabras o letras de este excelente Suvarnabhãsa, rey de los su tras, puedan
haberse perdido u olvidado, yo proveeré a este monje que predica la Ley con todas
esas bien-habladas palabras y letras. Y yo conferiré sobre él un dhãran por bien de
impedir la perdida de su memoria, de manera que este excelente Suvarnabhãsa, rey
de los su tras, pueda durante tiempo avanzar en Jambudvpa para bienestar de
aquellos seres que hayan plantado raíces de mérito bajo miles de Budas, [de
manera que] no pueda desaparecer pronto, [de manera que] numerosos seres
habiendo escuchado este excelente Suvarnabhãsa, rey de los sutras, puedan tener
inconcebible, aguda sabiduría, [de manera que] ellos puedan obtener una
inconcebible cantidad de conocimiento, [de manera que] puedan obtener la vejez y
la prosperidad en esta vida, [de manera que] puedan obtener ayuda para vivir y una
ilimitada cantidad de mérito, [[de manera que] ellos puedan volverse hábiles en
diversos recursos], [de manera que] ellos puedan convertirse en eruditos en todos
los textos, [de manera que] puedan obtener éxitos en la ejecución de diversas artes”.
LA CONDICIÓN
HUMANA
(La condition humaine, 1933)
André Malraux 139 págs 0 214-139=75
Las nubes bajas y pesadas avanzaban en el mismo sentido que ellos, bajo la luz amarillenta del
día, con un movimiento inseguro y, sin embargo, imperioso de destinos. Chen había cerrado los
ojos para reflexionar, aunque continuaba caminando; sus camaradas esperaban, contemplando aquel
a perfil curvo, que avanzaba, como de ordinario, a lo largo de los muros
ISMAEL KADARÉ-EL PALACIO DE LOS SUEÑOS pág.152 PÁGS. 0 214-152=62
ANATOLE FRANCE-EL FIGON DE LA REINA PATOJA 197 págs. 0 214-197=17
Era un maravilloso espectáculo ver a mi buen maestro,
con las narices hundidas en las páginas de algún librito recién llegado de
Holanda, y levantar luego la cabeza para disertar, según el caso, pero
siempre con la misma ciencia abundante y jovial, ora acerca de los planes
de monarquía universal, atribuidos al difunto rey, ora sobre las aventuras
galantes de un hacendista con una cómica. El señor Blaizot no se cansaba de
oírle. Era el tal señor Blaizot un viejecito de pequeña estatura, flaco y
limpio, que vestía chupa y calzón color de pulga y medias de lana grises. Yo
le admiraba mucho, no concibiendo nada más agradable que vender, como
él, libros en La Imagen de Santa Catalina.
Un recuerdo contribuyó a revestirme la tienda del señor Blaizot de su
encanto misterioso. Y fue que un día, siendo aún muy joven, vi por
primera vez una mujer desnuda. La veo aún. Era la Eva de una Biblia en
estampas. Tenía un gran vientre y las piernas un poco cortas, y hablaba con
la serpiente sobre un paisaje holandés. El dueño de aquella estampa me
inspiró desde luego una consideración que se sostuvo en lo sucesivo,
cuando adquirí, gracias al señor Coignard, el gusto de los libros.
EL QUIJOTE-CERVANTES pág 214
»Demasiada cosa sería decir yo agora la mucha hermosura, la gentileza, el
gallardo y rico adorno con que mi querida Zoraida se mostró a mis ojos: sólo
diré que más perlas pendían de su hermosísimo cuello, orejas y cabellos, que
cabellos tenía en la cabeza. En las gargantas de los sus pies, que descubiertas,
a su usanza, traía, traía dos carcajes (que así se llamaban las manillas o
ajorcas de los pies en morisco) de purísimo oro, con tantos diamantes
engastados, que ella me dijo después que su padre los estimaba en diez mil
doblas, y las que traía en las muñecas de las manos valían otro tanto. Las
perlas eran en gran cantidad y muy buenas, porque la mayor gala y bizarría de
las moras es adornarse de ricas perlas y aljófar, y así, hay más perlas y
aljófar entre moros que entre todas las demás naciones; y el padre de Zoraida
tenía fama de tener muchas y de las mejores que en Argel había, y de tener
asimismo más de docientos mil escudos españoles, de todo lo cual era señora esta
que ahora lo es mía. Si con todo este adorno podía venir entonces hermosa, o no,
por las reliquias que le han quedado en tantos trabajos se podrá conjeturar cuál
debía de ser en las prosperidades. Porque ya se sabe que la hermosura de algunas
mujeres tiene días y sazones, y requiere accidentes para diminuirse o
acrecentarse; y es natural cosa que las pasiones del ánimo la levanten o abajen,
puesto que las más veces la destruyen.Digo, en fin, que entonces llegó en todo estremo aderezada y en todo estremo
hermosa, o, a lo menos, a mí me pareció serlo la más que hasta entonces había
visto; y con esto, viendo las obligaciones en que me había puesto, me parecía
que tenía delante de mí una deidad del cielo, venida a la tierra para mi gusto y
para mi remedio.
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