VLADIMR NABOKOV-OBRAS 155
Una farola centelleaba delante; sobre el cristal se
derramaba una rama, y las hojas que caían sobre el extremo del cristal, saturadas de
luz, eran casi una pura transparencia. Se acercó. La sombra de la puerta de entrada,
con su trabajo de celosía distorsionado por completo, le alcanzaba desde la acera
enmarañándole los pies. Más allá de la verja y más allá también del oscuro camino
de grava, se erguía amenazante la fachada de la casa familiar, toda oscura salvo por
una sola luz en una ventana abierta. Dentro de aquella sima color ámbar, la doncella
se disponía a extender con un amplio movimiento de sus brazos una sábana blanca
como la nieve sobre una cama
JAMES JOYCE-ULISES I 155
Siguiendo la señal del dedo de ella sacó
de la cama una pernera de sus bragas sucias.
¿No? Luego una retorcida liga gris enrollada en
una media: planta arrugada y lustrosa.
—No: ese libro.
Otra media. Su falda.
—Debe de haberse caído —dijo ella.
Él palpó aquí y allá. Voglio e non vorrei.
Quisiera saber si ella pronuncia bien eso:
Voglio. No en la cama. Debe de haberse resbalado. Se agachó y levantó la colcha. El
libro, caído, estaba abierto contra la curva del
orinal naranjafileteado.
—Déjame ver —dijo—. Puse una señal.
Hay una palabra que quería preguntarte.
Tomó un trago de té de su taza sostenida
del lado sin manija y, habiéndose limpiado la
punta de los dedos elegantemente sobre la
frazada, recorrió el texto con una horquilla
hasta que llegó a la palabra.
—¿Meten si qué? 17 —le preguntó él.
—Aquí —dijo ella—. ¿Qué quiere decir?
Se inclinó hacia adelante y leyó cerca de
la lustrada uña de su pulgar.
—¿Metempsicosis?
—Sí. ¿De dónde salió eso?
—Metempsicosis—dijo él, arrugando el
entrecejo—. Es griego: viene del griego. Significa
la trasmigración de las almas.
—¡Qué pavada! —exclamó ella—. Dilo en
palabras sencillas
ROBERTO BOLAÑO-2666 155
En el sueño de Norton ésta se veía reflejada en ambos espejos.
En uno de frente y en el otro de espaldas. Su cuerpo estaba
ligeramente sesgado. Con certeza resultaba imposible decir si
pensaba avanzar o retroceder. La luz de la habitación era escasa
y matizada, como la de un atardecer inglés. No había ninguna
lámpara encendida. Su imagen en los espejos aparecía vestida
como para salir.
De pronto Norton se dio cuenta de que la mujer reflejada en el
espejo no era ella. Sintió miedo y curiosidad y permaneció
quieta, observando si cabe con mayor detenimiento a la figura
en el espejo. Objetivamente, se dijo, es igual a mí y no tengo
ninguna razón para pensar lo contrario. Soy yo. Pero luego se
fijó en su cuello: una vena hinchada, como si estuviera a punto
de reventar, lo recorría desde la oreja hasta perderse en el omóplato.
Una vena que más que real parecía dibujada. Entonces
Norton pensó: tengo que marcharme de aquí. Y recorrió la habitación
con los ojos intentando descubrir el lugar exacto en
que se encontraba la mujer, pero le fue imposible verla. Para que se reflejase en ambos espejos, se dijo, tenía que estar justo
entre el pequeño pasillo de entrada y la habitación. Pero no la
vio. Al mirarla en los espejos notó un cambio. El cuello de la
mujer se movía de forma casi imperceptible. Yo también estoy
siendo reflejada en los espejos, se dijo Norton. Y si ella sigue
moviéndose finalmente ambas nos miraremos. Veremos nuestras
caras. Norton apretó los puños y esperó. La mujer del espejo
también apretó los puños, como si el esfuerzo que hacía
fuera sobrehumano. La tonalidad de la luz que entraba en la
habitación se hizo cenicienta. Norton tuvo la impresión de que
afuera, en las calles, se había desatado un incendio
MANUEL VICENT-BALADA DE CAIN 81págs 81*2=162-155=7
No sé nada, primo. ¿Qué ha pasado ahora?
—Acaban de matar a un famoso que se llama Abel.
—¿Abel, el bailarín?
—Algo así.
—¿Dónde ha sido?
—Nadie lo dice. Parece como si lo hubieran matado en infinitos lugares a la vez.
—Eso sucede a menudo. Un hombre siempre muere en distintos sitios al mismo tiempo.
—Y también da la sensación que el crimen ha ocurrido hace miles de años, aunque lo han descubierto esta tarde. La radio lo está dando de nuevo. La policía busca a alguien que lleve una señal en la frente y se llame Caín. ¿No es mucha coincidencia?
—Puede tratarse de un serial.
—Nada de eso. A Abel lo acaba de matar su hermano. Es real. Oiga esto. Son noticias de las cuatro de la madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario