BORGES-OBRAS COMPLETAS 526
Quienes escriben que la secta del Fénix tuvo su origen en Heliópolis,
y la derivan de la restauración religiosa que sucedió a la
muerte del reformador Amenophis IV, alegan textos de Heródoto,
de Tácito y de los monumentos egipcios, pero ignoran, o
quieren ignorar, que la denominación por el Fénix no es anterior
a Hrabano Mauro y que las fuentes más antiguas (las Saturnales
o Flavio Josefo, digamos) sólo hablan de la Gente de la Costumbre
o de la Gente del Secreto. Ya Gregorovius observó, en los
conventículos de Ferrara, que la mención del Fénix era rarísima
en el lenguaje oral; en Ginebra he tratado con artesanos que no
me comprendieron cuando inquirí si eran hombres del Fénix,
pero que admitieron, acto continuo, ser hombres del Secreto. Si
no rne engaño, igual cosa acontece con los budistas; el nombre
por el cual los conoce el mundo no es el que ellos pronuncian.
Miklosich, en una página demasiado famosa, ha equiparado
los sectarios del Fénix 'a los gitanos. En Chile y en Hungría hay
gitanos y también hay sectarios; fuera de esa especie de ubicuidad,
muy poco tienen en común unos y otros. Los gitanos son chalanes,
caldereros, herreros y decidores de la buenaventura; los sectarios
suelen ejercer felizmente las profesiones liberales
Los gitanos
configuran un tipo físico y hablan, o hablaban, un idioma secreto;
los sectarios se confunden con los demás y la prueba es que no
han sufrido persecuciones. Los gitanos son pintorescos e inspiran
a los malos poetas.
ROBERT GRAVES-LA DIOSA BLANCA 526
El nombre divino de Alpha, escrito con cuatro letras, resulta ser «Acab» en la
lista de nombres de letras de O'Flaherty; lo que indica Achab (Ahab) rey de Israel,
nombre que tenía también el profeta que aparece en los Hechos de los Apóstoles como
«Agabo». Es el nombre «Agabo» el que explica el enigma secundario «he sido locuaz
antes que me dotaran con el habla», pues Agabo (quien, según el seudo-Doroteo, era
uno de los setenta discípulos) es mencionado dos veces en los Hechos de los Apóstoles.
En la primera mención (Hechos, XI) «vaticinó por el Espíritu una grande hambre».
Gwion pretende comprender por significó (vaticinó) que Agabo hizo señas, es decir que
profetizó con gestos en esa ocasión, en tanto que en Hechos, XXI dijo en voz alta: «Esto
dice el Espíritu Santo». Pero Achab no es un nombre divino; en hebreo significa
solamente «hermano del padre». Sin embargo, Acab significa en hebreo «cigarra», y la
cigarra de oro era entre los griegos del Asia Menor un símbolo divino de Apolo, el dios Sol.
JAMES JOYCE-ULISES 526
Empezó:
—Señor presidente, señoras y señores:
grande fue mi admiración al escuchar las
afirmaciones dirigidas a la juventud de Irlanda
hace un instante por mi docto amigo. Me pareció
haber sido transportado a un país alejado de
este país, a una edad remota de esta edad, que
me hallaba en el antiguo Egipto y que estaba
escuchando el discurso de algún sumo sacerdote
de esa nación dirigido al juvenil Moisés.
Sus oyentes dejaron en suspenso los
cigarrillos para escuchar, los humos
ascendiendo en frágiles tallos que florecían con
su discurso. Y que nuestros humos retorcidos.
Nobles palabras se aproximan. Veamos.
¿Podrías tú hacer la prueba?
—Y me pareció que escuchaba la voz del
sumo sacerdote egipcio, levantada en un tono de
igual arrogancia y de igual orgullo. Escuché sus
palabras y su significado me fue revelado.
Sura 21. Al-Anbiya’ (Los Profetas) 526
(81) Y [sometimos]a Salomón el viento tempestuoso, que soplaba por mandato suyo hacia la
tierra que habíamos bendecido:75 porque somos Nosotros quienes tenemos conocimiento de todo.
(82) Y entre las fuerzas rebeldes [que le sometimos]76 había algunos que buceaban para él [en el
mar] y ejecutaban además otros trabajos: pero éramos Nosotros quienes los vigilábamos.77
(83) Y [recuerda a] Job, cuando invocó a su Sustentador: “¡La desgracia ha hecho presa en
mí: pero Tú eres el más misericordioso de los misericordiosos!”78 –(84) y entonces le respondimos,
apartando de él la desgracia que le afligía; y le dimos una nueva descendencia,79
doblando su número como misericordia Nuestra, y como recordatorio para todos los que
Nos adoran.
75 Esta es al parecer una alusión a las flotas de veleros que transportaban ingentes riquezas hasta las costas
de Palestina (“la tierra que habíamos bendecido”) y que hicieron proverbial la riqueza de Salomón.
76 Mi traducción de shaiatín (lit., “satanes”) por “fuerzas rebeldes”, en este contexto, se basa en el sentido
figurado del término shaitán como algo “rebelde”, “excesivamente orgulloso” o “insolente” (cfr. Lane IV,
1552) –que en este caso posiblemente se refiera a enemigos sometidos y esclavizados o, más probablemente,
a fuerzas “rebeldes” de la naturaleza que Salomón fue capaz de domeñar y utilizar; no obstante,
véase también la nota siguiente.
77 El Qur’án alude aquí, como en varios otros pasajes relativos a Salomón, a las numerosas leyendas poéticas
que desde tiempos remotos han estado asociadas con su nombre y que entraron a formar parte del
legado cultural judeo-cristiano y árabe mucho antes de la llegada del Islam. Aun que es posible, sin lugar
a dudas, interpretar de forma “racional” dichos pasajes, no lo considero realmente necesario. Estos relatos
legendarios de la sabiduría y poderes mágicos de Salomón estaban tan profundamente arraigados en la
imaginación de la gente, que habían adquirido realidad cultural propia y se prestaban inmejorablemente
como vehículo para la exposición parabólica de ciertas verdades éticas de las que se ocupa este libro: y
así, sin negar ni confirmar su carácter mítico, el Qur’án las utiliza como marco para la idea de que Dios es
la fuente suprema de todo el poder y la gloria humanos, y que todos los logros del ingenio humano, aunque
a veces rayen en lo milagroso, no son sino expresión de Su transcendental poder creador.
78 La historia de Job (en árabe, Aiub), que describe su felicidad y prosperidad primeras, sus tribulaciones
posteriores, la pérdida de todos sus hijos y de su hacienda, su inmunda enfermedad y su desesperación
total y, finalmente, la recompensa de Dios por haber sido paciente en la adversidad, aparece narrada en
detalle en el Antiguo Testamento (Libro de Job). Esta epopeya bíblica, altamente filosófica, es con toda
probabilidad una traducción o paráfrasis en hebreo –como puede verse por el lenguaje empleado—de un
poema nabateo (e.d., del norte de Arabia), porque “Job, autor del más extraordinario poema producido en
el mundo semítico antiguo, era árabe y no judío, como lo indican la forma de su nombre (Iiyob) y el escenario
de su libro, ubicado en el norte de Arabia” (Philip K.Hitti, History of the Arabs, Londres 1937, pp.
42-43). Dado que Dios le “habló”, Job ocupa en el Qur’án un lugar entre los profetas, como personificación
de la suprema virtud de la paciencia frente a la adversidad (sabr).
VLADIMIR NABOKOV-CUENTOS 526
si usted me preguntara una sola cosa, si conozco,
en términos humanos, lo que hay después de la muerte, esto es, si usted tratara de
evitar el absurdo en el que acabaría por desvanecerse la competencia entre dos
conceptos opuestos pero básicamente similares, una respuesta negativa mía le
llevaría a concluir lógicamente que su vida no puede acabar en la nada, mientras
que una respuesta afirmativa le haría llegar a la conclusión contraria. En uno y otro
caso, como verá, usted permanecería en la misma situación que antes, porque un
«no» seco le probaría a usted que yo no sé del tema más que usted, mientras que un
húmedo «sí» sugeriría que usted acepta la existencia de un cielo internacional del
que su razón no puede menos que dudar.
—No hace más que evadir por todos los medios una respuesta directa, pero déjeme
que observe, sin embargo, que cuando se trata del tema de la muerte, al menos no
me responde con un «frío».
—Ya está usted otra vez en las mismas —suspiró Falter—. ¿No acabo de explicarle
que cualquier tipo de deducción, cualquiera, entiende usted, se ajusta a la curvatura
del pensamiento? Es correcta, mientras permanezca en la esfera de las dimensiones
terrenas, pero cuando se intenta ir más allá, el error crece en proporción a la
distancia cubierta. Y no es eso todo: su mente interpretará cualquier respuesta que
yo pueda darle exclusivamente desde un punto de vista utilitario, porque usted es
incapaz de concebir la muerte más que a imagen de su propia tumba, y esto a su vez
distorsionará hasta tal punto el sentido de mi respuesta que la convertirá, ipso facto,
en una mentira.
Por lo tanto observemos el decoro incluso en nuestras transacciones
con lo transcendental. No puedo expresarme con más claridad, y usted debería
estar agradecido de que le conteste con indirectas. Veo que al menos usted se ha
dado cuenta de que en la formulación misma de la pregunta hay una pequeña
trampa, una trampa, que, por cierto, es en sí misma más terrible que el propio
miedo a la muerte. En su caso es particularmente fuerte, ¿no es así?
—Sí, Falter. El terror que siento al pensar en mi futura falta de conciencia sólo es
comparable a la repugnancia que me inspira la imagen mental de la
descomposición de mi cuerpo.
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