JAMES JOYCE
ULISES 282
Aproximándose al
crepúsculo. Las sombras de las mezquitas a lo
largo de los pilares; sacerdotes con su pliego de
pergamino arrollado. Un temblor de los árboles,
señal, el viento del crepúsculo. Sigo. Cielo de oro
esfumándose. Una madre observa desde su
puerta. Ella llama a casa a sus hijos en su
lenguaje oscuro. Alta pared: más allá puntear de
cuerdas. Noche cielo luna, violeta, color de las
ligas nuevas de Maruja. Cuerdas. Escucha. Una
joven tocando uno de estos instrumentos ¿cómo
se llaman?: dulcémeles. Paso.
Probablemente ni una pizca así en la
realidad. Clase de cosas que uno lee: en la senda
del sol. Explosión de sol en la portada. Sonrió,
satisfecho de sí mismo. Lo que dijo Arturo
Griffth acerca de la viñeta sobre el artículo de
fondo del Hombre Libre: un sol autónomo
levantándose al noroeste desde el sendero
detrás del banco de Irlanda. Prolongó su sonrisa placentera. Un hallazgo de Isaac: sol autónomo
ascendiendo en el noroeste.
Graves, Robert El Vellocino de Oro 282
-Ya lo ves, Basurero, ya ves lo que responde -dijo Hércules-. Pero, al fin y al cabo, ¿qué me importa
a mí un trabajo más o menos? Dime lo que quiere esta vez el loco de tu amo.Entonces Talcibio le ordenó que trajese una cesta llena de naranjas sagradas, o manzanas de oro,
como a veces se las llama, de las islas Hespérides: un trabajo que ya hemos mencionado con
anterioridad. Hércules le advirtió a Augías que, ya que el rey Euristeo se había negado a reconocer
que el trabajo anterior estaba bien hecho y ya que Augías consideraba que desde luego lo había
hecho muy bien, Augías debía otorgarle un premio de consolación: una décima parte del ganado de
Elide le bastaría.
PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York 282
Fantasmas.
Sí, estamos rodeados de fantasmas.
¿Y la historia?
Es muy simple en realidad. Thoreau y Bronson Alcott, un amigo suyo, llegaron a
casa de Whitman en Myrtle Avenue y la madre de Walt les mandó al dormitorio del
ático que él compartía con un hermano retrasado mental, Eddy. Todo fue bien. Se
estrecharon la mano, intercambiaron saludos, etcétera. Pero luego, cuando se sentaron
para discutir sus opiniones sobre la vida, Thoreau y Alcott se fijaron en que había un
orinal lleno justo en medio de la habitación. Walt, por supuesto, era un hombre
expansivo y no le prestó atención, pero a los dos hombres de Nueva Inglaterra les
resultaba difícil continuar hablando con un orinal lleno de excrementos delante de ellos.
Así que finalmente bajaron a la sala y continuaron la conversación allí. Es un detalle
insignificante, lo comprendo. Pero cuando dos grandes escritores se conocen, hacen
historia y es importante conocer todos los detalles exactos. El orinal, sabe, me recuerda
de alguna manera al cerebro en el suelo. Y cuando te paras a pensarlo, hay cierta similitud
de forma. Me refiero a las protuberancias y las circunvoluciones. Hay una clara
conexión. El cerebro y los intestinos, los adentros de un hombre. Siempre hablamos de
intentar meternos en un escritor para comprender mejor su obra. Pero cuando llegamos
al fondo, no hay mucho que encontrar, por lo menos no mucho que sea diferente de lo
que encontraríamos en cualquier otro.
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