LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS
Verás en primer lugar surgir del corazón de Vairocana el supremo conocimiento de la esfera de todas las cosas, de un blanco resplandeciente, como una red de rayos luminosos brillantes y terroríficos, que van del corazón de Vairocana al tuyo. En esa red de rayos se
encuentran los granos de luz de cuatro direcciones, en cuyo centro se reparten
indefinidamente los granos unos dentro de otros. Son como espejos invertidos y se
acumulan unos en otros, sin que haya ese despliegue de centro ni de periferia . Del
corazón de Vajrasattva se te aparece un tejido de luz azul resplandeciente, que es el supremoconocimiento semejante a un espejo . Es una acumulación sin fin de granos
luminosos como órbitas una dentro de otra, semejantes a copas de turquesa invertidas.
Del corazón de Ratnasambhava se te aparece una red de luz amarilla resplandeciente,
que es el supremo conocimiento de la ecuanimidad . Es una acumulación de granos
luminosos semejantes a copas de oro invertidas unas dentro de otras. Del corazón de
Amitabha se te aparece un tejido de luz de un rojo resplandeciente, que es el supremo
conocimiento analítico . Es una acumulación de órbitas de luces rojas semejantes a copas de coral invertidas hasta el infinito unas dentro de otras, en el centro y en las cuatro direcciones de cada una de ellas, indefinidamente, de forma que no hay centro ni
periferia. Todas estas redes luminosas llegan a tu corazón.
»Noble hijo; todo esto procede del despliegue y de la potencialidad inherente a tu propio
conocimiento, y no viene de otro lugar. No sientas, pues, atracción ni temor. Relaja
profundamente tu espíritu en la no-conceptualización. En ese estado, todas las
formas divinas y todas las radiaciones luminosas se fundirán en ti y te convertirás en
Buda.
INDRA Y EL DESFILE DE LAS HORMIGAS
una fila de hormigas había hecho aparición en el salón. En formación militar se movía por el suelo. "El niño se percató de ellas y se rió. Después se sumergió en un silencio de profunda meditación.
—¿Por qué te ríes? —balbuceó Indra, pues la orgullosa garganta del rey se había resecado—. ¿Quién eres? El niño dijo:
—Me río a causa de las hormigas. Pero no te puedo decir la razón, porque es un secreto que subyace en la sabiduría de las edades y no ha sido revelado ni a los santos.
—Oh niño —rogó Indra, con una nueva y visible humildad—. No se quién eres. Revélame ese secreto de los tiempos, esa luz que disipa las tinieblas.
—Vi las hormigas —replicó el niño—, que avanzaban en un largo desfile. Cada una de ellas ha sido alguna vez un Indra. Igual que tú, cada una ha ascendido al rango de rey de los dioses. Pero ahora, a lo largo de muchas reencarnaciones, todas se han convertido otra vez en hormigas. La piedad y las buenas acciones elevan a los seres vivientes hasta los gloriosos reinos de las mansiones celestiales.
http://www.proyectopv.org/3-verdad/mitosindra.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario