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Las baladas del ajo MO YAN 913
La bronceada piel del rostro
hinchado de Gao Ma brillaba bajo la
sangre y el barro. Estaba tumbado en
el suelo, con las piernas rectas y los
brazos extendidos con rigidez a lo
largo de los costados. El adjunto
Yang
colocó la oreja sobre su pecho. Jinju
escuchó el intenso y potente latido
del corazón de Gao Ma, que iba
acompasado con el ritmo de las
pisadas del potro: las pisadas de sus pezuñas
eran el palpitar de un pequeño
tambor,
los latidos del corazón eran el sonido
de un tambor más grande.
—Por favor, no te mueras, Hermano
Mayor Gao Ma. No me dejes
aquí sola —gimió Jinju mientras observaba cómo el potro castaño
galopaba por la carretera, luego iba
de acá para allá dando grandes
zancadas por el borde del campo de
pimientos, mientras las chispas salían
volando de sus zapatos de metal y
daba la sensación de que estaba
chapoteando en el agua.
EL RUIDO QUE HACEN LAS COSAS AL CAER 13
JUAN GABRIEL VASQUEZ
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