jueves, junio 12, 2014

PIEDRA DE RIO.







 EL SUTRA DE LA FLOR DE  LOTO  268


El que sostiene en alto el Dharma de la Flor,habiendo olido sus esencias, conoce a todos los Dioses.
Aquel que sostiene en alto el Sutra,viviendo aquí,conoce el lugar de todos los árboles con sus flores y frutos.
Oliendo sus esencias,él conoce a todos los árboles chandanas en flor,y a los seres vivientes en la montaña del Anillo de Hierro,En los grandes Mares,o en la tierra,A través de oler sus esencias,él puede conocer los asuras masculinos y femeninos.

Martillo o fruta de Nelumbo nucifera; la copa de semillas disecada se usa en arreglos florales.
Nelumbo nucifera es una de las dos especies pertenecientes al género Nelumbo Adans. . Recibe el nombre vulgar de loto sagrado o loto indio, y a veces el de rosa del Nilo. El término específico hace referencia a sus frutos (latín: nucifer, -a, -um, que lleva nueces). Es famosa la longevidad de sus semillas, que pueden germinar después de 30 siglos
En el Antiguo Egipto junto al escarabajo jopirru, el fénix y el mismo Sol (Re o Ra), los lotos representan la resurrección, en el caso del loto por emerger resplandeciente desde las profundas aguas


GAO XINGJIAN
LA MONTAÑA DEL ALMA    268

  ME dispongo a cruzar el umbral de una puerta cuando, alzando la cabeza, descubro un Guardián de
Buda, de unos cuatro o cinco metros de alto, blandiendo hacia mí su mazo de diamante, con los ojos
abiertos de par en par de la cólera. Me quedo helado de terror.
Rápidamente, me alejo y sigo avanzando a tientas por un pasillo. Por una puerta en arco por la
que se filtra una lucecita, desemboco por casualidad en el inmenso patio de delante de la sala del
Gran Tesoro. Un dragón azul vigila en cada ángulo de su techo de dos lienzos que se elevan hacia el
cielo y en cuyo centro brilla un espejo redondo. En la inmensidad de la noche que precede al alba,
en medio de los viejos cipreses, esta aparición tiene algo de mágico.
En la alta terraza, detrás del enorme pebetero de bronce, centellean mil velas, el tañido grave de
la campana hace vibrar los aires. Un bonzo con su larga túnica negra empuja un enorme cilindro de
madera suspendido que va a golpear contra la gigantesca campana sin hacerla moverse ni un ápice:
como si no la hiciera reaccionar más que en el fondo de la misma, el sonido sale del suelo de debajo
de la campana, asciende hasta las vigas y los cabrios antes de dar la vuelta hacia el exterior del
templo. Estoy totalmente hechizado.



Graves, Robert El Vellocino de Oro   268

-Acepto la propuesta -dijo Apsirto -y consideraré favorablemente vuestra súplica en cuanto haya
conseguido las tres cosas que me has prometido: el vellocino, mi hermana y la venganza sobre la
asesina de mi padre. En vista de que Atalanta hace responsable del asesinato a la Artemisa tracia, y
no a sí misma, me considero justificado en hacer caso omiso del juramento que presté en nombre de
la diosa. ¿Qué puedo deberle yo a una deidad que ha infligido sobre nuestra casa esta terrible ofensa
sin provocación alguna?
Melas regresó al Argo y le aseguró a Jasón que todo marchaba bien. Al anochecer enviaron a
Autólico para que sacara el mechón de cabello de Medea del zurrón de Apsirto y lo reemplazara por
una larga hebra de hilo amarillo. Realizó la hazaña sin dificultad pues era increíblemente ágil de
manos. Se dice que podía robarle a un hombre los dientes anteriores o las orejas con tal rapidez y
maestría que la víctima no se daba cuenta de la pérdida hasta una hora más tarde. Pero no hicieron a
Autólico cómplice del plan para quitarle a Apsirto la vida; sólo Jasón, Medea, Melas y Atalanta
sabían lo que se estaba tramando.
Aquella noche los argonautas hicieron ver que bebían en exceso. Cantaron canciones achispadas,
aporrearon con palos y huesos la caldera del barco, y golpearon fuertemente la tablazón de cubierta
con sus talones. Idas no dejaba de gritar: «¡Jasón, Jasón, estás borracho!» A lo cual respondía
Periclimeno, el mago, con una voz que no podía distinguirse de la de Jasón: «¡Silencio, hombre,
estoy tan sobrio como una ninfa de agua!»

Acacia

Las flores son actinomorfas, sin hipantohermafroditas o unisexuales, y de color amarillo.Entre los antiguos, la acacia era tenida como planta maravillosa, por sus propiedades curativas y la creían de suma eficacia para ahuyentar la mala suerte. 
 En el Antiguo Egipto, fue el árbol sagrado de Hathor, diosa del amor y la belleza, y más tarde de Isis, diosa madre y diosa de la magia. Se cree que el Arca de la Alianza y el Tabernáculo de los hebreos estaban hechos de madera de acacia, árbol que para los hebreos representaba la inmortalidad del alma. Los masones lo consideran símbolo de pureza y entereza del alma, y plantaron una en el lugar donde fue asesinado Hiram, arquitecto del templo de Salomón. Es famoso el árbol del Teneré, en Níger, una vieja acacia que sobrevivió hasta 1973 en el desierto del Sahara.
Algunas especies de acacias poseen un sistema de defensa que algunos biólogos consideran como único en el Reino Vegetal. En los conglomerados donde cada individuo se encuentra en contacto cercano con otro, si éste es abordado por un depredador de su follaje, la planta reacciona químicamente liberando sustancias que son de transferencia aérea y llegan a las otras plantas "dando la alarma"; de inmediato el resto de los ejemplares del conglomerado comienzan a segregar en sus hojas una sustancia tóxica -éstas cambian de color oscureciéndose- que es dañina en el contacto e ingestión y hasta mortal para el depredador animal (que puede ser por ejemplo un gran mamífero como una jirafa.
Las acacias comparten su vida con las hormigas.
 Tan pronto como una jirafa comienza a morder las ramas, miles de hormigas salen de los agujeros y se lanzan a morder al agresor. La girafa soporta las espinas, pero no los mordiscos de las hormigas y pronto deja de comer para alejarse bastante fastidiada.
La palabra "acacia" procede el griego akakia, que significa "inocencia", o "ausencia de vicios", aludiéndose así a las ideas de "virtud" y de "pureza", en el sentido iniciático y no simplemente moral de ambos términos.Asimismo las espinas de la acacia (de la que se dice estaba hecha la corona de espinas que portaba Cristo en su Pasión) equivalen a los "rayos luminosos", de ahí el carácter eminentemente solar que conserva esta planta, que está presente en las flores amarillas de la mimosa, considerada como una variedad de la acacia
 Simboliza la inmortalidad del alma, los textos de las pirámides hablan que el niño Horus surgió de una Acacia. Dice la Leyenda que la madera en que murió Jesucristo procede de éste árbol.











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