El conejo era un animal desconocido para los griegos y romanos de la Antigüedad que visitaron la Península Ibérica.
Animal de hábitos nocturnos y crepusculares, se alimenta desde que anochece hasta que amanece y pasa la mayor parte del día en sus madrigueras.
Habitualmente son muy silenciosos pero emiten fuertes chillidos cuando están asustados o heridos. Otros tipos de comunicación son los olores y el contacto físico.
La abundancia de la especie, se basa, además de en su capacidad reproductora, en su condición de fitófago con doble digestión, asemejándose a los rumiantes. En efecto, el conejo practica la cecotrofia, de modo que las heces blandas (cecotrofos), ricas en bacterias y proteínas, son reingeridas para un segundo tránsito digestivo. Estos excrementos son más frecuentes por las mañanas, cuando los animales se encuentran en reposo. Como otros lagomorfos, el conejo ha estado considerado mucho tiempo como un rumiante, con los que no tiene ninguna relación; ello se fundamenta en la observación del comportamiento del conejo, que pasa largas horas removiendo las mandíbulas de derecha a izquierda. En realidad, estos movimientos no se explican por la rumia sino por la alimentación en dos tiempos. Primero, el conejo digiere la hierba que consumió; la celulosa es digerida por las bacterias Anaerobacter a ácidos grasos volátiles que sirven de nutrientes. Resulta de ello son los cecotrofos, excrementos verde oliva, blandos y brillantes que el conejo toma de salida del ano y vuelve a ingerir.
Gran parte del éxito reproductivo del conejo doméstico reside en la ovulación inducida, donde los óvulos sólo son liberados en respuesta a lacopulación. Por otro lado, la placenta permite un alto grado de contacto entre la circulación materna con la de los fetos, al igual que la humana. Por esto mismo son muy útiles para el estudio de la embriología humana.
Según una leyenda, Buddha en una de sus reencarnaciones fue un conejo que tenía como amigos a un mono, una zorra y una nutria. Un día el Buddha-Conejo propuso a sus amigos que los días de Luna llena buscarían comida extra y se la darían a gente hambrienta.
El primer día que hubo Luna llena, el mono trajo plátanos, la zorra un cervatillo, y la nutria trajo pescado. Pero el Buddha-Conejo no pudo traer nada, porque lo único que comía era hierba y eso no lo comen los humanos. El Buddha-Conejo se dio cuenta del gran problema en el que se había metido y decidió que ofrecería su carne como comida. Comunicó su decisión al “Rey del cielo”. Cuando llegó el momento, el “Rey del cielo” creó una fogata y el Buddha-Conejo saltó dentro de ella. Pero el fuego que había creado el “Rey del cielo” no estaba caliente, el Buddha-Conejo no se quemó. El Buddha-Conejo se quejó de que ese fuego no quemaba y el “Rey del cielo” le dijo “Lo importante es que tuviste buena voluntad y fuiste sincero cumpliendo tu promesa de dar tu propia carne como comida. Tu buena voluntad y tu proeza no serán olvidados”. A continuación, el “Rey del cielo” dibujó un enorme conejo en la superficie de la Luna que recordaría a todas las futuras generaciones la proeza y la buena voluntad del Buddha-Conejo.
En China se cree que en la Luna hay un conejo creando el elixir de la inmortalidad. En Japón se cree que lo que hace el conejo, en vez de crear el elixir de la inmortalidad, es amasar mochi (Dulce de arroz) con un mazo. Este proceso de amasar el mochi se dice en japonés “mochitsuki” (餅つき) que casualmente coincide con la pronunciación en japonés de la palabra “Luna llena” (mochitsuki 望月).
EL CONEJO QUE PONE HUEVOS
La tradición del conejo de pascua tiene su origen en los pueblos germanos. En el principio era una liebre, símbolo de la superación, por sus poderosas patas traseras y sus grandes saltos, también, como sus primos los conejos, símbolo de la fertilidad, por lo que eran los protagonistas de las fiestas de la fertilidad de la tierra tras el invierno. Aproximadamente en abril, se celebraba en los pueblos del norte de Europa la festividad de la diosa Eostre, diosa de la luz y la primavera, cuya mascota era un lindo conejito. Hay quién quiere ver en esta diosa reminiscencias de la diosa fenicia Astarté, también diosa de la fertilidad y acompañada por un conejo.
¿Por qué en Semana Santa también se representa la figura de un conejo? Bueno, tú has de saber que los conejos no tienen huevos. ¿Entonces por qué según la tradición son ellos los que traen los huevos?
Bueno, cuenta la leyenda popular, que había un conejo en la tumba de Jesús cuando resucitó. Al verlo, el animal salió corriendo a dar la noticia. Como no podía hablar, llevó consigo un huevo pintado como símbolo de vida y resurrección.
Ostara (en antiguo inglés, Eostre) es el nombre de una antigua divinidad germánica de la primavera, cuyo primer antecedente documental procede del monje bendictino Beda el Venerable, quien en su libro historiográfico, "De Temporum Ratione", afirma que los anglosajones llamaban al mes de abril eosturmonath, en homenaje a una divinidad de ese nombre, Ēostre, quien se halla detrás del nombre de la pascua en inglés: Easter. Luego esJacob Grimm quien vuelve a retomar el tema de la diosa germana de nombre Ostara en su "Mitología Alemana".
Ēostre deriva del proto-germánico *austrō, como también de la raíz proto-indoeuropea *aues-, "brillar". Es evidente el vínculo entre Eostre y la diosa griega del amanecer, Eos, la Aurora de los romanos. Grimm señala la relación entre la "brillante" Ēostre y el viento del este, que es el "espíritu de la luz" llamado Austri, mencionado en la Edda en prosa.
Ostara como diosa de la fertilidad asociada al comienzo de la primavera, es una diosa del "amanecer" o del "despertar" de las fuerzas germinativas, de modo que conceptualmente, a pesar de la ausencia de otras fuentes, el testimonio de Beda puede tener un real asidero, en medio de la bruma del mundo mitológico de los pueblos del norte.
Guido von List afirmaba que "Ostern" era el festival del matrimonio del Dios Sol con la Diosa Tierra, concibiendo a Ostara como una representación de las fuerzas femeninas generadoras.
EL CONEJO DE LA LUNA
Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo en figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre.
Pero todavía siguió caminando, caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos.Entonces se sentó a la orilla del camino, y estaba allí descansando, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.
-¿Qué estás comiendo?, – le preguntó.
-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme tal vez de hambre y de sed.
El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo:
-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.
Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:
-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.
Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:
-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.
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