El emperador le amenazó de muerte, pero Sebastián se mantuvo firme en su fe. Enfurecido, le condenó a morir asaeteado. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene esposa de Cástulo, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero Sebastián se negó rotundamente. Se presentó ante el emperador, quien, desconcertado, lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal.
Es llamado "el Apolo cristiano" ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general.
En las representaciones del primer milenio viste la clámide militar como correspondía a su cargo, y siempre imberbe. Durante el Gótico, aparece con armadura de mallas a la moda de la época, pero pronto aparece con el rico traje de los nobles palatinos de entonces y generalmente con barba. Desde ese momento es mucho más frecuente representarlo desnudo en el momento de ser asaeteado. El atributo antiguo es la corona de flores en la mano. El atributo personal, desde la Edad Media, es una saeta y el arco entre sus manos.
Desde el siglo XV los artistas han preferido presentarlo desnudo, joven e imberbe, con las manos atadas al tronco de un árbol que tiene detrás y ofreciendo su torso a las saetas del verdugo.
BOTICELLI
Puede considerarse que este San Sebastián es el primer desnudo masculino. Se representa al santo Prácticamente desnudo, inmediatamente después del martirio. Su actitud es casi de "distanciamiento", soportando serenamente las seis flechas que se le han disparado. Viste sólo un taparrabos, está en pie sobre un tocón de un árbol que ha sido cortado en forma de poste y que se alza repentinamente en el centro del cuadro, en frente del paisaje y el cielo. La tortura ha pasado, los torturadores de Sebastián ya se han ido y están cazando en busca de garzas.
EL GRECO
Tanto el aspecto heroico del santo, como el interés por el desnudo (muy poco común en la pintura española) y la postura inestable y forzada pueden ser ecos de la obra de Miguel Ángel,La roca sobre la que se apoya san Sebastián lleva inscrita la firma del autor. El ambiente que rodea la figura es realista, incluyendo la representación exacta del árbol al que se ata al santo (una higuera).
RAFAEL
Sebastián sostiene una flecha, el símbolo de su martirio, con el dedo meñique elegantemente alzado. Luce una magnífica capa roja y una camisa bordada de oro, con el cabello elegantemente peinado, no hay nada en esta figura que recuerde los tormentos que sufrió San Sebastián por su fe.
HÉRCULES Y ÓNFALE
El Vellocino De Oro
Robert Graves
Ónfale preguntó:
-¿Cómo es posible que, de los centenares de mujeres que has amado, ninguna te haya descrito los
placeres del huso? La tortera que se tuerce en espiral, el huso que va dando vueltas, la lana blanca
con la que juegan los dedos transformándola en hebra firme y lisa.., son juguetes
extraordinariamente placenteros. Y mientras hilas, puedes cantar bajito para ti misma, o charlar con
amigas o dejar volar la imaginación...
-Me gustaría probarlo -dijo Hércules con entusiasmo-, si crees que no te rompería la tortera o el
huso. De niño no tuve suerte con mis clases de música.Así fue cómo Ónfale le enseñó a Hércules a hilar. Aprendió en seguida y el hilo que hilaba era
maravillosamente fuerte. Confesó que siempre había querido ser una mujer, y que ahora por fin
sabía cuántos placeres se había perdido. Ónfale le vistió con ropas de mujer, y lavó, peinó y trenzó
su cabello enredado y ató las trenzas con cintas de color azul. En el santuario umbilical Hércules fue
más feliz que en ninguna otra parte, porque los espíritus de los niños, al no reconocerlo vestido con
aquellas galas, dejaron de molestarlo durante un tiempo
Hércules sirvió a Ónfale con fidelidad y eficacia, librando a Lidia de los bandidos que la asolaban. La reina también tomó a Hércules como amante, y tuvo tres hijos con él. En Grecia se difundió el rumor de que la actitud del héroe hacia su dueña era tan servil que llegaba a vestirse de mujer y tejer con las esclavas de Ónfale, mientras ella se ponía su piel de león y esgrimía su maza y su arco. No obstante, el rumor era falso.
Lo que sucedió en realidad fue esto: un día en que Hércules y Ónfale visitaban las viñas de Tmolo, Pan -un dios pastoril, torpe y simpático- los vio desde una colina y se enamoró de la reina a primera vista. Al llegar a su destino, Ónfale y su esclavo-amante se entretuvieron intercambiando sus vestimentas. Así, Hércules se puso la delicada túnica púrpura y las sandalias doradas de la reina, mientras que ella se puso su piel de león. Luego, cuando llegó la hora de dormir, se acostaron en camas separadas, pues tenían previsto realizar al amanecer un sacrificio al dios Dionisio, quién curiosamente exigía a sus fieles la abstinencia sexual en las horas previas al ritual.
Pan logró entrar donde Hércules y Ónfale dormían, pero el lugar estaba completamente a oscuras. El dios, entonces, tanteó con delicadeza a los ocupantes de ambos lechos y al sentir la suave túnica de Ónfale creyó, con toda razón, que quién la usaba era ella. Entonces Pan se metió en su cama, pero antes de que hubiese podido siquiera abrazar a quién creía que era Ónfale, fue arrojado fuera de una patada. Ónfale encendió las luces, y cuando ella y Hércules vieron a Pan, magullado, en un rincón, rieron hasta las lágrimas. El dios, rencoroso, fue a todas las cortes de Grecia y les contó a los nobles la falsa historia de Hércules como “esclava” de Ónfale. Pan también ordenó que en lo sucesivo sus sacerdotes asistieran completamente desnudos a sus ritos.
Después de unos tres años de servidumbre, Hércules fue manumitido por Ónfale en agradecimiento por matar a una serpiente gigantesca que habitaba junto al río Ságaris y que destruía a los seres humanos y las cosechas. La reina lo mandó a Grecia cargado de regalos.
Pan logró entrar donde Hércules y Ónfale dormían, pero el lugar estaba completamente a oscuras. El dios, entonces, tanteó con delicadeza a los ocupantes de ambos lechos y al sentir la suave túnica de Ónfale creyó, con toda razón, que quién la usaba era ella. Entonces Pan se metió en su cama, pero antes de que hubiese podido siquiera abrazar a quién creía que era Ónfale, fue arrojado fuera de una patada. Ónfale encendió las luces, y cuando ella y Hércules vieron a Pan, magullado, en un rincón, rieron hasta las lágrimas. El dios, rencoroso, fue a todas las cortes de Grecia y les contó a los nobles la falsa historia de Hércules como “esclava” de Ónfale. Pan también ordenó que en lo sucesivo sus sacerdotes asistieran completamente desnudos a sus ritos.
Después de unos tres años de servidumbre, Hércules fue manumitido por Ónfale en agradecimiento por matar a una serpiente gigantesca que habitaba junto al río Ságaris y que destruía a los seres humanos y las cosechas. La reina lo mandó a Grecia cargado de regalos.
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