BORGES-OBRAS COMPLETAS pág 150
EL TRUCO
Cuarenta naipes quieren desplazar la vida. En las manos cruje
el mazo nuevo o se traba el viejo: morondangas de cartón que se
animarán, un as de espadas que será omnipotente como don Juan
Manuel, caballitos panzones de donde copió los suyos Velázquez.
El tallador baraja esas pinturitas. La cosa es fácil de decir y aun
de hacer, pero lo mágico y desaforado del juego —del hecho de
jugar— despunta en la acción. 40 es el número de los naipes y
1 por 2 por. 3 por 4. .. por 40, el de maneras en que pueden
salir. Es una cifra delicadamente puntual en su enormidad, con
inmediato predecesor y único sucesor, pero no escrita nunca. Es
una remota cifra de vértigo que parece disolver en su muchedumbre
a los que barajan. Así, desde el principio, el central
misterio del juego se ve adornado con un otro misterio, el de
que haya números.
YASUNARI KAWABATA-LO BELLO Y LO TRISTE 140 págs 150-140=10
Oki la dejó en libertad y los hombros de Otoko se agitaron. Nuevos torrentes de lágrimas comenzaron a filtrarse a través de los párpados cerrados.
–¿La vas a cremar, madre?
No hubo respuesta.
–¿A una criaturita tan pequeña?
La madre seguía sin responder.
–¿Dices que yo tenía el pelo renegrido cuando nací?
–Sí, renegrido.
–¿Cómo era el de mi bebé? ¿No me puedes guardar un mechoncito, madre?
–No sé, Otoko –murmuró la madre y, tras una vacilación, dijo abruptamente–: ¡Tendrás otro!
Luego se volvió con el ceño fruncido, como si hubiera deseado tragarse sus propias palabras.
¿Acaso la madre de Otoko, y hasta el propio Oki, no habían deseado en secreto que la criatura no llegara a ver la luz del día?
GAO XINGJIAN-LA MONTAÑA DEL ALMA pág 150
El dios del Trueno lanza unos rayos,los demonios sin cabeza golpean y saltan sobre la piel de los tambores, como una lluvia de
guisantes, ¡ah!, los altos tocados de plata, los pesados pendientes de plata, el calor que se eleva en
volutas del brasero lleno de carbón vegetal, él se lava las manos y el rostro, la alegría embarga su
corazón, los dioses se sienten dichosos, han desenrollado una escala celestial y el padre y la madre
han descendido, los tambores redoblan con entusiasmo, el granero se abre, nueve vasijas y nueve
tinajas no son bastantes para guardar el grano molido, el fuego arrecia con violencia, las ascuas
están incandescentes, la riqueza está allí, el alma de la Madre ancestral ha venido por fin, es el reino
de la abundancia, nueve cubos humeantes de arroz blanco, todos vienen a hacer albóndigas de arroz,
los tambores se prepararan. Estos se ponen en marcha, los viejos les siguen. Delante, detrás, por
todas partes. El maestro de los tambores cierra la marcha.
el tamborilero blande su hacha,
los antepasados sacan sus espadas
para liberar las almas
de generaciones anteriores,
para evocar a su propia madre
ahuecamos un par de bambúes,
fabricamos dos tambores...
JAMES JOYCE-ULISES pág 150
—¿Y qué es la muerte? —siguió—. ¿La de
tu madre o la tuya o la mía propia? Tú
solamente viste morir a tu madre. Yo los veo
reventar todos los días en el Mater y en el
Richmond, y cómo los destripan en la sala de
autopsia. Es una cosa bestial y nada más.
Simplemente no tiene importancia
ORHAN PAMUK-EL LIBRO NEGRO pág 150
Entendió cuánta razón tenía al ver en un
periódico de escándalos que compró ese mismo día la cara
absolutamente desfigurada del relojero y su expresión feliz ahora que
había sido despojada por completo de significado y de las letras.
El fotógrafo, al ver que su historia, que había contado mirando
especialmente a los periodistas extranjeros, era recibida con aprecio e interés, decidió coronarla con un último detalle, que reveló como si se
tratara de un secreto militar: años después, el mismo periódico de
escándalos volvió a publicar una fotografía de la misma cara
deshecha como si fuera la de la última víctima de una guerra que
desde hacía años se venía desarrollando en Oriente Medio y debajo
habían añadido una frase muy significativa: «Y dicen que todo esto
es por amor».
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