EL ULTIMO ENCUENTRO
Sandor Marai
Aquel anciano cuyas manos medio paralíticas todavía le servían para copiar partituras, pero ya no para empuñar el violín y el arco, ni para tocar música y arrancarle notas limpias y nobles; así que tuvo que abandonar su carrera muy pronto, dejar las salas de concierto, y contentarse con la enseñanza de niños con callos en los oídos o falsos prodigios en el conservatorio de esta pequeña ciudad, y con los humildes complementos que le proporcionaba corregir y copiar piezas musicales de aficionados con algún talento.
VLADIMIR NABOKOV
La defensa
Oleg Sergueievich Smirnovski y cierto barón báltico fueron los testigos cuando Luzhin y su novia entraron a un gran salón y se sentaron ante una larga mesa cubierta por un mantel. Un funcionario cambió su chaqueta por una gastada levita y leyó el acta de matrimonio. Todo el mundo se puso en pie. Después, con una sonrisa profesional y un húmedo apretón de manos, el funcionario felicitó a los recién casados y la ceremonia concluyó. Un corpulento portero se inclinó ante ellos junto a a entrada en espera de una propina, y Luzhin amablemente le tendió la mano, que el otro recibió sobre su palma, sin darse cuenta al principio que aquello era una mano humana y no una propina.También ese mismo día se celebró la boda religiosa. La última vez que Luzhin había estado en la iglesia fue muchos años atrás, en los funerales de su madre. Comenzó a hurgar en las profundidades de su pasado y de pronto recordó las rondas nocturnas en la Noche de la Candelilla, sosteniendo una vela cuya llama se revolvía en sus manos, furiosa por haber sido sacada de la iglesia hacia la oscuridad desconocida, para morir finalmente de un ataque cardíaco en la esquina de la calle donde una ráfaga de viento soplaba desde el Neva.
IMRE KERTÉSZ KADDISH POR EL HIJO NO NACIDO
Y he aquí la pregunta:explicadme,si podéis,por qué lo hizo.Pero no lo intentéis con palabras, pues sabéis también que en ciertas circunstancias,a partir de cierta temperatura para expresarlo con una metáfora,las palabras pierden su sustancia,su significado,se destruyen,de tal modo que en ese estado gaseoso sólo los hechos,los meros hechos presentan cierta tendencia a la solidez,solo los hechos se pueden poner,por así decirlo,en la mano y sopesarse como un mineral mudo,un cristal.
ROBERT MERLE WEEK-END EN ZUYDCOOTE
Deben ustedes estar desbordados.Cirilli vertia éter sobre la mano herida.Imaginese –dijo alegremente-;llegan cincuenta cada hora .Y muchos la diñan antes de que hayamos tenido tiempo de examinarlos .La enfermera rubia se acerco a ellos.Puso un vendaje en la mano de CirilliEste le dió las gracias sin levantar la vista..Aqui—¿saben?no hay más que las pupas.La charcuteria está en la otra sala.Y de nuevo tuvo una sonrisa radiante.¿No me da una inyección antitetanica?.Cirilli titubeo.
JAMES JOYCE
ULISES
¿Cristo o Pilatos? Cristo, pero no nos
tengas toda la noche con eso. Ellos querían
música. Cesó el pataleo. Se oía volar una mosca Le recomendé que dirigiera la voz
hacia ese rincón. Podría sentir el
estremecimiento en el aire, a su máximo, la
gente mirando hacia arriba:
Quis est homo?
Alguna de esa vieja música sagrada es
espléndida. Mercadante: las siete últimas
palabras. La duodécima misa de Mozart: sobre
todo el Gloria
Amerika, 1927)
Franz Kafka
–Pero si eres un artista –dijo Fanny al tenderle Karl la trompeta para devolvérsela–; procura que te empleen de trompetero.
–¿Acaso emplean también a hombres? –preguntó Karl.
–Sí –dijo Fanny–; nosotras tocamos durante dos horas. Luego nos relevan los hombres, vestidos de diablos. Una mitad toca las trompetas; la otra, los tambores. Es un bonito espectáculo; como que, en general, todo el equipo es muy costoso. ¿No es muy bonito también nuestro vestido? ¿Y las alas? –se recorrió con la mirada de arriba abajo.
–¿Crees –preguntó Karl– que yo también obtendré un puesto todavía?
Con toda seguridad –dijo Fanny–; es el teatro más grande del mundo. Cuánto me alegra que estemos nuevamente juntos. Claro que ahora depende de la clase de empleo que te den. Pues también sería posible que, aunque los dos estuviéramos empleados, no nos viésemos, sin embargo, nunca.
–¿Pero es en realidad tan grande todo esto? –preguntó Karl.
–Es el teatro más grande del mundo –dijo Fanny otra vez–; yo misma, por cierto, no lo he visto todavía, pero muchas de mis compañeras que ya han estado en Oklahoma dicen que casi no tiene límites.
–Pero viene a presentarse muy poca gente –dijo Karl señalando a los muchachos que permanecían allá abajo y a la pequeña familia.
–Es cierto –dijo Fanny–, pero piensa que tomamos gente en todas las ciudades; que nuestro personal de la sección de propaganda está viajando continuamente y que, como ésta, hay muchas secciones más.
–Pero, ¿no está inaugurado ese teatro todavía? –preguntó Karl.
–¡Oh, sí! –dijo Fanny–; es un teatro antiguo, pero lo amplían constantemente.
–Me extraña –dijo Karl– que no acuda más gente a disputarse esos puestos.
–Sí –dijo Fanny–, es raro.
–Quién sabe –dijo Karl– si esta movilización de ángeles y diablos no ahuyenta en lugar de atraer.
–Hay que ver cómo descubres las cosas –dijo Fanny–. Es posible que así sea. Díselo a nuestro adalid; quizás así puedas serle útil.
Lolita
Vladimir Nabokov
—No –dije–. Pensándolo bien, me trataré con el doctor Molnar. El precio es
más elevado, pero desde luego es un dentista mucho mejor que usted.
Ignoro si alguno de mis lectores ha tenido alguna vez oportunidad de decir
eso. Es una sensación deliciosa. El tío de Clare permaneció sentado ante el
escritorio, aún con su expresión soñadora, pero el pie dejó de mecer la cuna de
su exquisita anticipación. Por otro lado, su enfermera, una muchacha marchita y
flaca como un esqueleto, con los ojos trágicos de las rubias sin éxito, corrió
detrás de mí como para poder cerrar la puerta a mis espaldas.
Póngase el cargador en la culata. Empújese hasta oír que el cargador llega
al engranaje. Exquisitamente ajustado. Capacidad: ocho cartuchos. Color:
azulado. Dolor: descartado.
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