Los campos parecen no tener fin.
Hacia el sur se encuentra el pequeño
monte Zhou, que tiene un cráter
volcánico en cuyo interior se
arraciman
las nubes. En momentos como ése,
suspiro por poderte hablar, pero tus
hermanos siempre están cerca,
descalzos y desnudos hasta la
cintura, con la piel bronceada por el sol. Tú estás
completamente vestida y empapada
de sudor. ¿De qué color eres, Jinju?
Eres de color amarillo, eres de color
rojo, eres de color dorado. Tuyo es
el color del oro; por eso brillas
como él.
El erhu de Zhang Kou se volvió más
melodioso a medida que su voz
se elevaba mientras relataba el cuento de El Peñasco Rojo:
Jiang Xuequin salió a dar un paseo,
el jefe de policía se dirigió con paso
decidido hacia ella,
con un reloj de oro en la muñeca
y en su cuello una trenza de ajo de
tres metros.
Va agazapado mientras camina.
Su padre es chino y su madre
americana.
A Caroline Wozniacki se le enrosca la coleta en la raqueta
JAMES JOYCE
ULISES
Introducción
Germán García 125
Un segundo de más: al
sueño sucede la más terrible pesadilla que
arrastra y tortura toda imagen, anula toda
significación y destruye las fuerzas mismas de
la vida y del pensamiento:
Denn das Schöne ist nichts
als des Schrecklichen Anfang, den wir noch
grade ertragen.
Estamos aquí frente al último ángel, el
más bello, el más peligroso, aquel cuya
presencia deja apenas subsistir al hombre.
Y ahora, pensad en la noche: tratad de
recordar vuestros sueños sin interpretarlos ni
coordinar sus circunstancias. ¡Cómo se precisa
cada detalle, cómo la realidad sensual de un
objeto, cómo el valor espiritual de una palabra
es más fuerte que en el estado de vigilia! ¡Cómo
cualquier sensación, cualquier sentimiento, es
ilimitado, cómo, fuera del control de la razón,ponéis vuestra vida entera en el acontecimiento
más fugitivo, cómo un gesto dura mucho tiempo
y cómo una vida pasa rápidamente! Este
hombre os habla, le dais otro nombre, es otro
hombre y no os asombra. Él tampoco se asombra
de jugar su nuevo papel. Os encontráis en esta
habitación que pasa como el campo tras las
ventanillas de un tren. Alguien os habla en
árabe o griego, le contestáis en su idioma. Notad
cómo un detalle del vestido, por ejemplo, os
parece importante, decisivo, como si no llegaseis
ya nunca a limitar el significado de nada, como
si una sola palabra colmase el corazón.
Descended todavía más al fondo del sueño: se os
aparecerá como un relámpago de conciencia
sobre una inmensa vía desconocida. Iréis
presintiendo poco apoco, que es allá lejos, en el
fondo del sueño, en el término de esas fugitivas
claridades del sueño donde se desliza el gran río
de vuestra vida que se mezcla a la del universo,
que es en el cuerpo de esas fugaces sombras, tan pesadas a veces, coloreadas y sensibles, donde
pasa vuestra historia y la del hombre, que en lo
más hondo de la noche se va a despertar el
mundo.
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