BORGES-CUENTOS COMPLETOS- PÁG.724
EL ESPEJO DE LOS ENIGMAS
—las formas,
las temperaturas, la luna— es un lenguaje que hemos olvidado
los hombres, o que deletreamos apenas... También la declara
De Quincey1: "Hasta los sonidos irracionales del globo deben
ser otras tantas álgebras y lenguajes que de algún modo tienen
sus llaves correspondientes, su severa gramática y su sintaxis, y
así las mínimas cosas del universo pueden ser espejos secretos
de las mayores").
Un versículo de San Pablo (I, Corintios, XIII, 12) inspiró a
León Bloy: Videmus. nune per speculum in aenigmate.- tune autem
facie ad faciem. Nunc cognosco ex parte; tune autem cognoscam
sicut et cognitus sum. Torres Amat miserablemente .traduce: "Al
presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes
oscuras: pero entonces le veremos cara a cara. Yo no le
conozco ahora sino imperfectamente: mas entonces le conoceré
con una visión clara, a la manera que soy yo conocido." 44 voces
hacen el oficio de 22; imposible ser más palabrero y más lánguido.
VLADIMIR NABOKAV-CUENTOS COMPLETOS 675 PÁGS. 724-675-49
Dioses
Esto es lo que veo ahora mismo en tus ojos: una noche lluviosa, una calle angosta,
unas farolas que se pierden en la distancia. El agua se desliza vertiginosa por las
laderas de los tejados empinados hasta los desagües. Debajo de la boca de
serpiente de cada uno de los desagües hay un cubo con un aro verde. Las hileras de
cubos bordean las paredes negras a ambos lados de la calle. Yo los observo mientras
se van llenando de mercurio frío. El mercurio pluvial va creciendo hasta
desbordarse. Las bombillas desnudas brillan en la distancia, sus rayos erizados en la
lluviosa oscuridad. Los cubos ya se están desbordando.
Y así logro entrar en tus ojos nublados, hasta llegar a una callejuela angosta de
negra luz tenue donde la lluvia nocturna borbotea y susurra. Sonríeme. ¿Por qué me
miras con expresión tan sombría y siniestra? Ya es de mañana. Las estrellas no han
cesado de chillar con sus voces infantiles toda la noche mientras que en el tejado
alguien laceraba y acariciaba un violín con un arco afilado. Mira, el cielo cruza la
pared lentamente como una vela al viento. Tú emanas una niebla ahumada que
todo lo envuelve. El polvo comienza a tejer remolinos en tus ojos, millones de
palabras doradas. ¡Sonreiste!
Salimos al balcón. Es primavera. Abajo, en medio de la calle, un chico de rizos
amarillos trabaja a toda prisa, dibujando a un dios. El dios se extiende de una a otra
acera. El chico agarra un trozo de tiza en la mano, un trocito de carboncillo blanco,
y en cuclillas, sin dejar de dar vueltas, dibuja con amplios trazos en el suelo. Este
dios blanco tiene grandes botones también blancos y los pies abiertos
MANUEL VICENT-BALADA DE CAIN 81 PÁGS 81 0 81*9=729-724=5 Bajo las estrellas del desierto, junto al fuego, Eva comía carne de lagarto y no cesaba de narrar hechos felices que sucedieron antiguamente. A continuación, con mágicas palabras, me transportó a aquella región donde crecía el terebinto, cuyo producto es el bedelio, sustancia que sana el morbo de la duda. En su juventud, mis padres amasaban esta resina con estambres de adormidera y luego la tomaban para ponerse luminosos por dentro ya que esa poción les volvía los ojos del revés y les permitía ver los propios minerales del cerebro brillando como rubíes. Parece ser que mis padres, hace mucho tiempo, habían sido muy dichosos en aquel lugar. En un incierto pasado habitaron un jardín lleno de sombras húmedas y brisas amables en medio de un gran estruendo de monos y papagayos. Allí, los árboles daban frutos delicados al paladar, algunas flores tenían propiedades visionarias y había muchas cascadas azules que caían en el mismo lago resplandeciente. Cuando el sol hendía sus aguas con un ángulo de luz exacta, este lago se volvía transparente y en su alveolo, a más de cien brazas de profundidad, sólo en un instante matemático, se podía adivinar la sombra de una ciudad sumergida.
La ladrona de
libros pág.724
Markus Zusak
Max le prestó una atención especial.
—El hombre que silbaba —le informó Rosa
—. Capítulo uno.
Le explicó con pelos y señales lo que había
ocurrido en el refugio.
Liesel estaba en un rincón del sótano. Max la
miraba fijamente y se pasaba la mano por la
mandíbula. Personalmente, creo que ese fue el
momento en que se le ocurrió el tema para su
siguiente cuaderno de dibujos.
El árbol de las palabras.
Imaginó a la niña leyendo en el refugio,
compartiendo las palabras, literalmente. Sin
embargo, como siempre, también debió de ver la
sombra de Hitler. Puede que ya oyera sus pasos
acercándose a Himmelstrasse y al sótano.
Al cabo de una larga pausa, parecía que estaba
a punto de hablar cuando Liesel se le adelantó.
—¿Has visto el cielo esta noche?
—No. —Max señaló la pared. Miraron las
palabras y el dibujo que había pintado hacía más
de un año: la cuerda y el sol chorreante—. Hoy
sólo este.
Esa noche ya no hubo más palabras, sólo
pensamientos.
No puedo hablar por Max, Hans o Rosa, pero
sé que Liesel Meminger estaba pensando que si
las bombas caían alguna vez en Himmelstrasse,
Max no sólo tendría menos oportunidades de
sobrevivir que los demás, sino que también
moriría completamente solo.
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