sábado, diciembre 31, 2011

EL ULTIMO SEGUNDO

 

    

 

                                                             

VLADIMIR NABOKOV-      145

La pelea

Y todas las mañanas, a las nueve en punto, el mismo hombre aparecía junto a mí.
Era un alemán mayor, un poco zambo, vestido con chaqueta y pantalones de corte
casi militar, con una gran calva que el sol había suavizado con un brillo rojizo. Traía
consigo un paraguas del color de un cuervo viejo y un fardo atado cuidadosamente,
que inmediatamente se convertía en una manta gris, una toalla de playa y una
remesa de periódicos. Extendía con cuidado la manta sobre la arena, se quitaba
toda la ropa, excepto un traje de baño que con toda previsión llevaba bajo los
pantalones, y se tumbaba cómodamente sobre la manta, ajustaba el paraguas sobre
su cabeza de manera que sólo su cara permaneciera en la sombra, y se enfrascaba
en sus periódicos. Yo le observaba con el rabillo del ojo, fijándome en el pelo
oscuro, lanudo y aparentemente peinado con esmero que cubría sus fornidas
piernas zambas, y también su barriga prominente cuyo ombligo profundo dirigía su
mirada al cielo como si fuera un ojo, y me divertía tratando de adivinar quién podría
ser aquel piadoso adorador del sol.

EL JOVEN DEL CLAVEL Isak Dinesen
The Young Man north the Carnation, Isak Dinesen         145

Un viejo propietario de un barco
—tío mío por cierto—, apostó conmigo que no podría abstenerme de
beber durante un año, pero si yo ganaba, el barco sería mío.
—¿Y lo ha cumplido? —preguntó el capitán.
—Sí, como existe Dios —afirmó Charlie—. He despreciado un vaso de
brandy no hace doce horas; y si algo en mí les puede parecer
embriaguez, no es sino el erecto del olor del mar.
El piloto preguntó:
—¿El hombre con el que concertó la apuesta era pequeño, con una gran
barriga y un solo ojo?
—¡Sí, ése es mi tío! —gritó Charlie.
—Ya le conozco, lo encontré en mi viaje a Río de Janeiro —explicó el
piloto—. Me ofreció las mismas condiciones, pero no quise aceptarlas

A L B E R T E I N S T E I N : N A V E G A N T E
S O L I T A R I O                                                      145

Pero, ¿por qué siempre se habla de que la luz viaja a tal velocidad? ¿Qué la luz no se puede
estar quieta? No: precisamente, no. La luz, si existe, viaja; y sólo si viaja, existe. Es cono las
olas del mar; ¿alguien ha visto una ola quieta en el mar? Y aunque el ejemplo de las olas no es
de todo correcto, sí nos permite sentir un poco porque la luz sólo existe en movimiento; como
las olas, como el sonido, la luz es también una onda que para existir tiene que propagarse, que
viajar. Pero a diferencia de las olas o del sonido, que son ondas mecánicas, es decir,
vibraciones o desplazamientos de ida y vuelta de las moléculas de las sustancias, la luz es una
onda electromagnética. Esto quiere decir que la luz es una onda semejante a las de radio, o a
los rayos X. Todas estas ondas son fenómenos muy complejos, combinación de efectos
eléctricos y magnéticos simultáneamente, que se pueden dar tanto en los materiales como en
el vacío y que podemos imaginarnos como vibraciones eléctricas y magnéticas
simultáneamente, en tal forma que unas producen las otras y viceversa y así indefinidamente.
Lo importante aquí es que una onda electromagnética es imparable, o, más bien, que si se le
detiene desaparece1 Por ejemplo, cuando la luz cae sobre un cuerpo negro que la absorbe
totalmente, simplemente desaparece como luz; su energía queda atrapada en el cuerpo que la
absorbe, pero no hay más luz.

ROBERT GRAVES
LOS MITOS GRIEGO I                     145

LA REBELIÓN DE LOS GIGANTES
Enfurecidos porque Zeus había confinado a sus hermanos, los
Titanes, en el Tártaro, ciertos gigantes altos y terribles, con cabellos
y barbas largos y colas de serpiente en vez de pies, tramaron
un ataque al Cielo. Eran hijos de la Madre Tierra nacidos en la
ática Flegras y su número alcanzaba a veinticuatro177.
b. Sin advertencia previa, tomaron rocas y teas y las lanzaron
hacia arriba desde las cumbres de sus montañas, poniendo en peligro
a los olímpicos. Hera profetizó tétricamente que los gigantes
no podrían ser muertos por ningún dios, sino sólo por un mortal
particular con piel de león y que incluso éste nada podría hacer a
menos que se anticipase al enemigo en su búsqueda de cierta
hierba de invulnerabilidad que crecía en un lugar secreto de la tierra.
Inmediatamente Zeus consultó con Atenea y envió a ésta para
que advirtiera a Heracles, el mortal con piel de león a quien Hera
se refería evidentemente, cómo estaban exactamente las cosas; y
prohibió a Eos, Selene y Helio que relucieran durante un tiempo.
A la débil luz de las estrellas, Zeus recorrió a tientas la tierra, y en
la región a la que le dirigió Atenea encontró la hierba, ( la ephialtion, un específico contra las pesadillas.) que llevó
felizmente al Cielo.

Yasunari Kawabata

La casa de las bellas durmientes 66*3=198-145=53

Llegó el año nuevo, el mar salvaje era de pleno invierno. En tierra soplaba poco viento.

-Es de agradecer su visita en una noche tan fría –la mujer abrió la puerta de la casa de las bellas durmientes.

-Por eso he venido -dijo el viejo Eguchi-. Morir en una noche como ésta, con la piel de una muchacha para calentarle, debe ser el paraíso para un anciano.

-Dice usted cosas muy agradables.

-Un viejo vive en vecindad con la muerte.

Ardía una estufa en la habitación de arriba. Y, como de costumbre, el té era bueno.

-Siento una corriente de aire.

-¡Oh! -la mujer miró a su alrededor-. No debería haber ninguna.

-¿Tenemos un fantasma con nosotros?

Ella se sobresaltó y fijó la mirada en él. Su rostro era blanco.

-Deme otra taza. Llena. Y no lo enfríe. Lo quiero directamente del fuego.

LOS DIOSES TIENEN SED

ANATOLE FRANCE                       145

El juego, muy simple, consistía en dejar caer en picado esas acciones a seiscientas cincuenta libras median­te expoliaciones, todo ello con el fin de poder comprar el mayor número posible a dicho precio, subiéndolas des­pués a cuatro o cinco mil libras por medio de mociones tranquilizadoras. Pero Chabot, Julien, Delaunay estaban callados. Se sospechaba de Lacroix, de Fabre d'Eglantine e incluso de Danton. El gran especulador, el barón de Batz, buscaba nuevos cómplices en la Convención y aconsejaba al banquero Morhardt para que fuese a ver a Marat.

Estas secretas intenciones de los especuladores contra-revolucionarios no eran tan extrañas como pueden pare­cer en un primer momento. Toda esa gente trataba por to­dos los medios de estar a bien con los poderosos del mo­mento y, por su popularidad, por su pluma, por su carác­ter, Marat era una ganga

JAMES JOYCE-ULISES   145

Ella olvidó el
poco español que sabía. Me gustaría saber
cuánto pagó su padre por eso. Estilo antiguo.
¡Ah!, sí, naturalmente. La compró en el remate
del gobernador. Un golpe seco de martillo. Duro
como los clavos para regatear, el viejo Tweedy.
Sí, señor. En Plevna era eso. Me salí de las filas,
señor, y estoy orgulloso de ello. Sin embargo, él
tuvo olfato suficiente para hacer esa
especulación con las estampillas. Eso sí que fue
ver lejos.
Tomó su sombrero de la percha en que
pendía su pesado abrigo inicialado y su
impermeable de segunda mano de la oficina de
objetos perdidos. Estampillas: figuras de reverso
pegajoso. Me atrevería a decir que hay un montón
funcionarios también metidos en el asunto. No
me cabe duda. La grasosa inscripción en el
fondo de su sombrero le recordó en silencio:
Plasto, sombrero de alta calidad.

Juan Benet
Herrumbrosas lanzas      145

»Querida Madre:
»Aunque dentro de muy breves días estaré contigo no quiero que pase una fecha sin que sepas que me encuentro bien y en la mejor de las disposiciones. La campaña ha concluido y espero que las hostilidades no se reanuden hasta la próxima primavera. No hemos alcanzado el éxito que yo esperaba y que, como te expliqué la otra vez, dependía de demasiadas cosas. Cada día me convenzo más de que en la guerra las ideas son tan sólo factores de segundo orden, porque ponerlas en práctica es mucho más difícil y comprometido que concebirlas. Y digan lo que digan convencer a un hombre y tener una voluntad común es casi imposible. Es un don del que sólo gozan20 los que apenas tienen necesidad de ella. Pero creo que hemos logrado romper los planes del enemigo y confío que en la próxima ocasión nos podremos hacer con él. Te quiere como siempre

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