BORGES-OBRAS-LA BIBLIOTECA DE BABEL 472
Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros,
la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos
los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto.
No había problema personal o mundial cuya elocuente solución
no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado,
el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la
esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones:
libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los
actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos
para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce
hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano
propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban
en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban
en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos
al fondo de los túneles, morían despeñados por los
hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron. . . Las
Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas
del porvenir, a personas acaso no- imaginarias) pero los buscadores
no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre
la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable
en cero.La certidumbre de que algún anaquel en algún
hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos
eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta –blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran
letras y símbolos, hasta construir, mediante ¡un improbable
don del azar, esos libros canónicos.Las autoridades se vieron
obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero
en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban
en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete
prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.
JAMES JOYCE-ULISES I 472
Calmo y modesto Rumbold ascendió al
patíbulo en impecable traje de luto llevando
su flor favorita, el Gladiolus Cruentus. Anunció
su presencia por esa suave tos rumboldiana que
tantos han tratado (sin éxito) de imitar —breve,
cuidadosa y tan característica en él. La llegada
del mundialmente famoso verdugo fue saludada
por un rugido de aclamación de la inmensa
concurrencia, mientras las damas de la corte del
virrey agitaban sus pañuelos excitadas y los
todavía más excitables delegados extranjeros
vitoreaban vocingleramente en una mezcolanza
de gritos, Hoch banzai, elje, zivio, chinchín,
polla kronia, Kiphip, vive, Allah, entre los
cuales el resonante evviva del delegado de la
tierra del canto (un agudo doble Fa que
recordaba aquellas penetrantemente hermosas
notas con las que el eunuco Catalani hechizó a nuestras tataratatarabuelas) era fácilmente
distinguible
Sura 18. Al-Kahf (La Cueva) 472
(22) [Y en el futuro] dirán algunos:31 “[Eran] tres, cuatro con su perro,” mientras que otros
dirán: “[Eran] cinco, seis con su perro” --conjeturando en vano sobre algo que no pueden saber--
y [así sucesivamente, hasta que] algunos dirán: “[Eran] siete, ocho con su perro.”
Di: “Sólo mi Sustentador sabe cuantos eran. No tienen conocimiento [real] de ellos sino
unos pocos. No discutas, pues, sobre ellos sino con un argumento obvio,32 y no consultes a
ninguno de esos [cuentistas] acerca de ellos.”
(23) Y NUNCA digas de algo: “Ciertamente, lo haré mañana,” (24) sin [añadir], “si Dios
quiere.”33 Y si olvidaras [mencionarlo en su momento, y luego te das cuenta], recuerda a tu
Sustentador y di: “¡Puede que mi Sustentador me guíe a una consciencia más afín a la rectitud
que esto!”
(25) Y [algunos afirman]: “Permanecieron en la cueva trescientos años”; y algunos han añadido
nueve [a esa cifra].34
(26) Di: “Sólo Dios sabe cuanto tiempo estuvieron [allí]. Suyo [en exclusiva] es el conocimiento
de la realidad oculta de los cielos y la tierra: ¡qué bien ve y qué bien oye! ¡No tienen más
protector que Él, pues a nadie hace partícipe en Su gobierno!”
33 Según casi todos los comentaristas, este pasaje parentético (versículos 23-24) va dirigido en primera instancia
al Profeta, que habiendo sido preguntado por los paganos de Quraish sobre lo ocurrido “en realidad”
con los Hombres de la Cueva”, dijo: “Os daré mi respuesta mañana” --y por esto la revelación le fue denegada
temporalmente, como muestra de la desaprobación de Dios; en segunda instancia, esta exhortación
presenta un principio ético general dirigido a todos los creyentes.
34 Esto enlaza obviamente con las “conjeturas vanas” que se mencionan en el primer párrafo del versículo 22
anterior --conjeturas que son refutadas en subsiguientes afirmaciones: “Sólo mi Sustentador sabe cuantos
eran” en el versículo 22, y “sólo Dios sabe cuanto tiempo estuvieron [allí]” en el versículo 26. Este era el
punto de vista de Abd Allah ibn Masuud en particular, de quien se dice que su copia del Qur’án contenía las
palabras, “Y ellos [e.d., alguna gente] dijeron: ‘Estuvieron...’,” etc. (probablemente una anotación al margen
añadida por Ibn Masuud), y también el de Qatada y Matar al-Waraq (Tabari, Samajshari e Ibn Kazir). Mi
interpretación, al comienzo del versículo, de las palabras “algunos afirman” se basa en la palabra qalu
(“ellos dijeron”) usada por Ibn Masuud en su anotación.
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