JAMES JOYCE-ULISES 476
—¿Tienes miedo que te muerda? —dice el
ciudadano con desprecio.
—No —digo yo—. Pero podría tomar mi
pierna por un poste de alumbrado.
Entonces él llama al viejo perro.
—¿Qué te pasa, Garry? —le dice.
Luego se pone a tironear y aporrear y a
hablarle en irlandés y el viejo cascajo gruñendo,
sin largar prenda, como en un dúo de ópera.
Nunca se escucharon gruñidos semejantes a los
que soltaron entre los dos. Alguien que no tenga
otra cosa mejor que hacer tendría que escribir
una carta pro bono público a los diarios acerca
de una ley que obligue a amordazar a los perros
como ése. Gruñendo y chacharando y su ojo todo
inyectado de sangre porque tiene la sequía y la
hidrofobia cayéndole de las fauces.
Todos aquellos que están interesados en
la difusión de la cultura humana entre los
animales más bajos (y su número es legión) no
tendrían que perderse la exhibición realmente maravillosa de synanthorpía dada por el famoso
viejo rojo perrolobo perdiguero irlandés
antiguamente conocido por el sobriquet de
Garryowen y recientemente rebautizado por su
gran círculo de amigos y conocidos con el de
Owen Garry. La exhibición que es el resultado
de años de adiestramiento por un sistema
dietético minuciosamente meditado, comprende,
entre otras realizaciones, la recitación de versos.
Nuestro más grande experto viviente en fonética
(¡caballos salvajes no nos lo arrancarán!) no ha
dejado piedra sin mover en sus esfuerzos para
dilucidar y comparar el verso recitado y ha
encontrado que ofrece un chocante (las itálicas
son nuestras) parecido con las runas de los
antiguos bardos célticos
La flor de mis blasfemias
Siete días cada día
Y siete secos jueves
Sobre ti, Barney Kierna,
No hay agua que sirva
Para enfriar mi coraje
Y mis tripas rojas rugen
Detrás de tus luces, Lowry.
Entonces él le dijo a Terry que le trajera
un poco de agua para el perro y, que lo parió, se
podía escucharlo lamiéndola desde una milla. Y
Joe le preguntó si se iba a servir otro.
—Cómo no —dice él—, a chara, para
demostrar que no hay resentimiento
EL ESTADO SALVAJE-GERORGES CONCHON 476
Y,en efecto,Avit se acercó.Como un perro al que le han silbado,pensó,porque o era blando consigo mismo,en aquel momento no reparaba en los medios para hurgar en su orgullo,sino que,en verdad,haría más bien como el médium que se doblega a la voluntad del hipnotizador
CORAN-476
(52) Así pues, [tened presente] el Día en que Él dirá: “¡Invocad [ahora] a esos seres a los que
vuestra fantasía hacía partícipes en Mi divinidad!”58 --y entonces ellos los invocarán, pero esos
[seres] no les responderán: porque habremos puesto entre ellos un abismo insalvable.59
59 O también: “un abismo [o “una barrera”] de perdición”: alusión al ancho abismo de irrealidad que separa a
esos pecadores de las fantasías blasfemas de su imaginación, o bien, con mayor probabilidad, al abismo que
les separa de las personas santas a las que solían adorar a pesar de que aquellos nunca dijeron poseer cualidades
divinas (Samajshari y Rasi en una de sus interpretaciones alternativas, que alude específicamente a
Jesús y a María).
NABOKOV-476
Es triste decirlo pero en las raras ocasiones en las que Lik hablaba de su pasado,
recordaba públicamente al muerto imaginario con esa sonrisa artificial que
concedemos a los tiempos lejanos («Aquellos días felices»), una sonrisa que
habitualmente duerme oronda en un rincón de su jaula pestilente. Ahora, sin
embargo, al saber que Koldunov estaba vivo, por más razones sensatas que invocara,
Lik no conseguía dominar aquella sensación de indefensión —manifiesta todavía
por más que hubiera estado sometida a la metamorfosis de la realidad—, que le
agobiaba en sueños cuando desde detrás de una ventana, sonriendo malévolamente
mientras jugaba con la hebilla de su cinturón, aparecía el señor de sus sueños, un
oscuro y temible colegial. Y aun cuando Lik comprendía cabalmente que el
Koldunov real, el vivo, no le podía producir daño alguno ahora, la misma posibilidad
de encontrárselo le parecía un señal fatídica, inquietante, vinculada de alguna
forma con el mundo del mal, con sus premoniciones de tormento y abuso, que le
resultaban tan conocidos
La audiencia de los confines Miguel Ángel AsturiaS
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.DEAN (moviendo la cabeza de un lado a otro, mientras aquéllos salen).- Me explico
que los encomenderos, los conquistadores y habientes de minas y esclavos, se emperren a
mordisco limpio contra el dominico; pero ¡que estos haraposos, hambrientos y miserables
formen partido para defender dinero y riqueza que no son de ellos...!
NEGRO (se acerca al DEAN y le interrumpe).- ¡Mi amito ya está en sagrado! Se fue
directamente a la Catedral. Soy Comacho y aquí traigo por matelaje, infolios y más infolios,
infolios que servirán para descargar la conciencia de Su Majestad del delito de conseguir
esclavos en sus reinos, y este parasol (muestra la sombrilla y la abre), parasol, paraguas, para
todo sirve... DEÁN.- ¡Menos para parar los golpes y más os valiera a tu amo y a vos por las
vísperas cantadas en tus costillas, que no andáis de guerra con la lluvia y el sol, traer un
escudo! Y si tu amo está en la Catedral, vamos allá, debo ampararlo con mi espada, no sea
que alguien ose meter mano airada en su persona
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