VLADIMIR NABOKOV-LOLITA 286
Varias veces una
embaucadora luz arlequinada que caía a través del vidrio sobre una caligrafía
ajena la había convertido en la letra de Lolita, produciéndome casi un síncope
mientras me apoyaba en una urna adyacente, a punto de convertirse así en la
mía propia. Cada vez que ocurría eso, cada vez que sus garabatos encantadores,
intrincados, pueriles, se transformaban de manera horrible en la letra insulsa de
uno de mis escasos corresponsales, solía recordarme, con angustiado regocijo,
algunas ocasiones de mi pasado confiado y prelastimoso en que una ventana
brillante como alhaja, en la acera opuesta, exhibía ante mis ojos avizores, ante
el periscopio siempre alerta de mi vicio vergonzoso, a una nínfula semidesnuda,
en el acto de peinarse el pelo de Alicia-en-el-País-de-las-Maravillas. En ese
fantasma ígneo había una perfección que hacía perfecto también mi anhelo
desenfrenado, precisamente porque la visión estaba más allá de mi alcance, sin
posibilidad de llegar hasta ella para enturbiarla con la conciencia de una
prohibición violada. En verdad, es muy posible que la atracción misma que ejerce
sobre mí la inmadurez reside no tanto en la limpidez de la belleza infantil,
inmaculada, prohibida, cuanto en la seguridad de una situación en que
perfecciones infinitas cierran el abismo entre lo poco concedido y lo mucho
prometido... la rosa gris inasequible. Mes fenêtres!
JAMES JOYCE-ULISES 286
Tomó una página de la pila de hojas
cortadas. La granja modelo en Kinnereth sobre
la orilla del lago de Tiberias. Puede convertirse
en ideal sanatorio de invierno. Moisés
Montefiore. Yo creí que era él. Alquería rodeada
de muros, ganado borroso paciendo. Sostuvo la
hoja apartada de sí: interesante; la leyó más de
cerca, el ganado borroso paciendo, la página
crujiendo. Una joven novilla blanca. Esas
mañanas en el mercado de hacienda las bestias
mugiendo en sus corrales, ovejas marcadas,
rociada y caída del estiércol, los cuidadores de
botas herraclaveteadas abriéndose paso
trabajosamente entre las camas de pajas,
haciendo sonar su palmada sobre un cuarto
trasero de carneen sazón, ésta sí que es de
primera, varillas descortezadas en sus manos.
Pacientemente mantuvo la página inclinada,
conteniendo sus impulsos y sus deseos, la
mirada suavemente atenta y reposada. La
pollera curvada balanceándose al pluf pluf pluf.
El chanchero arrebató dos hojas de la
pila, envolvió sus salchichas de primera e hizo
una mueca roja.
—Ahí tiene, señorita —dijo.
Sonriendo descaradamente, ella alargó
una moneda, mostrando su muñeca regordeta.
JESUS 3.000 AÑOS ANTES DE CRISTO-CLAUDE-BRIGITE-CARCENAC-PUJOL 286
según una cronología aproximativa,
Jesús habría muerto hacia la edad de treinta años."' Ahora bien, treinta
años indicaba generalmente el término de la eficacia de un rey, el
momento en que era necesario renovar ritualmente las fuerzas reales
en el transcurso de una fiesta, la fiesta Sed. (Diestros egiptólogos piensan
que en un período muy lejano, cuando las fuerzas del rey declinaban,
era simplemente muerto y remplazado); la fiesta Sed (http://es.wikipedia.org/wiki/Heb_Sed) habría
sustituido a esta práctica.
Hasta aquí hemos comparado frecuentemente los destinos de
Osiris (o del faraón) y Jesús. Los dos aparecen sin duda como dioses
sufrientes muertos por traición, el uno obra de su hermano Seth, el
otro por obra de su discípulo Judas. Pero ¿podríamos hablar de pasión
de Osiris?
Es cierto que una diferencia esencial entre los dos personajes reside
en la aceptación por Jesús de su suerte para la salvación de los
hombres, mientras que Osiris no tiene ni la presencia de su muerte,
ni la posibilidad de aceptarla o rehuirla.
Por otro lado, los adeptos de Osiris sintieron profundamente su
muerte y cada año conmemoraban sus sufrimientos. En Sais, en el
santuario de Athena, hay un lago y cerca de él «se dan representaciones
de su [Osiris(?)] pasión que Flos egipcios llaman misterios».**
Herodoto revela otras escenas de fiestas dadas en honor de Osiris.
En Bubastis, «después del sacrificio, todos y todas se golpean por
miríadas y miríadas, en honor de quién se golpean, yo tendría escrúpulos
en decirlo.* Todos los que hay de Cariens habitando en Egipto
hacen todavía más, puesto que llegan incluso a hacerse cortaduras
en la frente a golpes de espada y con ello se dan a conocer como,
extranjeros y no egipcios».28
Tales escenas no son concebidas más que si el misterio provoca
una descarga emocional particularmente intensa y dolorosa entre los
participantes.
Finalmente, hay lámparas ardientes en la fiesta de Sais29 en rememoración
probablemente de la afanosa búsqueda por parte de Isis de
los miembros dispersos del cadáver de Osiris.
La mención de todas estas fiestas muestra la magnitud del drama
de la muerte de Osiris y parece atestiguar la idea de una pasión de
Osiris, si bien no soportará ultrajes ni suplicios comparables a los
de Jesús.
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