“Gayo César le dio a Agripa, el nieto de
Herodes, la tercera parte de su herencia familiar para
que pudiese gobernar, donde en el pasado había
gobernado su tío Felipe el tetrarca.... (Agripa fue a
Alejandría).... (Pero los hombres de Alejandría)
estaban dominados por un antiguo y, lo que yo puedo
llamar odio interior hacia los judíos. Estaban furiosos
pensando que nadie pudiese convertirse en el rey de
los judíos...de modo que se pasaban una gran parte
de su tiempo insultando al rey en las escuelas y
planeando toda clase de actos para ridiculizarle....
Había un cierto hombre llamado Carabas, que se
había visto afligido con una ligera forma de
enfermedad mental que le afectaba de vez en
cuando. Este hombre se pasaba la mayor parte de los
días y las noches desvalido por las calles, siendo
víctima de los abusos de los jóvenes de la ciudad...
que llevaron a este pobre hombre, en contra de su
voluntad, hasta el auditorio
JESUS 3000 AÑOS ANTES DE CRISTO-CARCENAC –PUJOL 269
Filón cuenta cómo en el año 38 de nuestra era, cuando el rey
Agripa estaba de paso por Alejandría, la muchedumbre detuvo a un
tal Carabas: «Empujaron a este desgraciado hasta el gimnasio, lo
instalaron en lo alto, bien a la vista de todo el mundo. Le colocaron
una hoja de papiro en la cabeza a manera de diadema (diadématos).
Le cubrieron el cuerpo con una alfombrilla a manera de clámide
(khlamudos), y uno de ellos le dio, a manera de cetro (skhéptrou), un
trozo de caña de papiro que había visto tirada en el camino.
«Una vez le hubieron colocado las insignias de la realeza y emperifollado
como un rey, a la manera de las farsas teatrales, chicos jóvenes,
haciendo de lanceros con bastones sobre la espalda, le hicieron
calle por los dos lados, jugando a los guardias de corps.
Enseguida, otros se adelantaron, para presentarle demandas de interés
público. Después, proveniente de la muchedumbre de pie, sonó un
grito extraño, el nombre de "Marin", que según parece es el título que
se da al soberano en Siria.»
Sería muy largo hacer un análisis detallado de los relatos filonianos
y evangélicos, sin embargo he aquí, brevemente, una serie de
analogías que se pueden enumerar sobre el escenario, los personajes
y el vocabulario de los dos textos.
En los dos casos, las víctimas, Jesús y Carabas, están sin defensa,
abandonadas a la excitación de la masa. Empujados en un lugar
público, el gimnasio de Alejandría, el pretorio de Jerusalén, son los
actores involuntarios de una escena bufa orquestada por algunos que
los ridiculizan ante espectadores formados por la cohorte en el N. T.
y por la masa en Filón.
Para llevar a cabo su farsa los manifestantes ponen sobre la cabeza
(epititheasin te kephale) de Carabas una hoja de papiro (brakhuti
papurou), al igual que los soldados ponen sobre la cabeza (etethékan
té kephalé: Mt 27, 29 y Jn 19, 2) de Jesús, una corona de espinas; la
diadema (diadema) simbolizada por una hoja de papiro con la que
probablemente se ciñe la cabeza de Carabas es una imagen de la diadema
real persa adoptada por Alejandro Magno a manera de corona,
como lo deja suponer el término de diadema y el empleo de una
hoja de papiro, que difícilmente se podría mantener sobre la cabeza
de Carabas a causa de su ligereza. En cuanto al manto con el que se
viste ridiculamente a las víctimas se trata, según Filón y Mateo, de
una clámide (khlamus) en tanto que Marcos habla de púrpura (porphuros)
cuyo color simboliza la realeza y Juan la define como una
capa civil de púrpura (imation porphuros).
En fin, el disfraz se completa con la entrega de un cetro que no es
más que una caña de papiro en Filón y una caña en Mateo (27, 29)
que es el único que ofrece este detalle.
Con anterioridad Jesús había sido desnudado (Mt 27, 28), como
lo había sido Carabas, y por tanto está desnudo cuando le colocan
la clámide. Esto es lo que se deduce de Me 15, 20 que precisa
que cuando los tormentos acabaron, se le pusieron sus vestidos; lo que
significa que se los habían quitado precedentemente.
He aquí un cuadro recapitulativo de las analogías detectadas hasta
aquí entre la narración del tumulto de Alejandría y el proceso de
Jesús.
Vladimir Nabokov Lolita 269
Mil millas de un camino suave como seda separaban Kasbeam –donde, con
gran candor de mi parte, el demonio rojo había aparecido por primera vez– de la
fatal Elphinstone, a la cual habíamos llegado una semana antes del Día de la
Independencia.
El viaje nos había llevado casi todo junio, pues apenas habíamos andado
más de ciento cincuenta millas por día. Pasábamos el resto del tiempo –hasta
cinco días, en un caso– en diversos paraderos, todos ellos también dispuestos de
antemano, sin duda. Ése, pues, era el trecho por el cual debía buscar el rastro
del demonio; ésa fue la tarea a la cual me consagré después de varios días
indescriptibles, durante los cuales fui y vine por los caminos infinitamente
reiterados en la vecindad de Elphinstone.
JAMES JOYCE-ULISES 269
Bajo el influjo del flujo vio las algas
convulsionadas erguirse lánguidamente y
cimbrar desganados brazos, arremangando sus
faldas en susurrante agua, meciendo y agitando
tímidas frondas de plata. Día a día: noche a
noche: elevadas, inundadas y dejadas caer.
Señor, están cansadas: y el cuchicheo del agua
suspiran. San Ambrosio las oyó, suspiro de
hojas y olas, esperando, aguardando la plenitud
de sus tiempos, diebus ac notibus iniurias
patients ingemiscit. Reunidas sin finalidad
alguna, libertadas luego vanamente, flotando
avanzando, retrocediendo, telar de luna.
Cansadas también a la vista de amantes,
hombres lascivos, una mujer desnuda radiante
en sus reinos, ella arrastra una red de aguas.
Cinco brazas por allá. Bajo cinco brazas
yace tu padre. En seguida, dijo él. Lo
encontraron ahogado. Marea alta en la barra de
Dublín. Llevando adelante un flojo amasijo
flotante de detritos, cardumen de peces en
abanico, conchillas tontas.
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