JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS 606
Zaid me guió al sepulcro de un santo, al pie de una
montaña de piedra. Le ordené a mi esclavo que vigilara la cara
del desierto; Zaid y yo dormimos, rendidos. Esa noche creí que
me aprisionaba una red de serpientes. Desperté con horror; a
mi lado, en el alba, dormía Zaid; el roce de una telaraña en
mi carne me había hecho soñar aquel sueño. Me dolió que Zaid,
que era cobarde, durmiera con tanto reposo. Consideré que el
tesoro no era infinito y que él podía reclamar una parte. En
mi cinto estaba la daga con empuñadura de plata; la desnudé
y le atravesé la garganta. En su agonía balbuceó unas palabras
que no pude entender. Lo miré; estaba muerto, pero yo temí
que se levantara y le ordené al esclavo que le deshiciera la cara
con una roca. Después erramos bajo el cielo y un día divisamos
un mar. Lo surcaban buques muy altos; pensé que un muerto no
podría andar por el agua y decidí buscar otras tierras. La primera
noche que navegamos soñé que yo mataba a Zaid. Todo se
repitió pero yo entendí sus palabras. Decía: Como ahora me
borras te borraré, dondequiera que estés. He jurado frustrar esa
amenaza; me ocultaré en el centro de un laberinto para que su
fantasma se pierda."
JAMES JOYCE
ULISES 606
Retrocedió hacia la puerta. Tomaré un
bocado en lo de Davy Byrne. Para engañar al
hambre. Nada más que para sostenerme. Tomé
un buen desayuno.
—Asado y puré aquí.
—Pinta de cerveza.
Cada hombre de por sí, diente y uña.
Chupa. Traga. Chupa. Montón de desperdicios.
Salió al aire fresco y dio la vuelta hacia la
calle Grafton. Comer o ser comido. ¡Mata!
¡Mata!
Supongamos esa cocina colectiva en los
años próximos quizá. Todos al trote con platos y
escudillas para que se los llenen. Devorar el
contenido en la calle.
Sura 27. An-Naml (Las Hormigas) 606
(17) Y [un día] fueron reunidos ante Salomón sus ejércitos de seres invisibles,16 hombres y
pájaros; y luego fueron conducidos en columnas ordenadas, (18) hasta que, cuando llegaron a
un valle [poblado] de hormigas, una de ellas exclamó: "¡Oh hormigas! ¡Entrad en vuestras viviendas,
no sea que Salomón y sus ejércitos os aplasten sin [tan siquiera] darse cuenta [de vuestra
presencia]!"
(19) Entonces [Salomón] sonrió, regocijado por lo que ella había dicho, y dijo: "¡Oh Sustentador
mío! ¡Inspira en mí un agradecimiento continuo por esas bendiciones Tuyas con las que
me has agraciado a mí y a mis padres,17 y para que obre rectamente [en una forma] que sea de
Tu agrado; e inclúyeme, por Tu gracia, entre Tus siervos justos!"
17 Salomón alude aquí, evidentemente, a su propia comprensión y admiración de la naturaleza (cf. 38:31-
33 y las notas correspondientes) así como a su compasión por las más humildes de las criaturas, considerándolo todo como una gran bendición divina: y esta es la enseñanza coránica en la legendaria historia de
la hormigas
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