S.J. AGNON-HUESPED POR UNA NOCHE.1510
EL ABRIGO
La casa está algo por debajo del nivel de la calle,de modo que durante la noche huele a moho y durante el día además,huele a polvo.
En la parte superior de la pared,a la derecha de la puerta,hay una ventana larga y estrecha por la que se alcanza a ver parte de la cabeza de los que transitan por la calle,aunque no la cara,se oyen sus voces y se ve el polvo que levantan con los pies.Por el exterior,cuelga de la ventana un postigo roto que el viento hace batir a veces sobre la ventana,quitando la luz.Además de los utensilios del sastre ,maquina de coser,una mesa alargada ,dos planchas,un espejo y un maniquí de mujer,sin cabeza ni pies,sobre el que hay colgados varios trozos de tela.
JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS 1150
EL ORO DE LOS TIGRES
Hasta la hora del ocaso amarillo
Cuántas veces habré mirado
Al poderoso tigre de Bengala
Ir y venir por el predestinado camino
Detrás de los barrotes de hierro,
Sin sospechar que eran su cárcel.
Después vendrían otros tigres,
El tigre de fuego de Blake;
Después vendrían otros oros,
El metal amoroso que era Zeus,
El anillo que cada nueve noches*
Engendra nueve anillos y éstos, nueve,
Y no hay un fin.
Con los años fueron dejándome
Los otros hermosos colores
Y ahora sólo me quedan
La vaga luz, la inextricable sombra
Y el oro del principio.
Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
Del mito y de la épica,
Oh un oro más precioso, tu cabello
Que ansían estas manos.
JAMES JOYCE
ULISES 1150
Gerty se sacó el
sombrero por un momento solamente para
arreglarse el cabello y nunca se vio sobre los
hombros de una niña una cabeza de trenzas
color avellana más bonita, más exquisita, una
radiante pequeña visión, en verdad, casi
enloquecedora en su dulzura. Habría que
caminar mucho antes de encontrar una
cabellera como ésa. Ella casi pudo ver el rápido
destello de admiración con que le respondieron
sus ojos que le hizo vibrar cada uno de sus
nervios. Se puso el sombrero para poder ver por
debajo del ala y agitó más rápido su zapato con
hebilla, porque se le cortó la respiración al
advertir la expresión de sus ojos. Él la estaba
contemplando como una serpiente mira su
presa. Su instinto de mujer le dijo que había
despertado el demonio en él y al pensarlo un
escarlata ardiente la cubrió de la garganta a la
frente hasta que el hermoso color de su rostro se
convirtió en un glorioso rosa.
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 1150
En años anteriores la había visto llorar con frecuencia,
pero entonces lloraba de una forma muy diferente: sentada a la mesa, por ejemplo,
se ponía a llorar pero sin esconder la cara, y se sonaba la nariz con ruido sin dejar de
hablar y de hablar y de hablar; sin embargo ahora, lloraba de una forma tan infantil
como una niña pequeña, estaba allí tumbada con tal abandono... y había algo
tremendamente atractivo en la curva de su espalda y en la forma en que su pie, en
su zapatilla de terciopelo, rozaba el suelo... Se podría incluso pensar que era una
joven, rubia, llorando... Y su pañuelo todo arrugado estaba abandonado en la
alfombra, tal y como debía ser en una escena de ese tipo.
Nikolai emitió un gruñido ruso (kryak) y se sentó en el borde del sofá. Volvió a
gruñir. Su madre, sin dejar de ocultar el rostro, dijo contra el cojín:
—¿Por qué no pudiste haber vuelto antes? Incluso un año antes... ¡Sólo un año!
—Cómo iba a saberlo —dijo Nikolai.
—Ahora todo se ha acabado —suspiró entre lágrimas, mientras se atusaba su pelo
rubio—. Cumpliré cincuenta años en mayo. El hijo viene a ver a su madre anciana. Y
por qué tuviste que venir justo en este preciso momento... ¡esta noche!
Nikolai se puso el abrigo (que, contrariamente a lo que es costumbre en Europa,
había dejado tirado en un rincón), sacó la gorra de uno de los bolsillos y se volvió a
sentar junto a ella.
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