jueves, septiembre 13, 2012

TORO BLANCO

                           

                 

             

ANDRE MALRAUX-LA CONDICION HUMANA  pág- 190



El croupier lanzó la bola. Partió blandamente, como siempre, y pareció vacilar. Desde el


comienzo, Clappique no había visto salir todavía ni rojo ni negro. Aquellas casillas tenían entonces

las mayores probabilidades. La bola continuaba su paseo. ¿Que no había jugado rojo? La bola iba

más despacio. Se detuvo en el 2. Había ganado.

Había que trasladar los cuarenta dólares al 7 y jugar el número. Era evidente: para lo sucesivo,

debía abandonar la banda. Puso sus dos fichas, y ganó. Cuando el croupier arrojó hacia él catorce

fichas y cuando él las tocó, descubrió con estupefacción que podía ganar; no era aquello una

imaginación, una lotería fantástica de ganadores desconocidos. Le pareció, de pronto, que la banca

le debía dinero; no porque había apuntado al número que ganaba, ni porque primeramente había

perdido, sino desde toda la eternidad, a causa de la fantasía y de la libertad de su espíritu; porque

aquella bola ponía a la casualidad a su favor para pagar todas las deudas de la suerte. Sin embargo,

si jugaba de nuevo un número, perdería. Dejó doscientos dólares en los impares –y perdió.

Indignado, abandonó la mesa un instante y se aproximó a la ventana.

Fuera, la noche. Bajo los árboles, las luces rojas de las linternas en las traseras de los autos. A

pesar de los cristales, oyó una gran confusión de voces y de risas, y, de pronto, sin distinguir las

palabras, una frase pronunciada con entonación de cólera. Pasiones... Todos aquellos seres que

atravesaban la bruma, ¿de qué vida imbécil y fofa vivían? Ni siquiera unas sombras: unas voces en

la noche. Era en aquella sala donde la sangre afluía a la vida. Los que no jugaban no eran hombres.

¿Todo su pasado, no sería más que una prolongada locura? Volvió a la mesa.

Puso sesenta dólares en los pares, de nuevo. Aquella bola, cuyo movimiento iba a debilitarse, era

un destino, y, desde luego, su destino. No luchaba contra una criatura, sino contra una especie de

dios; y aquel dios, al mismo tiempo, era él mismo. La bola volvió a partir.

Recuperó en seguida el desnivel pasivo que buscaba: de nuevo le pareció tomar su vida y

suspenderla de aquella bola irrisoria. Gracias a ella, saciaba a un tiempo, por primera vez, a los dos

Clappiques que le formaban: el que quería vivir y el que quería ser destruido. ¿Para qué mirar el

reloj? Relegaba a Kyo en un mundo de ensueño. Le parecía alimentar a aquella bola, no ya con

jugadas, sino con su propia vida –si no veía a Kyo, perdía toda posibilidad de encontrar dinero– y

con la de otro; y, que aquel otro lo ignorase, prestaba a la bola, cuyas curvas se ablandaban, la vida

de las conjunciones de los astros, de las enfermedades crónicas, de todo de cuanto los hombres

creen pendiente su destino. ¿Qué tenía que ver con el dinero aquella bola, que vacilaba en los

bordes de los agujeros, como un hocico, y por medio de la cual estrechaba él su propio destino,

único medio que había encontrado para poseerse a sí mismo? ¡Ganar; no ya para irse, sino para

quedarse, para arriesgar más, para que la apuesta de su libertad conquistada hiciese el gesto más

absurdo aún! Apoyado sobre el antebrazo; sin mirar ya siquiera a la bola, que continuaba su camino,

cada vez más lenta; temblándole los músculos de las pantorrillas y de los hombros, descubría el

sentido mismo del juego, el frenesí de perder.                    CORAN-SURA 5  EL AGAPE  pág.190  
(68) Di: “¡Oh seguidores de la Biblia! ¡Vuestras creencias carecen de base a menos que


observéis [realmente] la Tora y el Evangelio, y todo lo que vuestro Sustentador ha hecho

descender para vosotros!”85
Pero todo lo que tu Sustentador ha hecho descender sobre ti [Oh Profeta] hará que muchos

de ellos se obstinen aún más en su desmesurada arrogancia y en su negación de la verdad.

Pero no te aflijas por la gente que niega la verdad: (69) pues, ciertamente, quienes han

llegado a creer [en esta escritura divina], y quienes siguen el judaísmo, y los sabeos,86 y los

cristianos -- todos los que creen en Dios y en el Último Día y obran rectamente-- nada tienen

que temer y no se lamentarán   85 E.d., todos los demás libros del Antiguo Testamento que destacan la unidad de Dios y están llenos de

profecías sobre el advenimiento del Profeta Muhammad (Rasi). Esto debe entenderse en conjunción con

la frecuente aseveración coránica de que el texto de la Biblia, tal como hoy lo conocemos, ha sufrido

numerosas alteraciones y corrupciones.     James Joyce

Ulises                    190       Cissy dijo que la disculpara si le importaría por favor decirle la hora exacta y Gerty vio cómo sacaba el

reloj, lo escuchaba y miraba para arriba y se aclaraba la garganta y dijo que lo sentía que se le había parado

el reloj pero que pensaba que debían de ser las ocho pasadas porque el sol se había metido. Había en su voz

un toque refinado y aunque hablaba con acento cuidado había un asomo de temblor en su tono meloso. Cissy dijo gracias y volvió con la lengua fuera y dijo que el tío decía que no le funcionaba el caño.
Luego cantaron la segunda estrofa del Tantum ergo y el Canónigo O'Hanlon se levantó otra vez e incensó

el Santísimo y se arrodilló y le dijo al Padre Conroy que una de las velas estaba a punto de prenderle fuego

a las flores y el Padre Conroy se levantó y lo arregló convenientemente y ella veía cómo el señor le daba

cuerda al reloj y escuchaba a ver si funcionaba y columpió más la pierna para dentro y para fuera al mismo

tiempo. Estaba oscureciendo pero él podía ver y estuvo mirando todo el tiempo que le estuvo dando cuerda

al reloj o lo que le estuviera haciendo y luego se lo volvió a guardar y se metió las manos en los bolsillos.

Sintió como una sensación que la embargaba por completo y lo sabía por la sensibilidad del cuero cabelludo

y esa irritación contra el corsé que eso le iba a venir pronto porque la última vez fue también cuando se

cortó el pelo por lo de la luna .       Lolita

Vladimir Nabokov   184    190-184=6     Hugh Broughton, escritor polemista del reinado de Jaime I,

probó que Rahab era una prostituta desde temprana edad. Esto es muy

interesante y me atrevería a suponer que ya están ustedes viéndome al borde de

una crisis y echando espuma por la boca. Pero no, no es así; sólo barajo

encantadoras posibilidades en un mazo de naipes. Tengo algunas otras

imágenes. Aquí está Virgilio, que pudo cantar a la nínfula con un tono único, pero

quizá prefería otra cosa... Allí, dos de las hijas pre-núbiles del rey Akenatón y la

reina Nefertiti (la pareja real tenía una progenie de seis), con muchos collares de

cuentas brillantes por todo atavío, abandonadas sobre almohadones, intactas

después de tres mil años, con sus suaves cuerpos morenos de cachorros, el pelo

corto, los alargados ojos de ébano... Más allá, algunas novias forzadas a sentarse

en el fascinum, marfil de los templos del saber clásico. El matrimonio antes de la

pubertad no es raro, aun en nuestros días, en algunas provincias de la India

oriental. Después de todo, Dante se enamoró perdidamente de su Beatriz cuando

tenía ella nueve años, una chiquilla rutilante, pintada y encantadora, enjoyada,

con un vestido carmesí... y eso era en 1274, en Florencia, durante una fiesta

privada en el alegre mes de mayo. Y cuando Petrarca se enamoró locamente de

su Laura, ella era una nínfula rubia de doce años que corría con el viento, con el

polen, con el polvo, una flor dorada huyendo por la hermosa planicie al pie del

Vaucluse.           Robert Graves

La Diosa Blanca     190     Parece que el alfabeto irlandés fue formado antes que el griego clásico y que los

nombres de sus letras coinciden con los del alfabeto epicármico que Evandro llevó a

Italia desde la Grecia danaena. Tal vez incluso conservaba el orden original de las letras.

Una antigua tradición irlandesa que refuerza la de la invención del alfabeto

Ogham por Ogma Cara de Sol se cita en la History of Ireland de Keating.

Feniusa Farsa, nieto de Magog y rey de Escitia, deseoso de dominar los

setenta y dos lenguajes creados en la confusión de Babel, envió a setenta y dos

personas para que los aprendieran. Fundó una Universidad en Magh Seanair,

cerca de Atenas, la que dirigían él, Gadel y Caoith. Estos formaron las letras

griegas, latinas y hebreas. Gadel clasificó el irlandés (goidélico) en cinco

dialectos: el feniano para los soldados; el poético e histórico para los senaquios

y los bardos respectivamente; el medicinal para los médicos, y el idioma común

para el vulgo.

Aunque a primera vista ésta es una fábula disparatada compuesta con fragmentos

de la tradición monástica (como la milagrosa traducción de las Sagradas Escrituras

hebreas por setenta y dos sabios, cada uno de los cuales trabajó separadamente durante

setenta y dos días en la isla de Paros y todos produjeron exactamente la misma versión),

cuanto más atentamente se la examina tanto más interesante parece. «Magh Seanair

cerca de Atenas», sugiere que la mención de Babel ha llevado a algún monje a

enmendar un texto oscuro haciendo que el acontecimiento se realizase en la Magh

Seanair, «Llanura de Shinar», en Mesopotamia, y a dar por supuesto que había otra

Atenas en las cercanías. En que el alfabeto fue inventado en Grecia (Acaya) se insiste en

The Hearings of the Scholars, aunque Acaya se ha convertido en «Acadia» en algunos

manuscritos y en «Dacia» en otros, y todo el relato adquiere un giro muy monástico.

Creo que el original decía «Magnesia cerca de Atenas», refiriéndose a la Magnesia del

sur de Tesalia. Se decía que estaba «cerca de Atenas» probablemente para distinguirla

de otras Magnesias pelasgas: la caria en el río Meandro y la lidia en el Hermo,

relacionadas con el .mito del titán Titios y desde las cuales en la Antigüedad envió

Hércules una colonia a Gades en España.     BIBLIA
NUEVO TESTAMENTO  190        

26 Un ángel del Señor habló a Felipe diciendo: “Levántate y vé hacia el sur


por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.” 27 El se

levantó y fue. Y he aquí un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la

reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a

Jerusalén para adorar, 28 regresaba sentado en su carro leyendo el profeta

Isaías. 29 El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro.” 30 Y Felipe

corriendo le alcanzó y le oyó que leía el profeta Isaías. Entonces le dijo: —

¿Acaso entiendes lo que lees? 31 Y él le dijo: — ¿Pues cómo podré yo, a menos

que alguien me guíe? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a él. 32 La

porción de las Escrituras que leía era ésta: Como oveja, al matadero fue llevado,

y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. 33 En su

humillación, se le negó justicia; pero su generación, ¿quién la contará? Porque su

vida es quitada de la tierra. 34 Respondió el eunuco a Felipe y dijo: — Te ruego,

¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí mismo o de algún otro?

35 Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le

anunció el evangelio de Jesús. 36 Mientras iban por el camino, llegaron a donde

había agua, y el eunuco dijo: — He aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea

bautizado? 37 Felipe dijo: — Si crees con todo tu corazón, es posible. Y

respondiendo, dijo: — Creo que Jesús, el Cristo, es el Hijo de Dios. 38 Y

mandó parar el carro. Felipe y el eunuco descendieron ambos al agua, y él le

bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Y

el eunuco no le vio más, pues seguía su camino gozoso. 40 Pero Felipe se

encontró en Azoto, y pasando por allí, anunciaba el evangelio en todas las

ciudades, hasta que llegó a Cesarea     EL FIGÓN DE LA REINA PATOJA

de

Anatole France     190       —Hijo mío —respondió el señor de Astarac—, vuestra curiosidad me

satisface, y voy inmediatamente a complacerla. Las salamandras no tienen

dientes, propiamente hablando. Pero, en cambio, sus encías están provistas

de dos hileras de perlas, muy blancas y muy brillantes, que prestan a su

sonrisa una gracia y un encanto inconcebibles. Sabed también que esas

perlas son de luz endurecida.

Dije al señor de Astarac que eso me agradaba, y prosiguió:

—Los dientes del hombre no son sino un signo de su ferocidad. Cuando

éste se alimente como es debido, esos dientes serán reemplazados por algún

adorno semejante a las perlas de las salamandras. Entonces no se concebirá

cómo un amante haya podido ver, sin horror y sin disgusto, dientes

perrunos en la boca de su amada.         

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