PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York 60
El Quijote quién lo escribió y cómo
lo escribió.
-¿Hay alguna duda?
-Por supuesto que no. Pero me refiero al libro dentro del libro que Cervantes
escribió. El que imaginó que estaba escribiendo.
-Ah.
-Es muy sencillo. Cervantes, no sé si lo recuerda, se esfuerza mucho por
convencer al lector de que él no es el autor. El libro, dice, lo escribió en árabe Cide
Hamete Benengeli. Cervantes describe cómo descubrió por azar el manuscrito un día en
el mercado de Toledo. Contrató a alguien para que se lo tradujera al castellano y después
se presenta a sí mismo únicamente como el corrector de la traducción. De hecho, ni
siquiera puede garantizar la exactitud de la traducción.
-Y sin embargo luego dice -añadió Quinn- que la de Cide Hamete Benengeli es
la única versión auténtica de la historia de don Quijote. Todas las otras versiones son
fraudes, escritas por impostores; insiste mucho en que todo lo que se cuenta en el libro
sucedió realmente.
-Exactamente. Porque, después de todo, el libro es un ataque a los peligros de la
simulación. No podía fácilmente presentar una obra de la imaginación para hacer eso,
¿verdad? Tenía que afirmar que era real.
-Sin embargo, siempre he sospechado que Cervantes devoraba aquellos viejos
libros de caballería. No puedes odiar algo tan violentamente a menos que una parte de ti
lo ame también. En cierto sentido, don Quijote no era más que un doble de Cervantes.
-Estoy de acuerdo. ¿Qué mejor retrato de un escritor que mostrar a un hombre
que ha quedado embrujado por los libros?
-Precisamente.
-En cualquier caso, puesto que se supone que el libro es real, de ello se deduce
que la historia tiene que estar escrita por un testigo ocular de los sucesos que en ella
ocurren. Pero Cid Hamete, el autor reconocido, no aparece nunca. Ni una sola vez
afirma estar presente cuando los sucesos tienen lugar. Por lo tanto, mi pregunta es ésta:
¿quién es Cide Hamete Benengeli?
-Sí, ya veo adónde quiere ir a parar.
-La teoría que planteo en el artículo es que en realidad es una combinación de
cuatro personas diferentes. Sancho Panza es el testigo, naturalmente. No hay ningún otro
candidato, ya que es el único que acompaña a don Quijote en todas sus aventuras. Pero
Sancho no sabe leer ni escribir. Por lo tanto no puede ser el autor. Por otra parte,
sabemos que Sancho tiene un gran don para el lenguaje. A pesar de sus necios
despropósitos, les da cien vueltas hablando a todos los demás personajes del libro. Me
parece perfectamente posible que le dictara la historia a otra persona, es decir, al barbero
y al cura, los buenos amigos de don Quijote. Ellos pusieron la historia en correcta forma
literaria, en castellano, y luego le entregaron el manuscrito a Simón Carrasco, el
bachiller de Salamanca, el cual procedió a traducirlo al árabe. Cervantes encontró la traducción,mandó pasarla de nuevo al castellano y luego publicó el libro, Don Quijote de
la Mancha.
-Pero ¿por qué se tomarían Sancho y los otros tantas molestias?
-Curar a don Quijote de su locura. Querían salvar a su amigo. Recuerde que al
principio queman sus libros de caballería, pero eso no da resultado. El Caballero de la
Triste Figura no renuncia a su obsesión. Entonces, en un momento u otro, todos salen a
buscarle con distintos disfraces (de dama en apuros, de Caballero de los Espejos, de
Caballero de la Pálida Luna) con el fin de atraer a don Quijote a casa. Al final lo
consiguen. El libro no era más que uno de sus trucos. La idea era poner un espejo
delante de la locura de don Quijote, registrar cada uno de sus absurdos y ridículos
delirios, de tal modo que cuando finalmente leyese el libro viera lo erróneo de su
conducta.
-Me gusta.
-Sí. Pero hay una última vuelta de tuerca. Don Quijote, en mi opinión, no estaba
realmente loco. Sólo fingía estarlo. De hecho, él mismo orquestó todo el asunto.
Recuerde que durante todo el libro don Quijote está preocupado por la cuestión de la
posteridad. Una y otra vez se pregunta con cuánta precisión registrará su cronista sus
aventuras. Esto implica conocimiento por su parte; sabe de antemano que ese cronista
existe. ¿Y quién podría ser sino Sancho Panza, el fiel escudero a quien don Quijote ha
elegido para ese propósito? De la misma manera, eligió a los otros tres para que
desempeñaran los papeles que les había destinado. Fue don Quijote quien organizó el
cuarteto Benengeli. Y no sólo seleccionó a los autores, probablemente fue él quien
tradujo el manuscrito árabe de nuevo al castellano. No debemos considerarle incapaz de
tal cosa. Para un hombre tan hábil en el arte del disfraz, oscurecerse la piel y vestirse
con la ropa de un moro no debía ser muy difícil. Me gusta imaginar la escena en el
mercado de Toledo. Cervantes contratando a don Quijote para descifrar la historia del
propio don Quijote. Tiene una gran belleza.
JAMES JOYCE
ULISES
Introducción
Germán García 60
EL episodio de
las Sirenas, en un bar de Dublín con sus habituales clientes y sus camareras, es
una parada en la jornada de Bloom, que,
mientras desayuna, escribe una carta galante,
habla con un amigo y escucha la música que
subleva en su corazón las imágenes, los
recuerdos, los disgustos, las aspiraciones
dormidas y las alegrías; es el oído del hombre
tendido hacia todas las músicas del sueño y del
deseo, es la música, música de las palabras, de
las sílabas mismas en esas palabras que se
descomponen y se transforman, música de las
frases y de los temas psicológicos, música de los
gestos y de los objetos en donde las palabras se
chocan, se funden y se desgarran, música de la
fuente de la naturaleza y del gran devenir
eterno.
Las Piedras de Ica de Perú http://www.crystalinks.com/icastones.html
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