domingo, enero 26, 2014

A MI CABALLO NO LE GUSTA EL VINO.

 

  

 

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Las baladas del ajo  MO YAN   434

Jinju se agitó repentinamente, retiró
la colcha y se levantó. Miró el
rollo de Año Nuevo que había
colgado en la pared con un querubín
vestido con un chaleco rojo
sujetando un enorme melocotón rojo
entre
sus manos a modo de ofrenda.

—Ah, adjunto Yang, Viejo Maestro,
padre —ése tenía que ser Cao
Jinzhu; sólo de pensarlo se ponía
enferma—, prueben un poco de esta
delicia que mi hermano compró en el
mercado del caballo. Dicen que sabe
un poco como el Maotai, pero como
nunca hemos probado el Maotai, no
puedo asegurarlo.
Cao Jinzhu sorbió ruidosamente un
par de veces.

—Nuestro amigo Octavo Tío ha
viajado mucho. Si alguien lo ha
probado, ése es él.
El adjunto Yang rió con suficiencia.
.97
—Sólo un par de veces. Una vez en
la casa del secretario del Partido
Geng y otra en casa de Zhang
Yunduan. Ochenta yuan por botella

suponen nada para alguien tan rico
como Zhang.
—Vamos, Octavo Tío, dinos si sabe
como el Maotai —apremió
Hermano Mayor.
Jinju le escuchó relamerse los labios
e imaginó que habría tomado un
trago.
—¿Y bien?
Debió tomar otro, porque Jinju

escuchó cómo volvía a relamerse.
—Bueno, maldita sea, realmente
sabe un poco como el Maotai.
—Fantástico —dijo el padre—.
Bebamos.
El querubín que había en la pared
bajó la mirada hacia Jinju como si
quisiera salir del cuadro.
Liu Jiaqing se aclaró la garganta.
—Padre de la novia —dijo—, he

escuchado que la chica tiene
mucho genio.
—No es más que una niña —replicó
el padre— y la mitad de las
veces no sabe lo que hace. Es
impetuosa, pero no se va a salir con
la suya
mientras me quede un gramo de
aliento en el cuerpo.

—No es extraño que alguien tan
joven tenga ideas propias —zanjó

Cao Jinzhu—. Wenling es igual.
Cuando se enteró de que
Jinju quería romper el acuerdo,
montó tal escena en casa que su
madre y
yo tuvimos que darle una paliza.
—Dame, padre, deja que te llene el
vaso —dijo Hermano Mayor.
—No quiero más, ya he bebido
bastante —objetó Cao Jinzhu—.
Esta bebida enseguida se me sube a

la cabeza.
—Eso es lo que hace una buena
bebida —dijo el adjunto Yang—.
Pero una vez que la chica es adulta,
no deberíais golpearla. En nuestra
nueva sociedad, va contra la ley
golpear a una chica, aunque sea tu
propia hija.

                         

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