Muriel Barbery La elegancia del erizo 170*2=340-283=37
Sí, me cae muy bien Olimpia Saint-Nice. Constitución es una
encantadora gatita color caramelo, con el hociquito rosa bombón, bigotes
blancos y almohadillas lila, cuyos dueños son los Josse y, como todos los
animales de pelo del palacete, se ve sometida a los cuidados de Olimpia al
menor achaque. Pues bien, esta cosita inútil pero apasionante, de tres años de
edad, no hace mucho se pasó toda la noche maullando, arruinando así el sueño
de sus amos.
—¿Y eso por qué? —pregunto en el momento adecuado, porque estamos
enfrascadas en la complicidad de un relato en el que cada una quiere interpretar
su papel a la perfección
JAMES JOYCE-ULISES I 283
Los cascos de su caballo repiqueteando detrás de
nosotros por la calle Abby. Suerte que tuve la
presencia de ánimo de meterme en lo de
Manning; si no hubiera hecho así me las veo
negras. Se dio un buen golpe, por Dios. Debe de
haberse roto la cabeza contra las piedras. No
tendría que haberme dejado llevar por esos
estudiantes de medicina. Y los ridículos del
Trinity con sus gorros cuadrados de estudiante.
Buscando líos. Sin embargo llegué a conocer a
ese joven Dixon que me curó la picadura en el
Mater y ahora está en la calle Holles en lo de la
señora Purefoy. Así es el engranaje. Todavía
tengo en mis oídos el silbato del policía. Todos
tomaron las de Villadiego. ¿Por qué me eligió a
mí? Aquí mismo empezó.
Don Campbell- EL EFECTO MOZART 261 pág 283-261=22
Es posible que los poderes de la música sean aún más impresionantes que lo que indican estos estudios. Aunque el equipo de Irvine llevó a la atención del público el efecto Mozart, sin duda han sido los estudios del doctor Alfred Tomatis los que han establecido las propiedades sanadora y creativa del soni-do y la música en general, y del efecto Mozart en particular.
Durante la última mitad del siglo, este médico francés ha dedicado su vida a comprender el oído y las muchas manifestaciones de la escucha.14 Para sus socios es el Einstein del sonido, el Sherlock Holmes de la detección sónica. Para muchos de sus pacientes es sencillamente el doctor Mozart. Durante este tiempo, Tomatis ha hecho pruebas a más de 100.000 clientes en sus Centros de Escucha (Listening Centers) de todo el mundo para detectar discapa-cidades de escucha, vocales y auditivas, así como trastornos en el aprendi-zaje. Desde su casa principal en París trabaja con muchísimas personas, entre ellas músicos profesionales, niños con discapacidades psicológicas y de aprendizaje, y personas con lesiones graves en la cabeza. Su visión global del oído establece nuevos modelos para la educación, curación y rehabilitación.
Los logros de Tomatis son legión. Fue el primero en entender la fisiología de la escucha en cuanto diferente de oír. Clarificó la comprensión del domi-nio del oído derecho en el control del habla y la musicalidad, y desarrolló téc-nicas para mejorar su funcionamiento. Tiene el mérito de haber descubierto que «la voz sólo puede reproducir lo que el oído puede oír», teoría que tiene importantísimas aplicaciones prácticas en el desarrollo del lenguaje, teoría que la Academia Francesa de Medicina primero ridiculizó, pero después aceptó ampliamente y la llamó efecto Tomatis. Elaboró un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo del oído, observando cómo funciona el sistema ves-tibular, o la capacidad de equilibrar y regular el movimiento de los músculos internos.
Pero posiblemente su aportación más importante fue reconocer que el feto oye sonidos en el útero.
Con poco más de treinta años, su curiosidad científica lo llevó al mundo de la embriología, en el que descubrió que la voz de la madre hace las veces de cordón umbilical sónico para el desarrollo del bebé, y constituye una fuen-te fundamental de nutrición. Esto lo condujo a la invención de una técnica que él llama Renacimiento Sónico, en el cual se filtran sonidos uterinos simu-lados para tratar discapacidades de escucha y trastornos emocionales.
La historia se inicia a comienzos de los años cincuenta, cuando tuvo conocimiento de la obra pionera de V. E. Negus, estudioso británico. Negus observó que en muchos casos los pajaritos bebés que son empollados por padres adoptivos no cantan ni imitan los sonidos de los pájaros que los
empollaron. Esto indujo a Tomatis a investigar el papel del sonido en el útero y a preguntarse si los problemas de desarrollo posnatales, sobre todo el autismo y los trastornos del habla y el lenguaje, podrían estar relacionados con una ruptura en la comunicación o trauma ocurrida en el útero.
En contradicción con la opinión que predominaba entonces, Tomatis declaró que el feto es capaz de oír. Pese a las burlas de sus colegas, que lo trataron como si fuera un renegado, perseveró y descubrió que el oído comienza a desarrollarse ya en la décima semana de gestación, y que a los cuatro meses y medio ya es funcional. Para medir las impresiones acústicas del útero, diseñó un sistema subacuático, con micrófonos, altavoces y grandes láminas de caucho, que eliminaba los efectos de las bolsas de aire en sus experimentos.
«El feto oye toda una gama de sonidos predominantemente de baja fre-cuencia», explica en L'oreille et la vie, su autobiografía. «El universo de soni-dos en que está sumergido el embrión es particularmente rico en calidades de sonido de todo tipo, [...] rumores internos, el movimiento del quilo durante la digestión, y los ritmos cardiacos como una especie de galope. Percibe la res-piración rítmica como un flujo y reflujo distante. Y luego la voz de su madre se afirma en este contexto.» Tomatis compara esto con una sabana africana al anochecer, con sus «reclamos y ecos distantes, crujidos sigilosos y el rumor de las olas». Cuando el circuito audiovocal está correctamente establecido, ese diálogo permanente, que le garantiza que va a tener un desarrollo armo-nioso, produce en el embrión una sensación de seguridad.
Tomatis observó además que, después de nacer, el bebé suele relajarse muy poco, hasta que su madre habla. «En ese momento el cuerpo del bebé se inclina en dirección a su madre. [...] El recién nacido reacciona al sonido de una voz determinada, la única voz que conocía mientras estaba en la fase fetal.» Como si la madre percibiera instintivamente esto, le canta al bebé, lo induce a dormir con nanas, lo aprieta contra su pecho con dulces melodías y le canta canciones infantiles para favorecer su desarrollo.
José Luis Sampedro
La sonrisa etrusca 195 págs 195*2=390-283=107
»Me oyes, ¿verdad, niño mío? Qué importa mi boca cerrada, ¡cuando piensas con alma
te oyen! Apréndelo: miras bien fijo a un fulano pensando «si rechistas, te machaco» y,el
tío se arruga, te lo digo yo... A lo suave, lo mismo: miras a una mujer viéndola ya en tu
cama ¡y la tienes medio en el bote!... Ya ves, cada noche pensaba yo para mis ovejas por
dónde las llevaría al día siguiente y casi andaban solas... ¡Hasta los animales se dan cuenta!
GAO XINGJIAN
LA MONTAÑA DEL ALMA pág 283
Me han contado que, durante la noche, se oían extraños tañidos de campana y redobles de
tambor, procedentes de la montaña, allí donde bordea el mar. Eran monjes y monjas taoístas que
estaban entregados a sus ceremonias secretas. El y ella me han explicado que se los encontraron por
casualidad y que los vieron con sus propios ojos. Hablaron de ello a la gente de su entorno. Pero, si
uno subía en pleno día a la montaña, era imposible dar con ese templo taoísta.
Si no les fallaba la memoria, debía de estar pegado al acantilado, al borde del mar. Según él,
estaba cerca de la cima. No, según ella, se encontraba en la ladera de la montaña y un camino
tallado en la pared escarpada conducía hasta allí.
Y decían ambos que era un templo muy bonito, erigido en una anfractuosidad, accesible
únicamente por ese pequeño sendero. Permanecía de día totalmente invisible, tanto para los
pescadores desde el mar como para los que recogían hierbas medicinales que recorrían las
montañas. Habían ido allí al oscurecer guiándose por la música, a tientas en medio de la noche. De
repente la luz de una antorcha aclaró la oscuridad, la puerta del templo se abrió y fueron tragados
por el humo del incienso
No hay comentarios:
Publicar un comentario