miércoles, diciembre 21, 2011

EL ESCAÑO DE M

 

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JAMES JOYE-ULISES I      381

¿Cómo van las cosas? Apenas raspando.
Tenemos lindo tiempo. Sí, de veras. Bueno para
el campo. Esos agricultores siempre se están
quejando. Voy a tomar solamente un dedalito de
su mejor ginebra. Una pequeña ginebra, señor.
Sí, señor. Una cosa terrible esa explosión del
General Slocum. ¡Terrible, terrible! Mil
víctimas. Y escenas desgarradoras. Hombres
pisoteando mujeres y niños. Lo más brutal.
¿Cuál dicen que fue la causa? Combustión
espontánea: la más escandalosa revelación. Ni
un solo bote salvavidas podía flotar y la
manguera de incendio toda reventada. Lo que
no puedo comprender es cómo los inspectores
permitieron que un barco así

 

MIGUEL ANGEL ASTURIAS-LA AUDIENCIA DE LOS CONFINES-  381

PEDRALES.- Me contenta veros ufano, pero no las tengo todas conmigo. La sublevación se oye crecer. Es la marea de un mar subterráneo. Y esta vez, si se levan­tan, lo tienen jurado, acabarán todos ellos o dan cuenta de nosotros.

GOBERNADOR.- Y a mí, qué queréis, lo de la su­blevación me acrece la gana por esa doncella de destinos tan opuestos. Si Musén Ca va a la cita, se convierte en manjar para sus dioses. Voy yo y se transforma en un peligro imperial... (Fuertes toquidos en la puerta del fondo. Al ver que PEDRALES va a cerrar el arcón.) ¡Dejadlo abierto! Es Naborí que viene con doscientas onzas más para aumentar el rescate. Los centinelas te­nían orden de abrirle paso.

PEDRALES.- ¡Guardaos...! (Arrecian los toquidos. PEDRALES se mueve hacia una puerta secreta invisible en el muro, que hace accionar. Antes de salir, al mover el sillón a cuyo respaldo está oculta la puerta secreta.) ¡Duren mis penas lo que el oro en ese arcón!

GOBERNADOR.- ¿Qué os importa...? ¿Se come el oro...? (Silencio de PEDRALES.) ¿Se bebe el oro? (Silen­cio de PEDRALES.) ¿Se fuma...? ¿Se mastica...? ¿Es al­gún humo o yerba que embriaga...? ¡No...! ¡El oro se juega, voto a Dios, que es el único deleite que se puede obtener de él, directamente de él; otro no tiene! ¡Qué jugadas nos esperan...!

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ANDRE MALRAUX-LA CONDICION HUMANA  381

Volvió el rumor más fuerte, aunque tan confuso, que tuvieron que escuchar con mucha atención para distinguir qué era lo que producía. Parecía que subía del suelo.

–No –dijo Kyo–; son gritos.

Se acercaban y se hacían más precisos.

–¿Tomarán la iglesia rusa? –interrogó Katow.

Muchos gubernamentales estaban atrincherados allá. Pero los gritos se aproximaban, como si viniesen de los arrabales hacia el centro. Eran cada vez más fuertes. Resultaba imposible distinguir las palabras. Katow echó una ojeada al tren blindado.

–¿Les llegarán refuerzos?

Los gritos, siempre sin palabras, se producían cada vez más cerca, como si alguna noticia capital hubiese sido transmitida de multitud en multitud. Luchando con ellos, otro ruido se sobrepuso y se hizo distinto, por fin: la conmoción regular del suelo bajo los pasos.

–El ejército –dijo Katow–. Son los nuestros.

Sin duda. Los gritos eran aclamaciones. Siendo aún imposible distinguirlos de los aullidos del miedo: Kyo había oído aproximarse así los de la multitud fugitiva a causa de la inundación. El martilleo de los pasos se cambió en un chapaleo y luego se reanudó: los soldados se habían detenido y volvían a partir en otra dirección.

–Se les ha avisado que el tren blindado está aquí –dijo Kyo

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BORGES-381

  El mar es el camino de las velas, el camino
del cisne, la ponchera de las olas, el baño de la planga, la ruta de
la ballena; el sol es la candela del mundo, la alegría del cielo, la
piedra preciosa del cielo; el arpa es la madera del júbilo; la espada
es el residuo de los martillos, el compañero de pelea, la luz
de la batalla; la batalla, es el juego de las espadas, el chaparrón
de fierro; la nave es la atravesadora del mar; el dragón es
la amenaza del anochecer, el guardián del tesoro; el cuerpo es la
morada de los huesos; la reina es la tejedora de paz; el rey
es el áeñor de los anillos, el áureo amigo de los hombres, el jefe
de hombres, el distribuidor de caudales

VLADIMIR NABOKOV-OBRAS   381

Tanya solía decir que tenían parientes no sólo en el reino animal, sino también
entre las plantas y los minerales. Y, en verdad, los naturalistas rusos y extranjeros
habían descrito bajo el nombre específico de Godunovi un nuevo faisán, un nuevo
antílope y una nueva hortensia, e incluso había toda una serie completa de tipología
Godunov (él sólo describía insectos). Estos descubrimientos suyos, sus
contribuciones excepcionales a la zoología y los miles de peligros a los que se había
enfrentado con una despreocupación legendaria que le había hecho famoso no
conseguían, sin embargo, que la gente mirara con indulgencia su alta cuna y su
inmensa fortuna. Lo que es más, no olvidemos que ciertos sectores de nuestra
intelltgentsia siempre han considerado con cierto desprecio la investigación en
ciencias no aplicadas, por lo que a Godunov se le recriminaba que estuviera más
interesado en los «Insectos de Sinkiang» que e la penosa situación del campesinado
ruso

 

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TZVETAN TODOROV
MEMORIA DEL MAL, TENTACIÓN DEL BIEN  267    381-367=114
INDAGACIÓN SOBRE EL SIGLO XX

 

Levi se interesa por esta cuestión en un capítulo del mismo libro, titulado «La violencia inútil», una fórmula que es eco de la de Grossman en «El infierno de Treblinka»: «La crueldad alógica».12 La violencia «útil» es demasiado fácil de observar: si una persona no puede lograr su objetivo por la vía pacífica, y se siente lo bastante segura de sí misma, re-curre a la fuerza. El mal, aquí, es sólo un medio brutal, un atajo cómodo para llegar al bien, el del individuo o el de su comunidad. Pero Levi observa también, en el universo de los campos de concentración, toda clase de acciones que parecen ilustrar la violencia «inútil»: ¿Por qué no haber previsto letrinas en los vagones para ganado que transportan a los detenidos hacia los campos, ni la menor gota de agua? ¿Por qué imponer tan a menudo la desnudez a los detenidos? ¿Por qué privarlos de cuchara, obligándoles así a lamer su sopa como perros?Se comprende así el envite de la cuestión a la que me he referido anteriormente, al hablar de racionalidad en el mal: si puede demostrarse que esta violencia es realmente inútil, el mal será de una especie radical-mente distinta a la que nos es familiar a todos, y se habrá levantado un muro entre él y nosotros; de lo contrario, corremos el riesgo de poder encontrarlo en el interior de todo y de cada uno. Levi vacila en la res-puesta y no decide. Sin embargo, a fuerza de examinar lo que describe, se ve obligado, cada vez, a admitirlo: la acción que, a primera vista, parecía «inútil», encuentra, en otro plano, su racionalidad. Deshumanizar a los detenidos era lógico porque se había planteado, de entrada, que eran me-nos que humanos. Hacer sufrir al enemigo era lógico porque eso consolidaba nuestra fuerza y nuestra superioridad. Exigir obediencia a unas órdenes absurdas era lógico porque demostraba que la sumisión no tenía por qué mostrar justificación. Mostrar la propia fuerza superior era lógico porque el objetivo de toda la operación era alcanzar la superioridad absoluta. En una palabra: si se admite que preocuparse por el propio bien es lógico y útil, no hay que sorprenderse ya de «el gozo que procura el daño hecho al prójimo».'

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