JAMES JOYCE-ULISES I 209
¿qué le importa al tipo metido bajo tierra haciéndole raíces a las
margaritas? No le alcanza. Asiento de los
afectos. Corazón destrozado. Una bomba
después de todo, bombeando miles de galones de
sangre cada día. Un buen día se atasca y estás
listo. Por aquí los hay a montones: pulmones,
corazones, hígados. Viejas bombas enmohecidas:
lo demás son cuentos. La resurrección y la vida.
Una vez muerto estás bien muerto. La idea del
juicio final. Hacerlos salir a todos de sus
tumbas. ¡Levántate y anda, Lázaro! Y llegó
quinto y perdió el puesto. ¡Levántate! ¡Es el
último día! Luego cada uno de los tipos
ratoneando por ahí su hígado y sus bofes y el
resto de sus bártulos. ¡La pucha, como para
encontrar todos sus cachivaches esa mañana!
ANATOLE FRANCE-EL FIGON DE LA REINA PATOJA 209
»No hay que creer que la vida esté limitada a las estrechas condiciones
en que se manifiesta a los ojos del vulgo. Cuando vuestros teólogos, lo
mismo que vuestros filósofos, enseñan que la creación tuvo al hombre por
objeto y fin, razonan como razonarían las cucarachas de Versalles o de las
Tullerías, las cuales creerían que la humedad de las cuevas se ha hecho
exclusivamente para ellas y que el resto del castillo no es habitable. El
sistema del mundo que el canónigo Copérnico enseñaba en el siglo último,
según Aristarco de Samos y los filósofos pitagóricos, es, sin duda, conocido
por haberse publicado compendios para los escolares, y diálogos en que se
explica, para los frivolos charlatanes de la ciudad. Ya habéis podido ver en
mi casa una máquina que lo demuestra perfectamente por medio de un
movimiento de relojería.
«¡Elevad vuestra mirada, hijo mío, y contemplad sobre vuestra cabeza el
carro de David, que, arrastrado por Mizar y sus dos ilustres compañeros,
gira alrededor del Polo; Arturo, Vega de la Lira, la Espiga de la Virgen, la
corona de Ariana y su encantadora perla! Ésos son soles. Una sola mirada
dirigida sobre el mundo os hace parecer que la creación entera es una obra
de fuego, y que la vida debe, bajo las más bellas formas, alimentarse de
llamas
ANDRE MALRAUX-LA CONDICION HUMANA 209
El comerciante se preguntaba ahora si sería un ladrón que había ido a examinar su almacén para saquearlo durante los próximos desórdenes. Sin embargo, aquel joven no deseaba ver los mejores objetos. Sólo bronces o hebillas de zorro, y de un precio moderado. A los japoneses les gustaban los zorros; pero aquel cliente no era japonés. Había que continuar interrogándole con habilidad.
–¿Habitaba usted, sin duda, en el Hupé? Dicen que la vida se ha hecho muy difícil en las provincias del centro.
Chen se preguntó si le convendría hacerse algo el sordo. No se atrevió, por temor a parecer más extraño aún.
–Ya no vivo ahí –respondió solamente. Su tono y la estructura de sus frases, aun en chino, tenían no se sabía qué de breves: expresaban directamente su pensamiento, sin emplear los giros usuales. Pero pensó en la compra.
–¿Cuánto? –preguntó, señalando con el dedo uno de esos broches de zorro que se encuentran en gran número dentro de las tumbas.
–Quince dólares.
BORGES-209
Ahora quiero acordarme del porvenir y no del pasado. Ya se
practica la lectura en silencio, síntoma venturoso. Ya hay lector callado de versos. De esa capacidad sigilosa a una escritura puramente
ideográfica —directa comunicación de experiencias, no de
sonidos— hay una distancia incansable, pero siempre menos dilatada
que el porvenir.
Releo estas negaciones y pienso: Ignoro si la música sabe desesperar
de la música y si el mármol del mármol, pero la literatura
es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido,
y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la
propia disolución y cortejar su fin.
Muriel Barbery La elegancia del erizo 170 209-170=39
Me siento muy orgullosa de esta idea profunda. La he tenido gracias a
Colombe. Bueno, al menos me habrá sido útil una vez en la vida. No hubiera
creído poder decir esto antes de morir.
Desde siempre, Colombe y yo estamos enfrentadas porque, para
Colombe, la vida es una batalla permanente en la que hay que vencer
aniquilando al otro. No puede sentirse segura si no ha aplastado al adversario y
si no ha reducido su territorio al mínimo necesario. Un mundo en el que hay
espacio para los demás es un mundo peligroso según sus criterios de guerrera
de tres al cuarto. A la vez, sólo necesita a los demás para una pequeña tarea
esencial: alguien tiene que reconocer su fuerza. Por lo tanto no sólo se pasa el
tiempo tratando de aplastarme por todos los medios posibles, sino que, además,
le gustaría que le dijera, hundiéndose su espada en la carne de mi cuello, que es
la mejor y que la quiero
CARLOS RUIZ ZAFON-EL PRISIONERO DEL CIELO 160 209-160=49
¿Ha oído hablar usted de la esquizofrenia, Fermín? Es una de las nuevas palabras favoritas del señor director.
—Es lo que los civiles gustan en referirse como «estar como una chota».
—No es cosa de broma, Fermín. Es una enfermedad muy grave. No es mi especialidad, pero he conocido algunos casos y a menudo los pacientes oyen voces, ven y recuerdan personas o eventos que no han sucedido jamás... La mente se va deteriorando poco a poco y los pacientes no pueden distinguir entre la realidad y la ficción.
—Como el setenta por ciento de los españoles... ¿Y cree usted que el pobre Martín sufre esa dolencia, doctor?
—No lo sé con seguridad. Ya le digo que no es mi especialidad, pero yo creo que presenta algunos de los síntomas más habituales.
—A lo mejor en este caso esa enfermedad es una bendición...
—Nunca es una bendición, Fermín.
¿Y sabe él que está, digamos, afectado?
—Al loco siempre le parece que los locos son los demás.
—Lo que yo decía del setenta por ciento de los españoles...
Susan Sontag El amante del volcán 209
Ya llevaba en cama, y buscaba una cómoda posición para dormir, más de una hora.
En el balcón tras la gran ventana, enmarcado por siluetas de palmeras, penetró con
la mirada el aire cargado de aromas. Las nubes que iluminaba la luna eran muy
bajas, el cielo tenía un brillo casi rosado. La propia noche aumenta su enojosa
sensación de que las horas no avanzan; la noche, que parece suspendida. Es pura
noche, podría ser noche para siempre. No hay ni siquiera un movimiento de nubes
que le indiquen que la noche avanza. Oyó una voz de hombre cantando un poco
desafinada, sin duda algún chillón local quejándose de penas de amor; el retumbar
de un carruaje en la distancia; un pájaro nocturno
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