SURA 39
As-Sumar (Las Multitudes) 727
(3) ¿No es a Dios, solo, a quien es debida la fe sincera?
Y, no obstante, quienes toman a otros por protectores en vez de a Dios [suelen decir]:
“No los adoramos sino para que nos acerquen a Dios.”1
Ciertamente, Dios juzgará entre ellos2 [el Día de la Resurrección] sobre todo aquello en
lo que discrepan [de la verdad]: ¡ pues, realmente, Dios no guía a quien se empeña en mentir[-
se a sí mismo3 ] y es tercamente ingrato!
1 Esto se refiere no sólo al culto a los santos, ángeles y personas “deificadas”, propiamente dicho, sino
también al de sus representaciones simbólicas (estatuas, cuadros, reliquias, etc.) y, en el caso de personalidades
ya fallecidas, de sus tumbas, reales o supuestas. Dado que todas estas prácticas están basadas en la
esperanza del devoto de obtener una “mediación” entre él y Dios, chocan claramente con el concepto de
Su omnipotencia y justicia, y son, por tanto –aunque se encuentren muy extendidas—rechazadas por
completo en el Qur’án.
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 675 727-675=52
Hoy tengo el alma llena de gladiadores, de sol, del ruido del mundo...
Bajamos por una amplia escalera y llegamos a una cámara bajo tierra, alargada,
oscura. Las baldosas resuenan vibrantes bajo nuestras pisadas. Las figuras de unos
pecadores ardiendo adornan las paredes grises. En la distancia, los truenos negros
se hinchan en pliegues de terciopelo. Todo estalla a nuestro alrededor. Corremos,
como si esperáramos a un dios. Estamos encerrados dentro de un brillo de cristal.
Adquirimos velocidad. Nos precipitamos a una sima negra y corremos en un
estruendo seco hasta las profundidades bajo tierra, colgados de cinchas de cuero.
Con una detonación las lámparas ámbar se extinguen por un segundo durante el
cual unos glóbulos frágiles se queman en luz cálida en la oscuridad —los ojos
saltones de los demonios o quizás los puros de nuestros compañeros de viaje.
Vuelven las luces. Mira, mira allí, el hombre alto del abrigo negro junto a la puerta
de cristal del coche. Apenas reconozco aquel rostro estrecho, amarillento, el grueso
puente de su nariz. Labios finos apretados, el surco atento entre las tupidas cejas,
escucha una explicación que está dando otro hombre, pálido como una máscara de
escayola, con una pequeña barba esculpida, circular. Estoy seguro de que están
hablando en terza rima. Y tu vecina, aquella señora con aquel abrigo pálido sentada
con los ojos bajos: ¿podría ser la Beatriz de Dante? Emergemos del malsano y
húmedo infierno de nuevo a la luz del sol. El cementerio está lejos, en las afueras.
Los edificios son cada vez más escasos. Hay vacíos entre los mismos, de un verde
apagado. Me acuerdo del aspecto de esta ciudad en los grabados antiguos.
James Joyce
Ulises 437*2=874-727=147
-Siete días en la cárcel, dijo Ben Dollard, a pan y agua. Entonces cantarías, Simon, como un tordo de jardín.
Lionel Simon, cantante, reía. El Padre Bob Cowley tocaba. Mina Kennedy servía. Segundo caballero pagaba.
Tom Keman entraba contoneándose. Lydia, admirada, admiraba. Pero Bloom mudo cantaba.
Admirando.
Richie, admirando, peroraba sobre la gloriosa voz de aquel hombre. Recordaba una noche hace mucho.
Jamás olvidaría aquella noche. Si cantó Fue rangoyfama: en casa de Ned Lambert fue. Dios Santo jamás él
oyó nada parecido en toda su vida una nota como ésa jamás él entonces infiel habremos de separarnos tan
clara tan oh Dios jamás él oyó ya que amor no hay en ti una voz tan fastuosa no hay en ti pregúntele a
Lambert él se lo podrá contar también.
Goulding, un sonrojo forcejeando en su pálido, contaba a Mr. Bloom, rostro de la noche, Si en casa de
Ned Lamben, casa Dedalus, cantó Fue rango y fama.
Él, Mr. Bloom, escuchaba mientras él, Richie Goulding, le contaba, a Mr. Bloom, de la noche que él,
Richie, le oyó a él, Si Dedalus, cantar Fue rangoyfama, en la de él, en la casa de Ned Lambert.
Cuñados: parientes. Jamás nos hablamos cuando nos cruzamos. La grieta que hunde el barco creo. Lo
menosprecia. ¿Ves? Lo admira aún más. La noche que Si cantó. La voz humana, dos minúsculas cuerdas
sedosas, maravillosas, más que todo lo demás.
Esa voz era un lamento. Más reposada ahora. Es en el silencio cuando sientes que oyes. Vibraciones.
Ahora aire silencioso.
Enrique Vila-Matas
Dublinesca 328*3=984-727=257
Al abrirse la puerta del local, llega a sus oídos Walk
on the wild side, la canción que siempre le evoca Nueva
York. Sus amigos están ya saliendo del pub y parece que
trasladan su jarana a la calle. Pronto notan todos que ha
bajado la temperatura y que será cuestión de buscar
taxis y regresar al centro. La niebla oculta ya las verjas
del cementerio, del que aún salen visitantes.
La mirada de Riba revolotea entre los presentes y se
detiene en un grupo que no es del pub sino del camposanto.
Cerca de esa gente, como surgiendo de la nada,
aparece un tipo alto y desgarbado, solitario. No va con
nadie. ¿De dónde diablos ha salido? Es el mismo tipo que
vio esta mañana en la Meeting House. Se parece a Samuel
Beckett cuando era joven. Gafas redondas de concha.
Cara huesuda y enjuta. Ojos de águila, de pájaro que vuela
alto, que lo ve todo, incluso de noche. Se cubre con una
desastrada gabardina beige y mira a Riba con atención
intensa, como si estuviera sintiendo que vuela su espíritu,
y también como si no quisiera contagiar cierta oscura infelicidad
que se desprende de su cara de pájaro.
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