viernes, mayo 16, 2014

LLEVO TODOS LOS NÚMEROS,ME TOCA SEGURO.




       
                                                                    

JAMES JOYCE
ULISES                683

¿Lo amas, Miriam? ¿Amas a tu hombre?
—Eso puede ser también —dijo
Esteban—. Hay una frase de Goethe que al
señor Magee le gusta citar. Ten cuidado con lo
que deseas en tu juventud porque lo conseguirás
en la edad madura. ¿Por qué envía a una que es
una buona roba, un jumento que montan todos
los hombres, una doncella de honor con una
juventud escandalosa, un hidalguillo para
cortejarla en su nombre? Él mismo era un señor
de la lengua y se había hecho un gran caballero
y había escrito Romeo y Julieta. ¿Por qué? La fe
en sí mismo había sido prematuramente
destruida. Fue seducido primero en un maizal
(campo de centeno, diría yo) y nunca más será
un vencedor a sus propios ojos ni jugará
victoriosamente el juego de reír y acostarse. El
supuesto donjuanismo no ha de salvarlo.
Ningún desfacimiento posterior desfacerá el
primer desfacimiento. El colmillo del verraco lo
ha herido donde el amor está sangrando. Si la
arpía es vencida, persiste sin embargo en ella la
invisible arma de la mujer. Hay, lo siento en las
palabras, algún aguijón de la carne
impulsándolo a una pasión nueva, una sombra
más sombría de la primera, ensombreciendo
hasta su propia comprensión de sí mismo. Una
suerte semejante lo aguarda y los dos furores se
mezclan en un solo torbellino.
Ellos escuchan. Y en los pórticos de sus
oídos yo vierto.
—El alma ha sido antes herida
mortalmente, un veneno vertido en el pórtico de
un oído entregado al sueño. Pero aquellos que
son muertos mientras duermen no pueden saber
el porqué de su muerte, a menos que el Creador
favorezca a sus almas con esa revelación en la
vida futura.
 
DON QUIJOTE DE LA MANCHA   CERVANTES   683
 
¿qué es lo que vio en el otro mundo? ¿Qué
hay en el infierno? ¿Por qué quien muere desesperado, por fuerza ha de tener
aquel paradero?
—La verdad que os diga —respondió Altisidora— yo no debí de morir del
todo, pues no entré en el infierno; que si allá entrara, una por una no pudiera
salir dél, aunque quisiera. La verdad es que llegué a la puerta, adonde estaban
jugando hasta una docena de diablos a la pelota, todos en calzas y en jubón,
con valonas guarnecidas con puntas de randas flamencas, y con unas vueltas
de lo mismo que les servían de puños, con cuatro dedos de brazo de fuera, porque
pareciesen las manos más largas, en las cuales tenían unas palas de fuego;
y lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros, al parecer,
llenos de viento y de borra, cosa maravillosa y nueva. Pero esto no me
admiró tanto como el ver que, siendo natural de los jugadores el alegrarse los
gananciosos y entristecerse los que pierden, allí en aquel juego todos gruñían,
todos regañaban y todos se maldecían.
—Eso no es maravilla —respondió Sancho—; porque los diablos, jueguen
o no jueguen, nunca pueden estar contentos, ganen o no ganen.

 
EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS
BARDO-THODOL
Atribuido a Padmasambhava                      83

Noble hijo, en ese momento se te aparecerán visiones de hombre y mujer uniéndose. Al
verles, ino te inmiscuyas entre ambos! Recuerda, por el contrario, la enseñanza y medita
sobre el hecho de que esa pareja es tu Lama y su paredro. Venéralos, y hazles ofrendas.
Poniendo en ello todo tu espíritu, venéralos con devoción e implora su enseñanza.
Entonces se cerrará la puerta de la matriz. Pero si, de esa forma, no logras cerrar la
puerta, y estás a punto de entrar en la matriz, medita sobre tu Lama y su paredro, como
si fueran tu Yi-dam, quienquiera que sea, o el Señor de Gran Compasión (Padre-Madre).
Hazle ofrendas con el pensamiento. Lleno de devoción, piensa que tienes la dicha de
comportarte perfectamente. Así se cerrará la puerta de la matriz.
Pero si no pudieras llegar a cerrarla y te encuentras a punto de entrar en la matriz, he
aquí el tercer método para conjurar la atracción y la aversión (que te harían renacer).
Hay cuatro clases de nacimientos:
1) el nacimiento por el huevo;
2) el nacimiento por la matriz;
3) el nacimiento milagroso;
4) el nacimiento por el calor y la humedad.
De estas cuatro, el nacimiento por el huevo y por la matriz son semejantes.
Como se ha dicho, verás unirse a un hombre y una mujer. En ese momento, a causa de
tu aversión, entrarás en la matriz y te convertirás en caballo, en ave, en perro o en ser
humano, o en algo parecido. Si tienes que convertirte en hombre, te ves a ti mismo
aparecer como varón y experimentas un sentimiento de odio hacia tu padre y una
atracción celosa hacia tu madre. Pero si has de convertirte en mujer, te ves como
hembra y experimentas un sentimiento de celos odiosos hacia tu madre y un sentimiento
de atracción y de codicia hacia tu padre. En esas condiciones es como entras en la
matriz, y en el mismo instante en que se encuentran el óvulo y la simiente, sientes la
alegría innata (138) y en esa dicha te desvaneces. El cuerpo, primero sustancia líquida,
luego sustancia sólida, crece; luego, cuando abandonas la matriz y abres los ojos, ves
que eres un perrillo con existencia propia.
Antes habías sido un ser humano, y ahora te has convertido en perro y estás obligado a
soportar los sufrimientos de una vida en la perrera o en la cochiquera, o en el
hormiguero, como un insecto en su agujero, un ternero, un cabrito o un cordero; ya no
puedes volverte atrás. Tendrás que padecer el mutismo y toda suerte de penalidades en
un estado de gran estupidez y de ignorancia. Así darás vuelta, encadenado a la ronda de
los seis estados de existencia entre los seres infernales y los espíritus ávidos, en medio
de tormentos sin cuento. No hay mayor violencia, mayor miedo, mayor espanto que ése.
¡Ay, ay! Qué terror tan grande, ¡ay! Aquellos que no han recibido la enseñanza de un
lama caerán en los precipicios y en los abismos del mundo del ciclo de las existencias
en donde serán eternamente hostigados por abominables sufrimientos. Escucha, pues,
mi enseñanza. Te he dado las instrucciones para cerrar la puerta de la matriz conjurando
a la atracción y a la aversión.
 
ROBERT GRAVES EL VELLOCINO DE ORO   83
 
-Más vale que no ponga el pie en este barco. No trae buena suerte una mujer a bordo.
-Ten cuidado -dijo Meleagro-. Del mismo modo hablabas en Calidón antes de comenzar la caza, y
dime, ¿qué hubiera sido de ti sin Atalanta? ¿Acaso no te salvó la vida?
El gran Anceo murmuró una respuesta ininteligible.
Cuando el Argo llegó junto a la gran roca de Metone, que hacía las veces de malecón, Atalanta saltó
a bordo antes de que nadie pudiera impedírselo, llevando en la mano una rama de abeto.
-¡En el nombre de la diosa Doncella! -exclamó.
Jasón no tuvo más remedio que aceptarla como miembro de la tripulación. El abeto está consagrado
a Artemisa, la cual, aun habiendo renegado de su parentesco con la Triple Diosa y aceptado a Zeus
por padre, conserva la mayoría de sus características primitivas. Es peligrosísimo ofenderla y Jasón
quedó aliviado al saber que ella también patrocinaba la expedición; tenía miedo de haber ofendido a
su sacerdotisa Ifias con su brusquedad de aquella mañana.
Pero Meleagro, que estaba enamorado de Atalanta, quedó amargamente decepcionado al ver que
había ido en nombre de la diosa y era, por lo tanto, intocable. Recientemente le había propuesto
repudiar a su joven esposa Cleopatra, hija de Idas y Marpesa, para casarse con ella en cuanto dejase
el servicio de Artemisa. Esto le estaba permitido a Atalanta si practicaba ciertos sacrificios
innombrables en el santuario de la diosa, pero un oráculo le había anunciado que el matrimonio le
traería mala suerte y, además, no quería provocar la ira de Idas, padre de Cleopatra, ni tampoco
ofenderla a ella, que había sido su compañera de caza. Por consiguiente, Atalanta se había negado a
casarse con Meleagro, el del cabello rizado. Este entonces juró que al menos no podía obligarle a
permanecer al lado de Cleopatra; se iría a Yolco y desde allí se presentaría voluntario para el viaje a
Cólquide, y de este modo se olvidaría de las dos.
Pero por lo visto Atalanta no quería que Meleagro la olvidase, ni mucho menos. Fue a sentarse en
su banco y Linceo le entregó su remo. Del ceñidor de Atalanta colgaban tres sangrientas cabelleras,
y esto causó inquietud y malestar entre sus compañeros de viaje.
 
VLADIMIR NABOKOV   CUENTOS    83

Y entonces me di cuenta de la ternura del mundo, de la beneficencia profunda de
todo lo que me rodeaba, del dichoso lazo existente entre mi ser y toda la creación, y
me di cuenta de que la alegría que había buscado en ti no era algo que se produjera
dentro de ti, sino que respiraba a mi alrededor y por todas partes, en los ruidos
veloces de la calle, en el dobladillo de una falda que se alzaba cómicamente, en el
tierno ronroneo del viento, en las nubes de otoño hinchadas con el viento. Me di
cuenta de que el mundo no representa para nada una lucha, ni tampoco una
secuencia de ávidos acontecimientos casuales, sino una dicha trémula, una
inquietud turbada y benéfica, una dádiva que nos ha sido concedida e ignorada.
Y en aquel mismo instante llegaste, por fin o, mejor dicho, no llegaste tú, sino una
pareja alemana, él con gabardina y con las piernas enfundadas en unas medias
largas que parecían botellas verdes; ella, alta y esbelta, con un abrigo de piel de
pantera.
 


 

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