J.M.COETZE DESGRACIA
VLADIMIR NABOKOV LA DEFENSA
—¿Dónde
están?, ¿dónde están? —se esforzaba Günther en preguntar—.
¿Dónde están los otros?
Un momento
antes, todos habían estado sentados en torno a una mesa de roble,
treinta muchachos más o menos, felices, inteligentes, treinta
jóvenes muy trabajadores que celebraban el quinto aniversario del
fin de sus estudios con unas cuantas canciones y el sonoro tintineo
de los brindis, treinta jóvenes que tan pronto como empezaron a
dispersarse para regresar a sus hogares se encontraron víctimas de
la náusea, la oscuridad y la terrible inseguridad de las calles.
—Los
otros están allí —dijo Kurt con un amplio gesto, que volvió
desagradablemente a la vida a la pared más próxima; se inclinó
hacia adelante y luego con alguna dificultad volvió a enderezarse—.
Se han ido, se han ido —declaró con tristeza.
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