RAMSÉS 1
EL HIJO DE LA LUZ
CHRISTIAN JACQ
Chenar no progresaría.
Por enésima vez, la reina se había negado a asociarlo de manera más directa a la gestión de los
asuntos de Estado, con el pretexto de que su padre no había dado ninguna orden precisa en ese sentido. La
posición de sucesor del faraón no le daba derecho a inmiscuirse en unos informes demasiado arduos para
él.
El hijo primogénito del rey se inclinó ante la voluntad de su madre y ocultó su despecho. Pero
comprendió que su red de amistades y de informadores era aún demasiado débil para contrarrestar a Tuya
de manera eficaz. En lugar de consumirse esperando, Chenar decidió trabajar más en su favor.
Sin ostentación, invitó a cenar a varias personalidades influyentes de la corte, muy tradicionalistas,
e interpretó ante ellos a un personaje modesto, ávido de consejos. Eliminando toda arrogancia, se presentó
como un hijo modelo cuya única ambición era caminar tras las huellas de su padre. Este discurso gustó
mucho. Chenar, cuyo futuro estaba totalmente trazado, ganó así numerosos partidarios.
No obstante, comprobó que la política extranjera se le escapaba, aun cuando los contactos
comerciales con los otros países, incluso los hostiles, seguían siendo su primera meta.
¿Cómo llegar a conocer el estado exacto de las relaciones diplomáticas si no tenía como partidario
a un hombre competente y disponible? Contar con el oído de los mercaderes no bastaba. Razonaban a
corto plazo e ignoraban las intenciones reales de sus gobernantes.
Convencer a un diplomático cercano a Seti de que trabajara para él... Solución ideal, pero casi
utópica. No obstante, Chenar tenía necesidad de informaciones de primera mano para desarrollar su propia
estrategia y estar preparado, en el momento oportuno, para modificar radicalmente la política egipcia.
El término «traición» le vino a la mente, pero le divirtió: ¿qué podía traicionar él sino el pasado y la
tradición?
Desde lo alto de la terraza rocosa de Serabit el-Khadim se dominaba una maraña de montañas y
de valles, cuyo desorden turbaba el alma. En ese caos, de perceptible hostilidad, sólo la montaña de las
turquesas ofrecía una paz acogedora.
Ramsés miraba a sus pies, estupefacto: la preciosa piedra azul, presente en las venas de la
meseta, estaba casi a flor de tierra.
TEXTOS DE LAS PIRAMIDES 142
JAMES JOYCE
ULISES 142
El señor Bloom observó con curiosidad,
cordialmente, la flexible forma negra. Tan
limpia: el brillo de su piel lustrosa, el botón
blanco bajo la cola, las verdes pupilas luminosas. Con las manos sobre las rodillas se
inclinó hacia ella.
—Leche para la minina —dijo.
—¡Mrkrñau! —hizo la gata.
Lo llaman estúpido. Entienden lo que
decimos mejor de lo que nosotros los
entendemos a ellos. Ella entiende todo lo que
necesita. Vengativa, también. Me pregunto qué
le parezco a ella. ¿Altura de una torre? No, ella
me puede saltar.
—Tiene miedo de los pollitos —dijo
burlonamente—. Tiene miedo de los piú piú.
Nunca vi una minina tan estúpida como la
minina.
Cruel. Su naturaleza. Es claro que las
lauchas nunca chillan. Parece que les gustara.
—¡Mrkrñau! —gritó la gata.
Graves, Robert El Vellocino de Oro 142
Orfeo dejó su lira. Todos empezaron a preguntarle a Mopso: «¿Qué está diciendo el pájaro? ¿Es un
mensaje de la diosa?»
Y Mopso respondió:
-Una y otra vez, es siempre el mismo mensaje:Hijos mios no volvais a pecar.
comiendo sólo alimentos crudos.
https://soundcloud.com/afo-castillo/fleet-foxes-blue-ridge
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