Lolita
Vladimir Nabokov 202
No puedo decir que el coronel se portara con insolencia o cosa
semejante; por el contrario, exhibió –como una representación suplementaria en
esa función que me habían endilgado– una discreta cortesía de viejo estilo,
subrayando sus movimientos con toda clase de excusas mal pronunciadas (j'ai
demannde perdone... est-ce que j'ai puis...) y volviéndose con todo tacto cuando
Valechka descolgó de la cuerda para tender, sobre la bañera, sus calzones
rosados. Pero el coronel parecía llenar el lugar en todo momento, le gredin, ya
acomodando su persona a la anatomía de un sofá, ya leyendo mi periódico en mi
silla, ya desatando el nudo de un cordel, ya enrollando un cigarrillo, ya contando
las cucharitas de té, ya visitando el cuarto de baño, ya ayudando a su muñeca a
envolver el ventilador eléctrico que su padre le había regalado, ya llevando a la
calle su equipaje. Yo me senté a medias apoyado en el alféizar de la ventana,
con los brazos cruzados, muriéndome de odio, de hastío. Al fin, ambos
estuvieron fuera del trémulo apartamento –seguía resonando en cada nervio mío
la vibración de mi portazo a sus espaldas, pobre sucedáneo del revés que debía
haberle dado en la mejilla, según las normas del cinematógrafo–. Representando
torpemente mi papel, me precipité al cuarto de baño para comprobar si se
habían llevado mi agua de colonia inglesa; allí estaba, pero advertí, con un
estremecimiento de furioso asco, que el antiguo consejero del zar no había tirado
la cadena después de vaciar su vejiga. Ese solemne estanque de orina ajena
donde se desintegraba una colilla pardusca, me hirió como un insulto supremo y
busqué, enloquecido, un arma alrededor de mí
La vida y la muerte me
están desgastando MO YAN 202
Lo primero que hizo mi hermana fue quitarle el cinturón de cuero
que Jinlong llevaba día y noche y lo arrojó, junto con la pistola de
fogueo, hacia una esquina, donde fue a parar sobre un ratón curioso, que
lanzó un chillido y se murió, mientras la sangre emanaba de su nariz
JAMES JOYCE
ULISES 202
Feo y fútil: cuello magro y cabello
enmarañado, y una mancha de tinta: la baba de
un caracol. Sin embargo alguna criatura lo
había amado, llevándolo en brazos y en el
corazón. Si no hubiera sido por ella, la raza del
mundo lo había aplastado con el pie: un caracol
sin huesos aplastado. Ella había amado la débil
sangre aguachenta de este niño, extraída de la
suya. ¿Era eso real, pues? ¿Lo único cierto de la
vida? El cuerpo postrado de su madre montó a
horcajadas el ardiente Columbanus en santo
celo. Ella no fue más: el esqueleto tembloroso de
una rama quemada por el fuego, un aroma de
palo de rosa y de cenizas húmedas. Lo había
salvado de ser pisoteado y desapareció habiendo sido apenas. Una pobre alma que
ascendió al cielo: y en el matorral, bajo las
estrellas parpadeantes, un zorro, rojo vaho de rapiña en su piel, con claros ojos inclementes,
escarbaba la tierra, levantaba la tierra,
escuchaba, escarbaba y escarbaba
Edgar Allan Poe
Obras en español 202
En mi opinión, un poema se opone a una obra de ciencia, por tener como su objeto
inmediato el placer, no la verdad; a la novela, por tener como objeto un placer indefinido en
lugar de uno definido; siendo un poema sólo en la medida en que este fin es alcanzado. La
novela presenta imágenes perceptibles con poesía definida y sensaciones indefinidas, a cuyo
fin la música es esencial, puesto que la comprensión del sonido dulce es nuestra concepción
más indefinida. La música, cuando se combina con una idea placentera, es poesía; la música
sin la idea es simplemente música; la idea sin la música es prosa por su mismo carácter
definitivo.
¿Qué significó la invectiva contra quien no tenía música en el alma?
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