JAMES JOYCE
ULISES 682
El colmillo del verraco lo
ha herido donde el amor está sangrando. Si la
arpía es vencida, persiste sin embargo en ella la
invisible arma de la mujer. Hay, lo siento en las
palabras, algún aguijón de la carne
impulsándolo a una pasión nueva, una sombra
más sombría de la primera, ensombreciendo
hasta su propia comprensión de sí mismo. Una suerte semejante lo aguarda y los dos furores se
mezclan en un solo torbellino.
Ellos escuchan. Y en los pórticos de sus
oídos yo vierto.
—El alma ha sido antes herida
mortalmente, un veneno vertido en el pórtico de
un oído entregado al sueño. Pero aquellos que
son muertos mientras duermen no pueden saber
el porqué de su muerte, a menos que el Creador
favorezca a sus almas con esa revelación en la
vida futura.
El espectro del rey Hamlet no podría
haber tenido conocimiento del envenenamiento
ni de la bestia de dos lomos si no hubiera sido
dotado de conocimiento por su creador
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