JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS 586
la divinidad sólo conoce las leyes generales
del universo, lo concerniente a las especies, no al individuo.
Escribía con lenta seguridad, de derecha a izquierda; el ejercicio
de formar silogismos y de eslabonar vastos párrafos no le impedía
sentir, como un bienestar, la fresca y honda casa que lo rodeaba.
En el fondo de la siesta se enronquecían amorosas palomas; de
algún patio invisible se elevaba el rumor de una fuente; algo
en la carne de Averroes, cuyos antepasados procedían de los
desiertos árabes, agradecía la constancia del agua. Abajo estaban
los jardines, la huerta; abajo, el atareado Guadalquivir y después
la querida ciudad de Córdoba, no menos clara que Bagdad o que
el Cairo, como un complejo y delicado instrumento, y alrededor
(esto Averroes lo sentía también) se dilataba hacia el confín la
tierra de España, en la que hay pocas cosas, pero donde cada
una parece estar de un modo sustantivo y eterno.
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 586
Pero mi mejor hallazgo, no obstante, en mi búsqueda por viejos archivos, es una
fotografía toda borrosa del barbado impostor encaramado sobre el mármol del
inacabado monumento a Perov en un parque de árboles desnudos. Se le ve muy
erguido con los brazos cruzados; lleva una gorra de piel redonda y un par de
polainas nuevas, pero va sin abrigo; un pequeño grupo de admiradores está reunido
a sus pies, y sus rostros blancos miran pequeños a la cámara con aquella mirada tan
peculiar de complacencia, de mirarse al ombligo tan típica de los grupos dispuestos
a linchar a alguien.
En este ambiente donde florece el gamberrismo y la complacencia reaccionaria
(tan íntimamente unido en Rusia con los ideales gubernamentales,
independientemente de que el zar se llame Alejandro, Nicolás o Ivan), la
intelligentsia apenas podía visualizar el desastre que suponía el identificar al Perov
puro, ardiente y revolucionario, de sus poemas como un anciano vulgar
revolcándose en una pocilga pintada. Lo trágico era que aunque ni Gromov ni los
hermanos Kherstov creían realmente que aquel histrión fuera el verdadero Perov,
muchos ciudadanos honrados y cultivados habían llegado a obsesionarse con la idea
imposible de que habían expulsado a la Verdad y a la Justicia.
Mo yan - Las baladas del ajo 586
Tengo frío... por todo el cuerpo...
Gao Ma la soltó y las rodillas de
Jinju se doblaron. Cogió el abrigo de
donde ella lo había dejado y,mientras lo sacudía, una nube de
destellosverdes salpicó el yute, aumentando y
apagándose, resplandeciendo y
difuminándose.
Gao Ma le cubrió los hombros con el
abrigo. El aire húmedo de la
noche lo había vuelto pesado y
despedía el apestoso hedor de una
repugnante piel de perro.
DON QUIJOTE-586
—¿Qué decís vos a esto?, preguntó Sancho.
Y el otro respondió que era verdad cuanto su contrario decía, y no había
querido darle más de cuatro reales, porque se los daba muchas veces; y los que
esperan barato han de ser comedidos y tomar con rostro alegre lo que les dieren, sin ponerse en cuentas con los gananciosos, si ya no supiesen de cierto que
son fulleros y que lo que ganan es mal ganado; y que para señal que él era
hombre de bien, y no ladrón, como decía, ninguna había mayor que el no
haberle querido dar nada; que siempre los fulleros son tributarios de los mirones,
que los conocen.
—Así es —dijo el mayordomo—; vea vuesa merced, señor gobernador,
qué es lo que se ha de hacer destos hombres.
—Lo que se ha de hacer es esto —respondió Sancho—: vos, ganancioso
bueno o malo o indiferente, dad luego a este vuestro acuchillador cien reales,
y más habéis de desembolsar treinta para los pobres de la cárcel; y vos, que no
tenéis oficio ni beneficio y andáis de nones en esta ínsula, tornad luego esos
cien reales, y mañana en todo el día salid desta ínsula desterrado por diez años,
so pena, si lo quebrantáredes, los cumpláis en la otra vida, colgándoos yo de
una picota o, a lo menos, el verdugo por mi mandado. Y ninguno me replique,
que le asentaré la mano.
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