VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 291
Con creciente insistencia. El número treinta y tres —el tema de aquel sueño— se
había enredado en la malla de su inconsciente y con sus garras curvas como las de
un murciélago se había quedado trabado en su alma y sus empeños todos por
devanar aquel misterioso enredo del subconsciente le resultaron vanos. Según la
tradición, Jesucristo había vivido hasta los treinta y tres años y quizá (pensaba Graf,
inmovilizado junto a la cruz del travesano de los postigos de la ventana), quizá fuera
cierto que una voz le había murmurado en aquel sueño: «Tú también morirás a la
edad de Cristo...», y aquellas palabras desplegaron ante sus ojos, como en una
pantalla iluminada, la corona de espinas trenzando un doble tres amenazante.
Abrió la ventana. Había más luz en la calle que dentro de casa porque las farolas ya
estaban encendidas. El cielo aparecía cubierto con una manta de suaves nubes; y
sólo hacia el oeste, entre los tejados ocres de las casas, se vislumbraba una tierna
banda de destellos brillantes.
Las baladas del ajo Mo yan 292
Los policías introdujeron a Gao Yang en el recinto del gobierno
municipal, donde Bigotes Zhu, un
miembro de la subestación de
policía,
se precipitó a felicitar a Cabeza de
Tambor y a su tartamudo compañero
por el magnífico trabajo que habían
hecho.
El corazón de Gao Yang se llenó de
esperanza al ver un rostro
familiar.Viejo Zhu —dijo—, ¿a dónde me
llevan?
—A un lugar donde no se necesitan
cartillas de racionamiento para
comer.
—Por favor, diles que me dejen
marchar. Mi esposa acaba de tener
un bebé.
—¿Y qué? Todos somos iguales ante la ley.
JAMES JOYCE
ULISES 291
Recorriendo todo ese camino: España,
Gibraltar, Mediterráneo, el Levante. Canastos
alineados a lo largo del muelle de Jaffa, el sujeto
controlándolos en su libro, los peones vestidos
con ropas ordinarias de fajina manejándolos.
Allí salió elquecomolollamas. ¿Cómo está usted?
No ve. El sujeto que se conoce solamente como
para saludar es un poco aburrido. Su espalda es
como la de ese capitán noruego. ¿Lo encontraré
hoy? Carro de riego. Para provocar la lluvia.
Sobre la tierra como en el cielo.
Una nube comenzó a cubrir el sol
enteramente, lentamente, enteramente. Gris.
Lejos.
No, así no. Una tierra árida, desnudo
desierto. Lago volcánico, el mar muerto: sin
peces ni plantas acuáticas, hundido en la tierra.
Ningún viento movería esas olas, gris metal,
aguas cargadas de vapores ponzoñosos. La
lluvía de azufre le llamaban; las ciudades del
llano: Sodoma, Gomorra, Edom. Todos nombres
muertos
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