VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 675 922-675=247
El sol se filtró a raudales. Una dama alta, vestida completamente de negro, se
erguía solitaria en el umbral. Fred retrocedió, mascullando incoherencias entre
dientes y manoseando torpemente los pliegues de su bata. Retrocedió a toda prisa
hacia el interior de la casa y en su camino sin darse cuenta perdió una zapatilla, ya
que su única obsesión en aquel momento era que quienquiera que fuera aquella
visita no notara su naturaleza de enano. Se detuvo, jadeante, en mitad del cuarto de
estar. ¡Oh, por qué no se le había ocurrido sin más cerrar de un portazo! ¿Y quién
demonios podía ser, quién podría tener interés en venir a visitarle? Un error, sin
duda.
Y en aquel momento percibió nítidamente el ruido de unos pasos que se acercaban
hasta él. Se refugió en el dormitorio: pensó en encerrarse allí dentro pero no tenía
llave. La zapatilla perdida permanecía solitaria sobre la alfombra del vestíbulo.
—Es una situación espantosa —pensó Fred, ya sin aliento, y se dispuso a escuchar.
El ruido de los pasos se hacía más cercano, ya sonaban en el cuarto de estar. El
enano emitió un leve gemido y se dirigió al ropero, buscando un buen lugar donde
esconderse.
Una voz, que le resultaba conocida, pronunció su nombre al tiempo que se abría la
puerta del dormitorio:
—Fred, ¿por qué me tienes miedo?
El enano, descalzo, de negro, la calva un puro tejido de sudor, se quedó parado
junto al ropero, su mano detenida en el pomo de la cerradura. Recordó entonces
con la máxima precisión los peces naranjo-dorados en su pecera de cristal
JAMES JOYCE
ULISES 922
El coche cerca ahora. Habla. Habla. ¡Pat!
No escucha. Arreglando esas servilletas. Debe
cubrir una buena superficie de terreno al cabo
del día. Pintarle una cara detrás de él entonces
sería dos. Quisiera que cantaran más. Me
distrae.
Las baladas del ajo Mo Yan 922
El potro
castaño corría como el viento, con
las pezuñas resonando en el aire; el
círculo que describía era lo
suficientemente amplio como para rodear a
Jinju y, mientras pasaba a través de
los campos, los tallos y las ramas se
doblaban ante él como si fueran las
ramitas frágiles del sauce. Los puntos
verdes salían de su satinado
escondite. Pequeño potro... pequeño
potro...
Jinju quería rodear con sus brazos su
satinado cuello La mano de Gao Ma se movió.Muy bien —exclamó el adjunto
Yang—. Excelente. Los polvos
medicinales Yunnan gozan de una
fama bien merecida. Son fantásticos.
Los ojos de Gao Ma se abrieron
ligeramente. El adjunto Yang se
agachó y dijo en tono enérgico:
—Tienes suerte de estar vivo,
muchacho. Si no fuera por mis
polvos
medicinales
JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS 922
AL VINO
En el bronce de Homero resplandece tu...nombre,
Negro vino que.alegras el/corazón, del hombre.
Siglos de ¡siglos hace que vas de mano en mano
Desde el ritón. del griego al cuerno del germano.
En la aurora ya estabas. A las generaciones
Les diste en el.camino tu fuego y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
Corre el- tuyo que aclaman amigos. y, alegrías,
Vino que como un Eufrates patriarcal y. profundo
Vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
Una roja metáfora de la sangre de Cristo.
En las arrebatadas estrofas del sulí
Eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
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